Cuesta Murua: en Cuba lo que importa es la voluntad de la gente, no la del poder.
Cuba se apresta, dentro de poco más de dos meses, a elegir un nuevo presidente que reemplazará a Raúl Castro. Hubo elecciones municipales y las habrá para integrar la Asamblea Nacional del Poder Popular. La oposición ha sido excluida de este proceso. Conversamos con el opositor Manuel Cuestra Murua.
Antes de hablar del presente, hablemos del pasado reciente. El 2015 y comienzos del 2016, tras las visitas de Barak Obama y el Papa Francisco, se dijo que había surgido en el partido comunista una corriente aperturista, con partido único, pero con mayor flexibilización con las tendencias opositoras. Era cierto eso, o correspondía más bien al deseo de algunos.
Era cierto en los estamentos más bajos del poder, que tienen menos influencia, aunque tienen presencia. Ellos se dan cuentan que la legitimidad futura pasa por el reconocimiento de la diversidad y por cierta apertura política.
Probablemente estos sectores hayan sido los que influyeron para que, por ejemplo, ya tan lejos como el 2013 y luego el 2015, el presidente cubano dijera que se iba a redactar una nueva ley electoral; lo que supone más espacio para la representación ciudadana en una sociedad tan cambiante como la cubana, en donde los sectores de diversifican. Ya no se puede hablar de una clase obrera, como tampoco de un monolitismo social o sociológico en términos políticos. También hay que contar con las influencias que las tímidas aperturas al exterior tienen en la sociedad.
Pero, esto se congeló
El congelamiento y el regreso a posiciones fidelistas podría ser concebido como resultado de la postura de Donald Trump.
No lo creo. Paradójicamente le permite al gobierno cubano posturas más flexibles que con el presidente Obama. De hecho, el congelamiento comienza a fraguarse desde el momento en el que el gobierno se percata que la política suave de Obama para Cuba podría convertirse en un minado interno, ahí es cuando comienzan a endurecerse determinadas posiciones.
La prueba evidente que el retroceso comienza con Obama es aquella declaración y pánico del estado con un programa tan sencillo como el que unía a jóvenes cubanos con otros de Estados Unidos con becas para un intercambio de experiencias. El programa se suspendió.
Con Trump el gobierno cubano da la impresión de más flexibilidad. Con las medidas de Trump el gobierno se adelanta a decir que los cubanos que viven en el exterior tendrán la habilitación en su pasaporte o una visa especial. Esto es una paradoja, pero las posiciones más duras del gobierno norteamericano le permiten al gobierno de la isla vender una imagen de posiciones más flexibles. Al revés, las posiciones más flexibles del gobierno de Washington llevan al gobierno de La Habana a tomar una posición más dura.
Cuba tuvo elecciones municipales y tendrá elecciones para integrantes de la Asamblea Nacional que debe elegir al nuevo presidente de Cuba en febrero venidero. La oposición está vetada, el partido comunista no acepta candidatos que no sean gente de sus filas. Ustedes intentaron presentar 182 postulaciones, pero toditas fueron rechazadas.
Utilizó aquí su concepto de rechazadas para decir que no fueron sometidas a las urnas sino han sido rechazadas por la represión del gobierno.
Curiosamente muchos de estos candidatos podrían haber sido nominados si el gobierno hubiera respetado las reglas del juego establecidas, si hubiese respetado la ley electoral. Pero necesitó violentarla en todo el articulado que da derecho a la ciudadanía. Cualquiera que consulte los artículos del tres al diez de esa ley, se dará cuenta que el gobierno cubano la violó flagrante y masivamente para impedir la nominación (incluimos aquí, como ejemplo, el inciso C del artículo tercero: C) Los ciudadanos cubanos con derecho al voto que se hallen en el pleno goce de sus derechos políticos pueden ser elegidos delegados a las asambleas municipales y provinciales del poder popular)
Tras una dura campaña en todas las direcciones, de ataques personales, como el intento exitoso en algunos casos, de división al interior de la propuesta.
Ahora, lo que se demostró a lo largo del camino fueron dos cosas: una, la legitimación, el apoyo popular a la iniciativa ciudadana queda clara. Segundo, estamos legitimados para representar la voluntad y los intereses de la ciudadanía cubana. Por eso que las asambleas de nominación, que fueron poco concurridas, reflejaron la poca calidad del proceso, en las únicas elecciones que el cubano puede expresar su soberanía, que es proponiendo, auto proponiéndose y votando por aquellas voces que ellos crean que pueden representarlos.
Quien, presumiblemente, será el sucesor de Raúl Castro a partir de febrero del 2018, Miguel Díaz-Canel, es muy claro en su postura: “no concibo rupturas”. «Hoy estamos haciendo un voto por la Revolución, la patria y el socialismo. Con otras palabras, que la oposición ni se imagine que pueda haber cambio de sistema.
Creo que las autoridades cantan victoria adelantada. Menos del 90% de los electores votó como lo hizo en 1976. La cifra más baja data del 2015 y fue del 90%. En un tipo de elección -y he aquí la importancia del matiz- que siempre ha tenido naturaleza plebiscitaria. No se mide el voto en términos de representación plural y democrática en el poder, sino que se lo hace en términos de apoyo o no a lo que ellos llaman revolución o al gobierno cubano.
