Vilma Núñez: El Frente Sandinista es un rehén, no digamos de las aspiraciones, sino de las ambiciones personales de una pareja
Vilma Núñez, comenzó muy joven su lucha en contra de la dictadura somocista y en su defensa de los presos políticos. Fue encarcelada, torturada y condenada a diez años por delitos que jamás cometió. Salió de la cárcel, merced a una fianza, poco antes del triunfo sandinista. Fue Vice-Presidenta de la Corte Suprema de Justicia de Nicaragua entre 1979 y 1987. En 1990 impulsó la creación del Centro Nicaragüense de los Derechos Humanos. La dictadura de Daniel Ortega la tiene en su lista negra. A los largo de los últimos años ha sido perseguida, amenazada, denigrada y objeto de ataques a su domicilio en León. Es la más destacada defensora de los derechos humanos de Nicaragua del último medio siglo

Señora Vilma Núñez. Voy a comenzar por lo elemental. Cómo está usted?
Como se puede estar en Nicaragua, un país azotado por una pandemia implacable que azota a todo el mundo y una pandemia nacional producto de la dictadura.
A usted la han perseguido sistemáticamente en estos últimos años. Me extraña que no esté en la lista de los que han sido arrestados, encarcelados y algunos de ellos desaparecidos por muchos días.
Es la pregunta que me hago. Me imagino que son razones de edad. Tal vez no están preparados para cargar con el espectáculo de ver salir de la cárcel un cadáver de esta magnitud.
Pero como defensora de derechos humanos, como militante que fui y actora de la revolución, me siento una sandinista, una revolucionaria traicionada.
Prácticamente me separé desde el año 1998 del Frente Sandinista, en el momento en que tuve que tomar la decisión de, o asumir el compromiso con la defensa de los derechos humanos y específicamente los derechos humanos de las mujeres o defender mi militancia política. Me refiero a verme enfrentada a asumir la defensa de Zoila América Narváez, la hija adoptiva violada por Daniel Ortega, a quien la ha defendido todo el movimiento de mujeres a nivel nacional e internacional, pero yo asumí la defensa directa de ella. Desde el primer momento fui consciente de lo que eso significaba. Desde entonces el Gobierno me considera una enemiga jurada, no solo de lo que fue la revolución, sino que enemiga personal de los Ortega-Murillo, porque ellos se consideran la revolución. Piensan que encarnan todo lo que fueron las aspiraciones del pueblo nicaragüense para construir un país digno y traicionaron a la revolución, traicionaron los principios que la inspiraron y en este momento prácticamente ya no existen. El Frente Sandinista se ha convertido en un rehén, no digamos de las aspiraciones, sino de las ambiciones personales de una pareja. Y digo pareja porque Daniel Ortega ha puesto a gobernar junto a él a su esposa desde el año 2016, tras un proceso electoral nada claro e impuso su reelección y la eligió a ella como vicepresidenta.
Permítame que insista en este punto, que me parece fundamental. Me está diciendo usted que de aquellos principios emancipadores, porque realmente lo fueron, que alimentaron al Frente Sandinista para terminar con la dictadura de Somoza ¿ya no queda nada?
No queda absolutamente nada. Lo que existe en sustitución de esos principios es la decepción para todos los que en un momento creímos a nivel nacional e internacional. La expectativa y la solidaridad que generó esta revolución fue traicionada.
Yo puedo afirmar, porque al fin, soy uno de los actores de la revolución, Daniel Ortega, ha sido su principal traidor, detractor y destructor. No solo de los principios de la revolución, sino del partido mismo. El Frente Sandinista solo existe en la firma, pero en realidad ya no es un partido. Todo se decide en el Carmen, en donde Daniel Ortega, irrespetando toda formalidad, ha centralizado allí, en su propia casa, lo que queda del Frente Sandinista, del que sigue siendo Secretario General, como la Presidencia de la República. Esa es la naturaleza del gobierno que tenemos.
Usted comenzó diciendo de que Nicaragua vivía dos pandemias, una, la del coronavirus y, otra, la de la pareja Ortega-Murillo. Hablemos de la primera, porque me acaba de llegar al teléfono un llamado de la organización que usted dirige. Piden a la ciudadanía que se sume a una cuarentena voluntaria. ¿Por qué voluntaria?
Se trata de una campaña impulsada por quien ha hecho las veces de gobierno de este país, el Observatorio Ciudadano Independiente para la Vigilancia del Coronavirus. La hemos llamado voluntaria porque el Gobierno ha entorpecido de todas las maneras posibles y ha obstaculizado cualquier medida para buscar controlar y ayudar a prevenir la pandemia. Impulsa una serie de acciones para fomentar las aglomeraciones, las fiestas, los actividades deportivas, con el objetivo de engañar a la opinión pública, aparentando una normalidad o una soberbia impresionante, queriendo dar la impresión, a nivel mundial, de que Nicaragua es uno de los pocos países, inexistentes, que mantienen bajo control a la pandemia.
Una de las primeras afirmaciones que hizo fue que en Nicaragua jamás se va a declararía una cuarentena. Por eso llamamos a una cuarentena voluntaria.
Estamos a escasas semanas de que llegue la fecha de noviembre para elegir nuevo presidente de Nicaragua. Van a ser unas elecciones por decirlo, muy originales ¿no le parece?
