Róger Cortez Hurtado: “Después del Mas viene el MAS”

El Director del Instituto Alternativo de La Paz, Bolivia, es investigador y analista de temas sociales, económicos y políticos. Concita atención su total independencia política y su exposición contundente sobre la crisis del MAS. Conocer su análisis ayuda a entender mejor la realidad de Bolivia

Se dice con acierto que una de las disputas más graves es la fratricida, la que se da entre hermanos. ¿Se trata de una disputa por el poder? ¿De una rencilla originada por el protagonismo de dos personajes: el presidente Luis Arce y Evo Morales? ¿Se trata de un proyecto político distinto o es una combinación de varios factores?

Lo principal está mencionado en su pregunta. En la superficie es una fiera disputa por el control del aparato del Estado y el del movimiento al socialismo, que es una gran coalición -más que un partido- de organizaciones sociales y de militantes dispersos de partidos, núcleos de antiguos partidos, de un fenómeno que sobre todo han estudiado los argentinos y que llaman el movimientismo latinoamericano, que no es lo mismo que el populismo que con tanta facilidad se utiliza en la actualidad. Este movimiento tiene puntos de contacto con el populismo, porque se trata de organizaciones con una referencia fuerte en un dirigente con atractivo mesiánico. Tienen lazos importantes en el Cono Sur, en especial en el campo nacional y popular con vocación contestataria hacia los poderes hegemónicos, y estructuras intermedias, más o menos lábiles.

Hay una disputa por el poder del Estado, por el control de la coalición del movimiento al socialismo. No es una verdadera disputa ideológica. Aquello que el señor Juan Evo Morales Ayma llama entre comillas la derecha, significa en su imaginario, supuestamente lo que se relaciona con Estados Unidos, lo que tiene que ver con la economía de mercado, de una manera un tanto difusa, porque la base social del MAS es principalmente campesina, más que indígena, es decir, los campesinos, son la mayoría del país, de origen étnico. Pero se diferencia de los indígenas contemporáneos que viven en tierras comunitarias de origen. Esta no sobrepasa el 3%, mientras que los campesinos y sus descendientes urbanos que han formado nuevas clases medias se acercan al 70%. Entonces el MAS representa esa base polimorfa muy rica.

Ahora, hay una ruptura y cambio de fuerzas en el MAS. Déjeme darle un ejemplo. Hasta 2019, la fuerza social protagónica eran los cocaleros del Chapare. Aproximadamente 100 mil familias, medio millón de personas como mucho. Los del Chapare se pelearon con los cocaleros de Yungas, más o menos la misma cantidad de gente. Los del Chapare, de donde proviene Evo Morales, ya no están en el bloque hegemónico del poder.

Más allá de la pugna de los caudillos, el hecho de que Arce -como lo llama Morales, el contador, el cajero infiel- se rebelará contra su amo y patrón, es la causa más emotiva, más próxima al movimiento de los políticos.

El poder. Dos aspectos: uno es la nomenclatura y otro, las fuerzas sociales. Diversos analistas aseguran que por el momento se ha quedado con la nomenclatura del MAS Evo Morales después de su congreso ordinario. ¿Usted comparte ese criterio?

La terminología soviética no se ajusta a lo que pasa aquí. No. Las tendencias que tenemos los latinoamericanos, una de nuestra ideología desarrollista es la inclinación a la imitación y a categorías equívocas. No. Los técnicos y profesionales que permanecen con Evo Morales y alguna jefatura intermedia de ciertos sindicatos, no son una nomenclatura, que, en todo caso la mayor parte de ella está con Arce. Definitivamente lo que yo llamo burocracia estatal en Bolivia siempre ha sido, desde los años 50 en adelante burocracias estatales que se vuelven con el tiempo -eso sí ocurrió en países que se autodenominan socialistas- burguesías burocráticas. Ingresan al ejercicio del poder con su traje, unos poquitos ahorros, mucha elocuencia, capacidad de hacer amarres políticos, en fin, y se colocan a la cabeza de grandes empresas públicas. Desde las arcas del Estado fluyen fortunas hacia bolsillos privados del sector público. Y cuando salen estos gerentes, estos técnicos, muchos abogados, demasiados abogados, establecen sus empresas.

Es la historia de siempre. Esta burocracia aspirante a burguesía burocrática ha tomado el control del aparato, ha restablecido su ascendencia sobre las organizaciones sociales, principalmente las campesinas.

