Elecciones en México
Todo parece indicar que el resultado de las elecciones del próximo domingo en México es la crónica de una victoria anunciada. Según Oraculus, Todo elecciones, Andrés Manuel López Obrador tiene una intención de voto del 49,6%, Ricardo Anaya lo sigue con el 27% y José Antonio Meade, en tercer lugar, con un 20,4%. La profesora mexicana Guadalupe Correa siente que la victoria de AMLO podría significar la posibilidad de un cambio. Sin olvidar que las expectativas que se ponen sobre el candidato son tan grandes que a lo mejor cualquier resultado tenga más tarde gusto a poco.
Me incluyo entre quienes tenemos grandes esperanzas de cambio, pero tengo mis dudas que las cosas vayan a cambiar porque cambian las personas de la administración. Hay de por medio muchos intereses que pueden dificultar el cambio.
Lo primero es la reformar y el fortalecimiento de las instituciones. Hay que sacar al ejército de las calles. Para ello debe concretarse finalmente la indispensable reorganización de la policía a nivel local, regional y estatal. No es algo que se consigue en el plazo de una administración. Se trata de un mal que se arrastra por décadas, pero que es hora de abordarlo con una estrategia específica a largo plazo. Se equivoca el virtual ganador de las elecciones si piensa que el país -tal y como lo anunció en una manifestación electoral- puede pacificarse en el lapso de tres años.
El pacto de impunidad es otro de los grandes temas pendientes en México. Impunidad implícita cuando las investigaciones son puestas en un limbo porque afectan a altas autoridades, incluyendo al presidente de la república. Ahí está el caso Odebrecht, que señala a un exdirector de la petrolera estatal PEMEX, como figura sobornada. Solo dos países no han hecho investigaciones sobre el tema: México y Venezuela. En forma más amplia el de abajo se justifica con el de arriba: “tú también lo haces”. En los espacios públicos se tiene conocimiento cabal de estas prácticas y se opera con total tranquilidad porque se sabe que no habrá consecuencias. Es una cadena, una historia de nunca acabar.
De la corrupción a las drogas. México con la frontera norte ha tenido una gran presión para seguir las agendas de los Estados Unidos. El país declaró una guerra en contra de las drogas que no era necesaria. Las drogas como tales no son un problema de México. En verdad, la forma en que los Estados Unidos quieren solucionar su problema de las drogas, que no han logrado pese a los ingentes recursos que se han invertido por parte de la DEA y otras agencias- Los cargamentos de cocaína siguen llegando a los Estados Unidos.
¿Para qué es en realidad la estrategia antinarcóticos de los Estados Unidos? México ha dedicado mucho dinero para militarizar su política de seguridad. Las consecuencias son severas. Desde el primer momento los crímenes aumentan exponencialmente y no han podido bajar.
“Esto tiene mucho que ver con una estrategia que no es mexicana. México sigue siendo el patio trasero de los Estados Unidos. Y hoy como nunca con la administración de Donald Trump se puede apreciar. Aún haciendo todo para quedar bien con el vecino nos tachan de lo peor. Y para peor van a construir un muro y lo vamos a tener que pagar nosotros. No es tan distinto del pasado, pero ahora es mucho más claro”.
Lo cierto es que México ya ha pagado el muro. Lo ha pagado con vidas. Además, las ciudades fronterizas norteamericanas se han beneficiado -contrariamente a las ciudades mexicanas- de la guerra contra las drogas en materia económica y seguridad. De hecho, los crímenes de alto impacto se han reducido en el lado estadounidense.
No es fácil entender porque se persiste en una estrategia fracasada. Tampoco insistir en ir en contra de la oferta y no de la demanda. Tal vez, y eso sería terrible, el objetivo no es terminar con esta realidad. La DEA se nutre de tener este problema. A lo mejor uno de los objetivos es el control hemisférico. Por otro lado, las agencias que se dedican al caso necesitan presupuestos. Se trata de la necesidad de incentivos burocráticos y políticos.
La otra cara del problema es la vulnerabilidad de los países del sur, que se constituyen, involuntariamente, en canteras del narcotráfico. La pobreza empuja a muchos jóvenes al crimen. Es un tema escasamente discutido. El Tratado de Libre Comercio acabó en México con sectores del área agropecuaria que ha obligado a los campesinos a emigrar a las ciudades o a los Estados Unidos. Otros han optado por el cultivo de materia prima para las drogas.
“En síntesis, yo creo que Donald Trump da una gran oportunidad a México para hacer cambios fundamentales. Mirar al sur. Tener mejores relaciones y mayor comercio con nuestros vecinos de América Latina. En este sentido, no es malo que Donald Trump este en el gobierno de los Estados Unidos”.