“Quien manda en este país son los militares” Obispo Padrón, de Venezuela
En América Latina, desde la década de los 60, cada vez más la fe se pone del lado de los perseguidos, de los excluidos, de los que tienen hambre. En Chile, fue el Cardenal Raúl Silva Henríquez, en El Salvador, Arnulfo Romero, en México, Samuel Ruiz García, en Guatemala Juan Gerardi, por nombrar algunos célebres, que siempre tuvieron al lado una larga lista de obispos, sacerdotes, monjas y laicos que respaldaron con valentía la misión de sus faros.
En esa estela se inscribe hoy la labor de los obispos venezolanos. El martes 12 de julio concluyeron su Asamblea General con una exhortación que lleva por título, “el Señor ama al que busca la justicia”. Se trata de un documento que pone sobre la mesa una crítica directa e incisiva, en contra del gobierno que preside Nicolás Maduro. Cada uno de los diez acápites están determinados por la gravedad de la crisis política, económica y social que vive el país. Es como si no hubiese alternativa para ponderaciones que serían graves claudicaciones ante la dimensión del drama nacional.

Monseñor Diego Padrón, es obispo de Cumaná y actual Presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana. En nuestra conversación telefónica no podíamos abarcar los diez puntos de la exhortación de los obispos, por eso, nos resignamos a cuatro de ellos.
El tercero dice que “el discurso belicista y agresivo de la dirigencia oficial hace cada día más difícil la vida. La prédica constante de odio, la criminalización y castigo a toda disidencia afectan a la familia y a las relaciones sociales. Frente a esta situación, el acrecentamiento del poder militar es una amenaza a la tranquilidad y a la paz”.
Con otras palabras, lo que dice la conferencia episcopal es que el gobierno es el responsable número uno de la virulencia verbal y la militarización del país.
“Efectivamente el lenguaje del gobierno, particularmente el del Presidente es siempre en plan de batalla, con una sistemática utilización del lenguaje militar. Además es ofensivo. En ese sentido es un mal ejemplo para toda la ciudadanía, que nos mantiene en un clima de beligerancia y no de tolerancia.
Por otra parte, aquí los militares tiene cada día más poder y más privilegios. Ahora el Presidente ha nombrado al ministro de Defensa como el único agente que puede mover todo lo que se refiere a la comida y a las medicinas. Y todos los demás ministros deben subordinarse al ministro, General en Jefe Vladimir Padrino López. Eso es como el maximun del militarismo, que es muy peligroso. Así también, la condición de los demás ministros queda infravalorada y el mensaje para el pueblo es que quien manda en este país son los militares”.
Sin circunloquios, la Conferencia Episcopal habla para que la entiendan todos. De ahí que califique a los funcionarios públicos como censores de la vida, del pensamiento y de la actuación de los ciudadanos. Los obispos dicen que la identidad cultural se ha desvalorizado porque hoy se estima únicamente lo que está vinculado al proyecto político del gobierno.
El obispo de Cumaná se queja que para hacer uso de la libertad de expresión hay que concordar con el oficialismo. Así es que los medios de comunicación críticos al gobierno son considerados enemigos del Estado. Por eso, para subsistir los medios tienen que someterse a las directrices y orientaciones del gobierno, lo que reduce grandemente su capacidad de maniobra, que, para peor, están sometidos a censuras.
En la exhortación no podía faltar una mención especial a la Asamblea Nacional, el poder legislativo de Venezuela, que es ninguneada por el gobierno. Éste habla sobre el diálogo, pero en la práctica hace exactamente lo contrario.
“Lo más importante en este asunto es que, el poder Ejecutivo, no reconoce la legitimidad de la Asamblea Nacional, que es manifestación voluntaria y libre del pueblo, expresamente señalada en las elecciones del seis de diciembre pasado. La Asamblea es resultado de la voluntad popular; y un poder no puede desconocer a ninguno otro poder.

El punto número diez del pronunciamiento de los obispos es decisivo, porque señala que “La raíz de los problemas está en la implantación de un proyecto político totalitario, empobrecedor, rentista y centralizador que el Gobierno se empeña en mantener”.
En consecuencia la conferencia no se limita a criticar lo malo, va más allá, al cuestionar directamente el modelo que impone el gobierno. Es decir, toda solución pasa no solo por mejorar algunos puntos sino por el cambio de esta concepción política ideológica.
“Es motivo permanente de nuestra reflexión. Creemos y ahora lo ratificamos, que el origen de estos males, especialmente la caída de la moral junto a la de la economía, por igual, tiene su raíz en un sistema que ha fracasado históricamente, y que aquí se quiere resucitar, pero llevamos 17 años con ese sistema, y ahora somos más pobres y moralmente más débiles”.
La exhortación finaliza aludiendo a Jesús que manda amarnos los unos a los otros. Diversas autoridades del gobierno invocan con regularidad el nombre de Dios, lo que supone alguna vinculación con quienes lo representan en la tierra. Para monseñor Padrón el caso es, efectivamente, que se identifican como cristianos, pero las acciones contradicen la prédica. “Nosotros creemos que allí hay una incoherencia muy grande, porque Jesucristo pide el respeto e incluso el amor a los enemigos (capítulo 5, de San Mateo). Con esa diatriba están llevando al pueblo a una confrontación permanente e, incluso, favoreciendo acciones violentas, de los militares, de la Guardia Nacional que van en contra de la dignidad de las personas. En las cárceles hay un tratamiento injusto e inhumano. Nada de eso concuerda con el pensamiento de Jesucristo”.
Los términos de la Conferencia Episcopal venezolana tienen una carga que pareciera decir, no podemos hablar de otro modo cuando vemos y vivimos la gravedad de lo que sucede en el país. El presidente de la Conferencia aclara que se trata de un hilo histórico de las reflexiones de los últimos 15 años, de proclamación de la justicia, de la libertad , de los derechos humanos y, sobre todo, una invitación a la reconciliación para superar la polarización.
“Lo que pasa es que en los últimos seis meses la situación del país se ha deteriorado de una manera impensable. Nadie creía, en diciembre, que íbamos a llegar al momento actual. Nuestras expresiones no representan una ideología, sino el reflejo de una realidad. Analizamos la situación del país y damos un juicio, desde la palabra de Dios, con el propósito que se corrijan los males que tiene nuestra realidad”.
Texto íntegro de la Exhortación de la Conferencia Episcopal Venezolana.