Cuando hablamos de la Confederación Campesina, palabras más, palabras menos representan más del 50% de los electores. Es decir, hay una gran capacidad electoral en esa confederación y eso está en manos del Gobierno.

En gran parte sí, porque hubo un Congreso de la Confederación Única de Trabajadores Campesinos, en la ciudad del Alto. Allá se demostró que el poder del control del Estado puede romper esta confederación que se había mantenido unida durante mucho tiempo, la quebró.

La cabeza de la organización está acostumbrada a ser mimada por el Estado. Viajes, candidaturas, oficinas, secretarias, celulares, en fin, un conjunto de prebendas. Quien tiene mejores posibilidades de mantenerlos aún en la difícil situación económica del país, es quien controla el aparato del Estado, sobre todo en organizaciones sociales. Arce Catacora ha logrado lo que el semi Maquiavelo, el anterior vicepresidente, que tenía pinta más bien de aristócrata europeo, el señor García, consiguió con Evo. Maquiavélico, digo, porque está clarito que él tenía el control de varios aparatos con esa forma sutil de ejercer el poder, diciéndole Evo, “¿te acuerdas cuando me dijiste que la energía nuclear era importante? ¿Yo te dije eso? Pero, desde luego Evo, ¿no te acuerdas?” Un maestro de ello, el señor García.

Los que rodean a Arce Catacora no tienen ni la tradición, ni el estilo, ni la clase, entre comillas, del señor García Linera, que se podía equivocar en sumas sencillas, aún siendo matemático.

Al lado de Evo Morales han quedado pocas figuras. Porque él ahuyenta como ahuyentó a García, que fue su fiel escudero. Lo echó a golpes en la cabeza, diciendo que pensaba que lo traicionaba. García Linera supo siempre que para ejercer el poder con Evo había que ser sumiso, silencioso y tuvo ese papel. No sé en qué momento dijo algo que no le gustó al otro.

Si hay una división en este movimiento llamado MAS, que es la fuerza política más importante del país, uno debería suponer que eso produce un debilitamiento que puede ser aprovechado por la oposición. Pero visto esto desde afuera, esto parece que no es cierto. La oposición está en un momento, digámoslo diplomáticamente, de particular debilidad.

Desde diez mil kilómetros usted ve mejor la situación que los opositores bolivianos. No han podido desde 2005 en adelante articular una respuesta. Bolivia tiene la particularidad de que es una democracia que funciona sin partidos políticos. Existe este gran movimiento social que es el MAS y al frente hay grupos que tienen una sigla, grupos circunstanciales, en su mayor parte son frentes que se estructuran para una elección.

Una muestra de la fragilidad de estos entes: el más sólido de ellos hasta hoy es el conducido por el expresidente Carlos Mesa, Comunidad Ciudadana, hermosa denominación que alude a una organización más o menos horizontal, más o menos colectiva, no obstante, no pudo zafarse del caudillismo y el único con la palabra final, la tiene una persona, el jefe. Ellos, que se mantuvieron bastante bien en esta tormenta boliviana, un periodista de la revista Time, decía, el plazo largo en Bolivia es de tres meses, aludiendo a la fluidez de la situación. Ojo con llevarse una imagen pintoresca, que aquí pasa cualquier cosa y no pasa nada. Existe una organización política social más estructurada que en varios de los países vecinos. Las anécdotas, que es de lo que suele ocuparse el periodismo, tantos golpes, tantos presidentes, pasa por alto un tipo de sociedad que ha permitido que sea el único lugar de que alguien -en este caso un campesino- llegue a la presidencia auto denominándose indígena, qué era una mala palabra logra conducir al país con mayoría absoluta. O sea, se trata de procesos largos, con gran consistencia.

Sin embargo, la democracia boliviana, que lleva 41 años y que en lo esencial conserva aspectos importantes como libertades, garantías para la mayor parte de las personas, no para los opositores, definitivamente. Aquí tanto Morales como Arce si pudieran imitar del todo al señor somocista Daniel Ortega, lo harían. Hacen intentos. La idea era una gran reforma estatal que manteniendo lo democrático, incorporase elementos peculiares en la vida del país. No lo consiguieron. Más bien ahogaron esos procesos.