Y ahora el sufragio ha decrecido con fuerza. Si sumamos el 15%, por decirlo grosso modo, al 9% del electorado que se pronunció negativamente, ya sea votando en blanco o anulando la boleta, tenemos cerca del 25% de la ciudadanía diciendo al gobierno, este no es el camino.
De modo que lo que importa es la voluntad de la gente, no la voluntad del poder.
La voluntad del gobierno ha sido clara de no permitir cambios, pero la gente ya se identifica con la idea de que Cuba merece otro destino.
Al final del día quien va a determinar lo que va a pasar es justamente la gente. Nosotros trabajamos en esa dirección. Este ha sido el éxito de la plataforma Otro 18: uno, conectarse con la ciudadanía, dos, mostrarle un camino, una identidad y una posibilidad, y tres, decir el proceso electoral vale la pena. Trabajemos en un proceso político para lograr los cambios.
Canel ha sido claro en esa dirección. Necesita para su legitimidad controlar la transición desde abajo, para garantizar un traspaso tranquilo del poder. Pero la sociedad comienza a caminar en otra dirección, y las alternativas, con las dificultades nuestras, de toda naturaleza, ya se van articulando en un punto clave, ciudadanía y sociedad civil van encontrando el sendero común para abrir el proceso democrático.
A mediano plazo veremos este proceso de democratización, que considero inevitable, abrirse camino con mucha más claridad frente al pueblo cubano y al mundo.
Una tesis: A lo mejor juega a favor del gobierno cubano el hecho que la población, después de ver que sus expectativas de apertura y con sus trámites de emigración suspendidos, haya entrado en una etapa de desentendimiento, de desconsuelo, y ponga todas sus energías para ver cómo va a parar la olla de cada día.
Creo que la realidad establece claros matices sobre esa suposición de que los cubanos piensan más en su estómago que en la política. De hecho, si el gobierno hubiera aceptado la nominación de los candidatos, la sorpresa habría sido grande, porque en muchas comunidades la gente estaba dispuesta a apoyar voces alternativas. Candidatos independientes.
Esto es un índice de que allí donde se abre una posibilidad los cubanos también optan por la política.
Por eso creo que el pueblo piensa en las dos cosas. Esta claro que depende de cada familia luchar por el plato en la mesa, que lo que podría depender del éxito de una opción política, que requiere de un trabajo conjunto de buena parte de la ciudadanía. Eso da la impresión de que los cubanos caminan por la vía solitaria de encontrar su sustento económico. Pero allí donde se articula una buena opción la gente opta por ella.
Ambas cosas caminan de la mano, dependen de las circunstancias y de las alternativas que se presenten.
Si uno suma los problemas: recesión económica, Venezuela con decreciente capacidad de apoyo, los daños del huracán, el revés de la normalización diplomática y la partida de Raúl Castro con el fracaso de su política a cuestas, todo parece indicar que el futuro de Cuba es por lo menos abrumador e incierto.
Comparto esa visión. Los desafíos son muy grandes. Se requiere una visión de estado, vinculada a una visión de país. Eso no parece habitar en el gobierno cubano.
Frente a los desafíos se requiere mucha imaginación para atenderlos. De alguna manera eso explica la reacción regresiva de las autoridades y el trauma insalvable del gobierno: si hace reformas se debilita su visión de poder sobre la sociedad; si no las hace también se debilita.
No creo que el gobierno enfrenta la realidad con la capacidad que se requiere para la conducción del futuro.
Por lo pronto, nosotros, los de Otro 18 y desde la mesa de Acción Democrática trabajamos para ofrecerle a la sociedad una alternativa que establezca un consenso social para el cambio democrático, para un provenir inclusivo, con presiones desde la ley hacia un estado de derecho.
Tengo la impresión de que la comunidad internacional solo se preocupa de Cuba cuando pasan cosas muy graves. ¿Está a la altura de las circunstancias la presencia de la comunidad internacional en Cuba?
No necesariamente. Con la diversidad del caso yo siempre he sido partidario de mantener un diálogo con el gobierno cubano. La comunidad internacional ha entendido esto como un diálogo solo con el gobierno y no con la sociedad en su conjunto, con las excepciones que siempre han existido.
Por ahora no creo que haya una apuesta, en una aldea global como esta, en donde los acontecimientos de un lugar pueden tener repercusión en las regiones más apartadas. No creo, digo, que exista esa visión para funcionar mancomunadamente para estabilizar y abrir procesos democráticos que favorezcan al conjunto de la ciudadanía.
Esta carencia ha llevado a la comunidad internacional a enfrentar variadas crisis. La mirada de largo plazo se construye mediante la combinación de democracia, estabilidad, prosperidad y paz global.
En el caso de Cuba se desentienden, en la medida en que la isla no constituye ninguna amenaza inmediata. Aunque es preciso repetirlo, con las excepciones del caso, de gobiernos que mantienen diálogo con el gobierno y con la sociedad cubana.