Día Mundial de la Radio

El 13 de febrero es el Día Mundial de la Radio – un día para celebrar la radio como medio, para mejorar la cooperación internacional entre los organismos de radiodifusión y para alentar a las principales redes y radios comunitarias a promover a través de las ondas el acceso a la información, a la libertad de expresión y a la igualdad de género.

Como la radio continúa evolucionando en la era digital, sigue siendo el medio con mayor audiencia en todo el mundo. Es esencial impulsar el compromiso de la UNESCO en la promoción de la igualdad de género y la emancipación de las mujeres.

Mediante las celebraciones del Día Mundial de la Radio en todo el mundo, la UNESCO promoverá la igualdad de género a través de:

Artículo  de José Zepeda Varas:
Sobre su historia, sobre su adaptación y su aprovechamiento de las nuevas tecnologías, sobre su presencia noticiosa a horas claves del día, Ud. podrá encontrar variado material en Internet. Aquí, y aprovechando el día Internacional dedicado a ella, voy a referirme a temas vinculados a la radio pero que tienen menor presencia en los análisis. Compañía, los porqués de su popularidad y la crisis de algunas emisoras internacionales

Dama de compañía
Ella no ocupa un lugar prioritario ni en la casa ni en la oficina. En eso jamás podrá competir con la televisión, que preside el salón de estar o es el aparato irremplazable a los pies de la cama. El radio tampoco puede desplazar a Internet que llega a través del computador ubicado en el centro del escritorio o siempre a la mano sobre cualquier superficie. Ella, como una chica tímida está en cualquier parte porque su grandeza se encuentra precisamente en su modestia. No es invasiva ni consentida. Uno puede hacer otras cosas y escuchar radio. La imagen, es de naturaleza cautivadora, nos embruja con sus encantos, nos atornilla al sillón o a la cama y nos sume en un estado de concentración y ausencia. Los recursos digitales como internet o sus aplicaciones en el teléfono “enganchan” como se dice ahora.

RMN150La radio no padece de delirios de grandeza ni de complejos de centro de mesa, porque sabe que los amigos de verdad están ahí, en las buenas y en las malas, sin hacer demasiado ruido, y dispuestos a acompañarnos de tu a tu. Así, el grado de cercanía afectiva es considerable. La voz llega a través del oído, ojalá en tono confidencial, es una voz confiable porque nos cuenta las noticias, nos regalonea con los chismes del día, nos ofrece música, nos encandila con los pormenores del partido de la tarde, con esos relatos deportivos transformados en verdaderas epopeyas en donde se afanan solo héroes. Pero si hasta cuándo vamos al estadio llevamos un receptor de radio para ver y escuchar los pormenores del encuentro. Cuántas veces no está mejor la transmisión que lo que sucede en la cancha.

Ella nos hace palpitar con testimonios de vida y nos ofrece la posibilidad de participar en directo sin la limitación de los 30 segundos de otros medios.

Y cuando estamos solos, cuando las sombras preconizan la aparición de los fantasmas, de las añoranzas, cuando las horas se visten de negro, la radio viene a sacarnos de la tentación del pozo. Son incontables las veces que salva vidas amargadas, a punto de saltar al vacío. Un saludo a tiempo, una idea oportuna, el anuncio de una melodía, una señal cualquiera puede conjurar el riesgo y reubicarnos nuevamente en la vida con todas sus pequeñeces y grandezas.

Mucho menos dramática y mucho más cotidiana es la compañía que brinda en las más variadas realidades, comenzando por su presencia, cada mañana, cuando la dueña de casa queda sola después de la partida del marido y los niños. A veces es al revés, pero no demasiadas veces. Allí está la radio para informar y entretener. Cuando los conductores recorren calles y caminos, allí está la radio como una pasajera bienvenida. Cuando las tecnologías fallan, cuando “se va la luz” allí está la radio para avisarle a Micaela que no se olvide de traer las cebollas y el pan que le encargó su tía Luzmira.