En esta fluidez que existe, es difícil hacer pronósticos que vayan más allá de los seis meses. Por ejemplo, cuando subió el señor Arce, yo tenía la impresión, lo dije, y creo que no ha superado la situación de riesgo. Para él, la división del MAS puede hacerse aún más violenta y el señor Arce es una persona frágil y temerosa, igual que Evo, como se mostró en los momentos duros de 2019. Ambos salieron pitando uno a la embajada y el otro al avión que le dio López Obrador. Además, Arce que es más frágil, si se sigue complicándose lo social y el descontrol de la economía no mejora, no se puede descartar que en X meses llame a una elección adelantada. No es una posibilidad inminente, pero es algo que podría ocurrir.

De hecho, todo va más allá de la añoranza que tiene el señor Morales de volver a La Casa Grande del Pueblo, al Palacio de Gobierno con su departamento de mil metros cuadrados, quiere sus dos aviones presidenciales, su flotilla de limusinas, quiere su guardia pretoriana, no cabe duda. Ha llegado a ese Olimpo donde uno se siente distinto a los mortales. Es una fuerza intensa en las personas.

El MAS ha logrado mayoría absoluta durante varios años y elecciones, de tal manera que no es difícil suponer que ha tenido éxito también desde el punto de vista social. ¿Lo sigue teniendo? Es decir, ¿el MAS beneficia a la población mayoritaria de Bolivia?

Paso enseguida a responder esa pregunta, pero dejé algo pendiente sobre la oposición. Es que, a diferencia de García Linera, que ha pronosticado que, si fueran divididos Arce y Morales, el MAS perdería. Yo no lo creo. No tienen a nadie al frente. Y aunque hubiese una coalición de todos los que se oponen al gobierno, como Unidad Ciudadana que llegó con una nueva aureola, acaba de perder ocho diputados, los ha tenido que expulsar, porque se han apegado al ala del Gobierno. O el señor Luis Fernando Camacho, que uno diría por su ascendiente ideológico radical de derecha, perdió casi la mitad de su bancada al empezar la gestión parlamentaria solo porque querían cabezas de comisiones, secretarias. Minucias. Entonces no hay nadie al frente.

Ya le digo, todos juntos no son ni la mitad del MAS. Por ahora pongámosle fecha, si tuviésemos elecciones en diciembre, después del MAS viene el MAS, no importa con qué nombre, pero esto es fluido, puede cambiar la situación económica. Los especialistas vienen pronosticando desde el comienzo del gobierno del MAS catástrofes que no se han presentado. Y no es que la situación esté bien. Deuda interna y deuda externa suman 80% del PIB en la actualidad. El 50 de ese 80 es deuda interna y, cosa terrible, ahora que el Estado se ha hecho cargo de las pensiones con una gestora prestándose dinero que es propiedad de los jubilados que lo han ahorrado, entonces no se sabe bien cómo puede marchar la cosa. y sus planes, por ejemplo, de comprar parte de los 3.300 que exportamos en oro, los quiere comprar con bolivianos. No le está yendo muy bien, estos 3300 que exportan, son sociedades entre cooperativistas y empresarios colombianos, peruanos, brasileños, chinos, muchos chinos que ponen capital, dragas, mercurio, etcétera, que cobran la parte de León. A ellos no les interesa venderle oro en moneda boliviana al Banco Central.

Si no controla esas variables, Arce podría verse acorralado, como ha ocurrido hasta ahora por su propia base social. Porque… ahora la pregunta: sí tiene una gran base social. En estos últimos 20 años gran parte de la población campesina popular, los comerciantes populares que son más de un millón, los transportistas que llevan público en las ciudades, como los de carga pesada, etcétera, han mejorado su nivel de ingresos y de ahorro. Para esto no hay que ser ni ministro, ni simpatizante del MAS. Está probado.

La memoria histórica de la gente dice: este gobierno lo sabemos corrupto, desleal, traiciona la Constitución, la pisotea. Tenemos un Tribunal Constitucional que de guardián de la Constitución se ha convertido en verdugo y padrastro de la Constitución. Ellos han dado el golpe de Estado en 2017. ¿Cómo lo han hecho? Evo Morales, a través de su bancada, pidió revisar un artículo que prohíbe que un presidente pueda elegirse más de dos veces sucesivamente y que el pueblo rechazó además en referéndum. Entonces le pasaron esto al Tribunal Constitucional constituido por nueve delincuentes, nombrados así por la Cámara Parlamentaria. Cada uno tenía juicios por corrupción. Con ese puñal en el cuello se planteó el recurso. Así, los señores respondieron, sí, existe el derecho humano a reelegirse continuamente de por vida. Lo dijo ya Robespierre, lo proclamó la élite de la Revolución Francesa, según ellos, y está en el Pacto de San José. Hasta que la Corte Interamericana declaró que no puede existir ese derecho porque rompe un principio básico, y es que todos entran en condiciones iguales, pero un presidente nunca entra en condiciones iguales a una elección. Entonces, que tenga esa posibilidad permanentemente atenta contra el derecho de todos.

