El problema fundamental es el totalitarismo. Obispo Ovidio Pérez de Venezuela
La entrevista de hoy es con monseñor Ovidio Pérez Morales, arzobispo emérito de Los Teques y ex presidente de la Conferencia Episcopal de Venezuela. La grabación se hizo antes del acuerdo logrado ayer por el gobierno y una delegación de la oposición. Ello no afecta la puesta en común de los principales reparos de la oposición al gobierno que encabeza el Presidente Nicolás Maduro. Por el contrario, ejemplifica los principales temas que deben ser abordados en el diálogo nacional.
La oposición ha reaccionado dividida sobre el diálogo. Un sector lo apoya decididamente y otro considera que es darle tiempo y oxígeno al gobierno.
La práctica internacionalización del conflicto ofrece garantías de que sería muy difícil para el gobierno desarticular las protestas a cambio de nada. La dinámica del diálogo, de hecho ofrece una oportunidad seria para la paz.
J.Z. Monseñor usted ha hablado con bastante claridad. Tengo entendido que ha hecho un llamado al presidente Maduro para que reconozca la gravedad de los problemas que tiene el país. Pero especialmente un problema sería la causa de los todos demás. Cuál es ese.
OP. Es la voluntad de imponer al país un proyecto, llamado Plan de la Patria, que es la concreción de lo que se ha denominado Socialismo del Siglo XXI, que no es uno cualquiera, sino un socialismo en la línea marxista-leninista del socialismo real, tal como se tiene en Cuba.
Este es el problema central, porque de allí se derivan muchos otros. Muchos de ellos los hemos heredado, pero a lo que se ha heredado se añaden otros nuevos que se han creado. Por ejemplo, la decisión de centralizar la economía en el Estado, con lo cual la producción, a través de expropiaciones, se ha ido al suelo, como la producción agrícola y la industrial que ha decaído notablemente.
De tal manera que hoy somos un país superimportador. Con lo que entran en crisis cuestiones de empleo, de propiedad, de industria. Todo obedece a una línea de tipo económica estatizante dentro de un proyecto más global de estatización.
Lo que uno ve es que el llamado Socialismo Siglo XXI antes que un socialismo que implicaría repartición, política más participativa, en realidad es una concentración en el Estado de todo lo económico, lo político y lo cultural. En lo cultural, lo relativo a educación, a comunicación social y cuestiones del arte.
De tal manera, sino no se tiene presente, porque, a mi manera de ver, mucha de la disidencia no lo ha captado en su médula, entonces las soluciones que se buscan son de tipo sectorial no teniendo presente este marco global.
No es no se tengan que atacar los problemas, como el de seguridad o el de la escasez, el de la inflación. Pero si no se tiene el marco general se está dando vueltas por aquí, por allá, yéndose por las ramas.
Y, desgraciadamente, en todas estas conversaciones que se tienen, por ejemplo, llega ahora al país la UNASUR, el gobierno ha propuesto un congreso de paz y diálogo, pero lo central no se toca, que hay un proyecto de tipo uniformizante, totalitario. Como sabe, el episcopado lo ha calificado de totalitario con todo lo grave que eso significa, porque totalitarismo es peor que una dictadura. La dictadura busca el control político, algo del control económico, pero no el control global, político, económico, cultural, etc.
J.Z. Monseñor, cuando existe injusticia la gente espera que la justicia del país obre en consecuencia…
OP. Aquí no hay justicia, hay una concentración del poder. El Tribunal Supremo de Justicia parece una sucursal de la casa de gobierno. Lo mismo dígase de las Fiscalía General de la República. Cuando aquí el Ejecutivo manda a apresar a alguien el poder judicial aplica eso al pie de la letra. DE manera que no hay una división de poderes que es característico y exigencia de la democracia. Entonces ¿dónde apelar? No hay.
J.Z. Los obispos dicen que la crisis no se resolverá por la fuerza. Hay muchos que tienen puestas sus esperanzas en la mediación del Vaticano. Dos cosas sobre esta cuestión. Yo sé que usted no puede asegurarlo, pero cree que la Santa Sede tendría voluntad para acceder a una petición de esta naturaleza.
O.P. Antes de responder a esa pregunta, lo otro acerca de que de parte oficial se cree que las protestas y todo eso se van a cavar por la fuerza. Eso es una trágica ilusión.
Ahora, con respecto a lo de la Santa Sede. No sé qué haya de manera más concreta, pero lo que yo veo es lo siguiente: la Santa Sede ha manifestado su disposición de colaborar con una salida positiva en el país, un logro de la paz, de la concordia y de la unión. Ese es un elemento muy positivo que ha sido apreciado. Concretamente sobre una mediación, lo cual tiene sus exigencias, no se ha planteado mediación formal por parte de los actores y a pedido de la disidencia. Pero por parte del gobierno, no se ha aceptado una mediación, sino simplemente se ha hablado como presencia, como testigo en todas estas cosas. Es decir, sobre eso no hay nada concreto.