La popularidad
Desde hace unos años la radio ocupa el segundo lugar de confianza entre los latinoamericanos según los informes de Latinobarómetro. Su directora, Marta Lagos, me ha dicho que una las razones es que la radio no está tan expuesta a la crítica como, por ejemplo, es el caso de los partidos políticos, o los responsables de la economía. Es cierto. Como también lo es que lo mismo es válido para la televisión, los periódicos e Internet. Y sin embargo, la gente le cree y confía más en la radio. ¿Por qué? Hay razones explicables y otras no tanto. Entre las primeras está el hecho de que la voz, sin condimentos artificiales será siempre más creíble que cualquier puesta en escena. Es como si la gente capata los grados de sinceridad. Claro, es un mérito y un riesgo. Cuando la manipulación se aprovecha de esta virtud se puede llevar a las peores consecuencias.

Otro elemento de popularidad se encuentra en la sintonía –nunca mejor dicho –que la radio consigue cuando comunica como lo hace normalmente  toda la gente, de forma espontanea y sin rebuscamientos. Es como si una amiga cualquiera nos contará lo que pasa. Otros medios asumen una actitud distinta con la imagen, con el lenguaje, incluso con el tiempo. Las noticias duran más en radio que en televisión.

A la segunda categoría, las menos explicables, pertenecen a lo que los entendidos llaman la parte indeterminada del ser humano, y que hoy, merced a la neurociencia es un poco más conocida. Quiero decir aquí, sin entrar en mayores honduras, que la radio parece llegar con más fuerza a los ocho sectores cerebrales que tienen relación con la empatía. Da la impresión que la voz puede ponerse, con mayor facilidad, en el lugar del otro, como si la voz tuviese el poder de rememora simpatías más conocidas, presentes en la memoria colectiva. Recordemos que los pueblos del paleolítico creían que una palabra, cualquiera, nos ponía en contacto con los dioses. La voz como vehículo para sintonizar con la divinidad.

De allí que quiera parafrasear aquí a Gustavo Martín Garzo, escritor español, quien en un artículo en El País, dedicado a los cuentos infantiles dice que un cuento es una casa de palabras, un refugio frente a las angustias que provocan las incertidumbres de la vida. No les parece que la radio, cuando es buena, tiene también mucho de aquello, una casa de palabras, en donde encontrar compañía a toda hora, para sentirnos más juntos, más parte del todo.

la-radio-350Soy muy consciente que la radio, como las palabras, pueden servir para la vida y el amor, como para la cultura de la muerte y del odio. Por eso, en este día internacional vale la pena recordar que el desafío que tiene la radio y los otros medios de comunicación son sus deberes sociales, la necesidad de respetar la diversidad de opiniones, y el tratar a la gente y a la información con el respeto que se merecen.

Una sabia anécdota árabe dice que en una ocasión, un Sultán soñó que había perdido todos los dientes. Después de despertar, mandó a llamar a un Adivino para que interpretase su sueño:

– ¡Qué desgracia, Mi Señor! – exclamó el Adivino – Cada diente caído representa la pérdida de un pariente de Vuestra Majestad.  

– ¡Qué insolencia! – gritó el Sultán enfurecido – ¿Cómo te atreves a decirme semejante cosa? ¡Fuera de aquí!  

Llamó a su guardia y ordenó que le dieran cien latigazos.  

Más tarde ordenó que le trajesen a otro Adivino y le contó lo que había soñado.  

Éste, después de escuchar al Sultán con atención, le dijo:  

-¡Excelso Señor! Gran felicidad os ha sido reservada… ¡El sueño significa que sobreviviréis a todos vuestros parientes!  

Iluminóse el semblante del Sultán con una gran sonrisa y ordenó le dieran cien monedas de oro.  

Cuando éste salía del palacio, uno de los cortesanos le dijo admirado:  

-No es posible, la interpretación que habéis hecho de los sueños es la misma que el primer Adivino. No entiendo porque al primero le pagó con cien latigazos y a ti con cien monedas de oro…  

-Recuerda bien, amigo mío- respondió el segundo Adivino -que todo depende de la forma en el decir… uno de los grandes desafíos de la humanidad es aprender el arte de comunicarse.  

De la comunicación depende, muchas veces, la felicidad o la desgracia, la paz o la guerra.

Que la sabiduría ilumine a aquellos que tienen que contar historias, como la gente de la radio, hoy y todo el año.

Incluimos aquí una cuña alusiva al día mundial de la radio realizada por las y los productores de Radio Universo, la emisora universitaria de Colima, México:

Ver también:

Libertad de expresión

José Zepeda

Periodista, productor radiofónico, capacitador profesional.

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