¿Ha sido una sorpresa la cancelación de la visita del presidente de México a Holanda?
La mayoría de los medios mexicanos publicaron la noticia en términos similares: el presidente Enrique Peña Nieto, pospuso su visita de Estado a Holanda, prevista para los días 30 y 31 de mayo próximos, «por motivos de agenda» según la Secretaría de Relaciones Exteriores.
La Cancillería dijo que «pronto se identificarán nuevas fechas para la realización de la visita» y reiteró su agradecimiento a los reyes Guillermo y Máxima por su invitación, «que es reflejo de los sólidos lazos de amistad y de cooperación que unen a ambos países».
México da una alta prioridad a la relación con Holanda «por la profundidad y fluidez del diálogo político, por ser un valioso socio comercial y el segundo inversionista de los países de la Unión Europea y tercero a nivel mundial».
Precisamente por las razones que expone el ministerio de Relaciones de México ha causado extrañeza esta cancelación. Una visita programada con tanta antelación, más de medio año, con el viaje de la Canciller mexicana a Holanda hace pocas semanas, para resaltar las relaciones comerciales entre ambas naciones no puede pasar desapercibida. Menos cuando la postergación es por razones de agenda. Numerosos mexicanos residentes en Holanda hacen una lectura crítica de esta cancelación. El ejemplo más palpable es este artículo escrito por el profesor Juan Carlos Aguiar, de la Universidad de Leiden para el sitio de la periodista Carmen Aristegui.