Definitivamente. Lo hemos proclamado y pregonado mediante organizaciones, sectores sociales y políticos, la Iglesia Católica e incluso a nivel internacional, el Parlamento Europeo, a través de una de las más destacadas representantes, Soraya Rodríguez, de que aquí no se puede hablar de elecciones. Decir elecciones es de alguna manera hacerle el juego al discurso que quiere mantener Daniel Ortega. De ninguna manera.
Si se llega a consumar esa actividad donde hacen concurrir a la gente. Lo que habrá es una simulación de elecciones donde prácticamente los resultados ya están predeterminados para mantener el control total y absoluto del país.
Lo que va a ver es la concurrencia de gente comprometida u obligada por diferentes circunstancias a ir a depositar un voto que ya está contado. Así se va a consumar una vez más la violación a los derechos políticos y al derecho a elegir y ser elegidos.
O sea, si no encontramos otra salida, la dictadura bicéfala continuará. Por eso es que nosotros hemos lanzado otra campaña: “La lucha por Nicaragua empieza ahora” o sea, debemos empezar o pensar, ¡qué vamos a hacer frente a esta dictadura!
A eso iba encaminada una de mis últimas consultas. Yo sé que usted le ha dedicado la mayor parte de su vida a la defensa de los derechos humanos, de las mujeres. Y me consta, en consecuencia, de que si no tuviese esperanzas no estaría en esto. Pero todo hace suponer, que este será un camino largo y doloroso.
Es un camino súper largo. Lo digo y tengo la angustia, la frustración, de que la vida no me alcance para ver al final. Pero tengo un compromiso conmigo misma y con mi familia, con la gente de Nicaragua. No dejaré de luchar por los derechos humanos hasta que pueda o hasta que me dejen. Porque aquí, en este momento, en esta circunstancia y siendo nosotros, hablo de nosotros porque quiero referirme al Centro Nicaragüense de Derechos Humanos, la organización con mayor cobertura nacional, con vinculaciones a nivel internacional, fue una de las primeras a la que se destruyó. Se nos quitó la personería jurídica el 12 de diciembre de 2018, pero, con la indignación que el acto ilegal e inconstitucional nos cerraba, dijimos, “no nos van a callar, seguiremos defendiendo los derechos humanos” No fue una frase, nos salió del corazón a todos los que nos quedamos en Nicaragua.
Hay mucho miedo. El gobierno ha logrado neutralizar las manifestaciones, ha impuesto su aparato represivo en todos los niveles. Me resulta difícil entender de dónde saca usted el valor para seguir luchando en condiciones tan adversas.
Es una pregunta difícil de contestar. Cualquier respuesta puede ser subjetiva y yo tengo miedo. Quién viva en Nicaragua y no tiene miedo, oculta un sentimiento legítimo. ¡Cómo no vamos a tener miedo frente a una, perdona la comparación, frente a una fiera suelta, dispuesta a todo! Defendiéndote únicamente con la ley y el derecho en la mano, porque aquí no hay ninguna acción de carácter violento. Vivimos bajo un hostigamiento permanente, de todo tipo; económico, terrorismo fiscal, como se le ha llamado. De hecho, una militarización permanente en la calle y ahora capturas completamente ilegales, de secuestro, donde prácticamente permanecen en este momento.
Ahora tienen más de 140 presos políticos y en los últimos dos meses ha capturado a lo más representativo, pudiéramos decir de lo que es prácticamente la oposición organizada, incluyendo candidatos presidenciales y la disidencia política partidaria creíble. Los mantienen por 90 días basándose en leyes que han sido promulgadas específicamente con ese fin.
Hasta ahora se impulsan procesos que sabemos que van a ser amañados. Para empezar, ya decretaron que no lo van a hacer en los juzgados, sino en las instalaciones carcelarias donde lo retienen, violando lo público que debe ser el juicio. Y ayer empezaron a visitarlo -por minutos, por día, 8 minutos, 10 minutos, en un tratamiento diferenciado- por sus familiares por primera vez. Los encontraron irreconocibles, completamente delgados porque no les dejan pasar comida.
Vivimos una situación que sabemos va a continuar. No hay ninguna señal de rectificación. Los organismos internacionales de derechos humanos, como el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, se han empeñado en Nicaragua con todo el más novedoso mecanismo de regulación para buscar una respuesta del Gobierno, para que éste cumpla con su deber de respetar sus compromisos internacionales y sobre todo, con su deber de garantizar los derechos humanos de los nicaragüenses. Y se han estrellado. Lo mismo con las gestiones políticas de la Unión Europea. Cerrazón.
Lo único que le interesa a Ortega-Murillo es mantenerse en el poder, al costo que sea.
Un día de tantos llegó el procurador general de la República, Hernán Estrada, que no sabemos que será de él, se apartó del Gobierno. Llegó para dialogar sobre un problema de propiedad que uno de nuestros usuarios reclamaba. Hubo un momento en que pierde el control y dice: “Dejen de estar insistiendo, porque aquí, en el momento en que Daniel Ortega lo quiera y lo decida, tiene tanto poder que no dejará piedra sobre piedra”. Y eso es lo que está cumpliéndose en este momento.