J.Z. Efectivamente, sé que el gobierno no ha dicho nada acerca de una mediación del Vaticano, pero hay, ¿cree usted una buena disposición por parte de la oposición para que ello suceda?
O.P. Yo diría más que una disposición. Un deseo, porque la situación del país es, como lo dijo el episcopado en el último comunicado, es sumamente grave. Extremadamente grave. Y he leído una declaración del provincial de los jesuitas que planteaba la pregunta: ¿hasta cuántos muertos tenemos que llegar para entender que se necesita una búsqueda de consenso para una salida o una solución aceptable o viable a la problemática nacional?
Así no puede caminar un país. Prácticamente estamos divididos por la mitad. Y de parte del gobierno no se quiere reconocer a la otra mitad. Por eso toda manifestación, toda protesta se la interpreta como actos terroristas o actos de conspiración. Así no se puede tratar a una oposición. Hay alcaldes que se están destituyendo abusiva e inconstitucionalmente desde el poder, desde el Tribunal Supremo de Justicia en cumplimiento de órdenes del Ejecutivo. Y se acaba, nada más y nada menos, en la Asamblea Nacional, se la ha votado prácticamente de toda representación como diputada a alguien que ha obtenido la mayor votación de parte de la ciudadanía (María Corina Machado).
A mí me preocupa que esto de la naturaleza del proyecto mismo poco se maneja. Se manejan las cosas puntuales pero no la naturaleza del proyecto mismo, porque ese es el problema. Se puede buscar y tener solución para un tema sectorial, que ya es algo positivo, pero si no atiende, no se tiene en cuenta el proyecto que, como una tenaza, se va cerrando, porque la tenaza se va cerrando.
Cuando se compara la situación de hace dos años con la de ahora en el campo comunicacional o en el campo económico o en el político, ciertamente el proyecto de tipo totalitario va en marcha. Eso tiene una lógica y lo que algunos conceptúan de abuso simple del poder o ineficiencia, ineficacia o errores, no. Eso está en una lógica muy bien calculada y hay que pensar que nosotros no estamos tratando solamente con una memoria de 15 años que ha durado el régimen, sino con una memoria mucho más larga, la castrocubana. Eso se está aplicando aquí en Venezuela. Hay un influjo fuerte del gobierno cubano en la política venezolana ya desde los tiempos del difunto comandante Chávez que prácticamente su último tiempo lo pasó en La Habana y desde allá daba sus instrucciones.
J.Z. Ud. ha propuesto claramente un cambio de gobierno. Concretamente un gobierno de transición, de integración, de unión y de salvación. Propongo la formación de un gobierno que pueda abrir paso a una gobernabilidad sólida y estable. Un gobierno de ese tipo, ha dicho usted debería tener como referencia los resultados de las últimas elecciones presidenciales. Es decir debería estar formado por miembros del oficialismo y de la oposición. ¿Es correcto?

O.P. Yo he lanzado eso sobre la mesa ante la situación extremadamente crítica en el país. Como cuando se busca una salida ahí tiene algo sobre la mesa como elemento de discusión. Porque no vasta simplemente con la denuncia, con la protesta, sino que es necesario buscar caminos. Es lo que le he escrito al Presidente de la República. No es algo fraguado subrepticia o clandestinamente. He declarado también que yo no soy competente ni tengo porque entrar en materia de dar las vías o los caminos o el método para una solución de ese tipo. Simplemente he puesto algunos sinónimos para denominar que es lo que se querría. Un gobierno de unión, de integración, de salvación. Es decir, algo que permita ir a una situación de gobernabilidad de este país. Ahora, cómo eso se compone y aquello tiene que ser tarea de negociaciones y ahí hay expertos.
Lo que se necesita es una voluntad fundamental de buscar una salida en la línea de la Constitución, porque estamos fuera de la Constitución. Hay una autoilegitimación del oficialismo por sus actitudes mismas. Es decir, entenderse como gobierno de una parcialidad del país y no como el gobierno de a toda la nación. Los principios fundamentales de la Constitución definen a la República como pluralista, federal, participativa y entonces, cuando se entiende que hay un proyecto totalizante, eso va directamente en contra de la Constitución.
Cómo llegar a un acuerdo en ese sentido, hay que pensar que la historia no es un fatalismo sino que las situaciones a veces más dramáticas han encontrado salida, no por la buena voluntad o simple aquiescencia, sino por las necesidades, por la compulsión de la gravedad de una situación. De tal manera que así como puede endurecerse esto hacia la aplicación de un verdadero totalitarismo, puede también salir hacia un gobierno de entendimiento, cosa que no es fácil. En la vida no todo es fácil y los pueblos, a veces, ameritan de grandes esfuerzos y sacrificios. Ahí es donde está una buena actuación de UNASUR y una actuación mejor de ciertos organismos internacionales que aconsejen salidas o que presionen salidas. No en el sentido que los organismos internacionales a van a solucionar la situación de Venezuela, pero sí aconsejar, empujar.