Ahí se dio un golpe de Estado, porque cambiaron la Constitución, que establece que no se puede mover una coma de ella sin referéndum popular. Modificaron como siete artículos. En otras palabras, declararon inconstitucional a la Constitución, la reformaron y anularon dos elecciones. Pasaron por encima de la soberanía popular. El golpe de Estado estuvo ahí.

Yo le digo a Evo, sí hubo golpe y hubo fraude. El fraude no solo se realizó la noche del conteo, es un proceso de uno o dos años en que las fuerzas del MÁS controlaron al órgano electoral y eran sus vasallos la mayor parte del Tribunal Electoral. En definitiva, hemos creado este monstruo.

El Tribunal Constitucional actual es el oscuro objeto del deseo de la pelea de Arce y Morales. Porque el Tribunal Constitucional, una vez que se ha puesto por encima de la Constitución, puede decir a partir de mañana que Bolivia se llamará Zapatolandia, que tiene como bandera plata y oro y que está situada en Europa. Todo ello de acuerdo con las convenciones de Kabul, Varsovia y lo que quiera, porque se le ha dado ese poder.

Se lo digo matizando con cierta ironía, pero no me aparto un milímetro de la situación del poder real que se le ha otorgado al Tribunal Constitucional. Ese órgano que debiera reelegirse con otros magistrados el 31 de diciembre se va a prorrogar, si depende de los políticos que bloquean la elección.

Hay temas que son importantes para Bolivia: el cambio climático, el tema económico, la reforma de la justicia, entre otros. ¿Van a tener que esperar hasta que se resuelva la disputa entre estas dos facciones del MAS?

Chilenos, paraguayos, bolivianos, argentinos venimos esperando, aunque no lo sepamos, décadas. Una característica del pueblo boliviano es que, con la gran ascendencia de la cultura indígena de estos 36 pueblos, despliegan una paciencia estratégica infinita, pero no se mantienen quietos.

El modelo que defiende como particular el señor Arce Catacora, es en realidad un regalo de la Embajada Americana del año 1940. Se llama Plan Bohan y ha venido siendo ejecutado, con variantes, entre estatistas y liberales, desde entonces hasta hoy. Merwin L. Bohan, nos planteaba básicamente: sigan explotando recursos naturales, avancen hacia Oriente. La marcha hacia el Oriente lleva en población las migraciones internas en Bolivia y son más importantes que la lucha de clases. Hagan algo de industria con el petróleo. Algo de azúcar. Ese plan sigue vigente. Ahora le ponemos soja, imitando a Argentina, a Paraguay o al Brasil, usando su paquete tecnológico de semillas transgénicas y potentes agroquímicos. La gente empieza a hacer otras cosas.

No es que se va a esperar. Acabo de escribir un trabajo de investigación donde detecto diversas iniciativas de grupos más pequeños o grandes. Alguien ya desarrolla un plan para que Bolivia produzca diez veces la cantidad de quinua que produce el mundo, plantando en áreas desérticas como los israelitas o como algunos países árabes, o explotar nuestros bosques sin destruirlos. El futuro de la economía boliviana es de biodiversidad. No son ni siquiera el litio y los minerales o los hidrocarburos. Son el agua, el oxígeno. Estas tendencias laten, se expresan.

El protagonismo noticioso va a seguir por la senda caótica, minúscula, mezquina de los políticos profesionales. Pero la sociedad boliviana se mueve no solo creando nuevas formas económicas, sino recuperando la Constitución aprobada en 2009, la única que en Latinoamérica ha surgido de diez años de deliberación colectiva, aprobada en referéndum y que ha sido abandonada. La gente pide restaurar esa gran descentralización. Autonomías, participación y control social. Una democracia más sana, más oxigenada y de avanzada.

 

 

José Zepeda

Periodista, productor radiofónico, capacitador profesional.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Resuelva la operación: *