Aquí se nota como países de América Latina que han sufrido fuertes dictaduras, se muestran muy complacientes con lo que pasa en Venezuela. Olvidando países como Brasil, Argentina, Chile, Uruguay, que han tenido situaciones en la cuales Venezuela, en un momento determinado, fue como una especie de oasis donde venía gente perseguida en sus países. Ahora interpretan esto como veleidades democráticas o deficiencia democrática, cuando hay cosas mucho más graves de fondo.
J.Z. Vuelvo al punto diez del comunicado de la Conferencia Episcopal de Venezuela en el que se dice que “todos, sin excepción, somos responsables de la libertad, la paz y el destino democrático de nuestra patria”. Parece que aquí se dicen muchas cosas. Algo así como, nadie podrá decir mañana que no se les advirtió que tenían una responsabilidad en este tema.
O.P. Me parece que es una afirmación muy cierta, teniendo presente que en la responsabilidad existen diferencias y matices, entre los que tienen más posibilidades, más poder en las manos hay mayor responsabilidad y en otros, que cargan con una responsabilidad tan pequeña que casi es imperceptible. Pero ciertamente tiene que tomarse muy en serio por parte de los sectores de decisión del país porque se ha sufrido ya mucho en Venezuela. Se han destruido muchas cosas y hay una situación ahorita de exasperación, de hartazgo de caminar como sobre vidrios, de espinas, de sobresalto. De tal manera que no hay paz, no hay serenidad para el relacionamiento mutuo en la vida del vecindario. Por eso en las grandes ciudades hay continuamente manifestaciones y bombas lacrimógenas, con gente de los cuerpos oficiales, como si estuviéramos en una guerra internacional o atómica. Eso no es para una sociedad democrática, donde tiene que haber protestas y disidencia, pero también un trato adecuado porque estamos en una sociedad civil y civilizada y no en un campo de guerra.
Y las intervenciones del episcopado, que no son bien interpretadas por el sector oficial, porque pareciera que fuera un alineamiento con la disidencia. No. Esto es en plano de la defensa de la libertad, de la justicia, de la solidaridad. Buscando una racionalidad mínima. Que se piense así es producto de concepciones no democráticas. No solo dictatoriales, sino de tipo totalitario, que creen que toda la población tiene que encajonarse en una manera de pensar ideológica; toda la educación tiene que ser para la formación de una ideología y toda la economía tiene ser estatizada, la planificación centralizada extrema, que todo tiene que estar en manos del Estado que se identifica con el gobierno, con el partido y que se identifica con un líder.
Pero, como digo, la historia no es fatalismo, es construcción de libertad. Hay que trabajar por salidas.
Hay cosas que tienen futuro en la historia y hay cosas que no la tienen. Pase lo que pase y se tarde el tiempo que sea. Tiene futuro la libertad, la paz, tiene futuro la justicia, la fraternidad. No tiene futuro la opresión, el apartheid, ni las imposiciones ni las represiones. Cómo todo esto se abriendo camino es otra cosa.
J.Z. Monseñor Ovidio Pérez Morales, no dudo que muchos venezolanos están escuchando ahora su voz y sus opiniones. Cuál sería el mensaje para ellos en estos momentos de crisis y gran preocupación.
O.P. Hay un refrán que es muy utilizado, que dice: ‘A Dios rogando y con el mazo dando’. Pedirle mucho a Dios. Al Señor Jesucristo, príncipe de la paz y Dios que extiende su mano misericordiosa y bondadosa, para darle vigor a todo este accionar humano. De parte de todos los venezolanos, un gran esfuerzo, entender que la situación es muy crítica, pero también que tenemos potenciales bastante grandes para salir de esto. Pero, siempre en el sentido de una unión respetuosa de la diversidad, tenemos que trabajar con unión. No a pesar de que somos diferentes, sino precisamente porque somos diferentes y para que continuemos en una sana y positiva diversidad y diferencia. Entendernos y buscar caminos conjuntos, haciendo todos los esfuerzos por el encuentro entre nosotros los venezolanos con la diversidad de colores, de maneras de pensar. Buscando el bien común y eso no solamente es posible sino es indispensable y urgente.
Pareciera que los sectores enfrentados hubieran escuchado las palabras finales de monseñor Ovidio Pérez Morales, arzobispo emérito y ex presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana. Ayer martes, tras la reunión entre el gobierno y una delegación de la Mesa de Unidad Democrática se ha acordado iniciar un proceso de diálogo para salvar al país de la aguda crisis que vive. La reunión contó con los buenos oficios de UNASUR.
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