Abel Posse: Argentina necesita volver a ser

Los perros del Paraíso, Daimon, La pasión según Eva, son tres de las muchas novelas que ha escrito. Pero hoy no hablamos de literatura, lo hacemos de política, porque Abel Posse es un analista de mucho prestigio en su país. Su libro más reciente, Requiem para la política, precisamente aborda la realidad actual de su país y la comenta en esta entrevista.

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El más reciente libro de Abel Posse

Las razones del eclipse argentino. Usted ha llegado a llamarlo disolución nacional. Es más, le dedicó todo un libro al tema. ¿Por qué?

Porque el episodio argentino es notable. Es un país con muchos dones y capacidades humanas, territoriales, que había demostrado desde sus orígenes y a lo largo del siglo XX una capacidad, dentro de la esfera latinoamericana de avance, de modernidad, sobretodo de educación y hemos tenido una zona de falla política que nos llevó a situaciones inéditas, desde golpes militares hasta un gobierno como el que ahora cesa, donde realmente se llegó a un clima de grave corrupción.

Creo que es la obligación de todo escritor dar opinión o una descripción de la situación de su época. A eso responden mis dos últimos libros: sobrevivir Argentina, de hace dos años, y a finales del 2015 uno que se llama “réquiem para la política o renacimiento”.

A propósito de eso mismo, hablemos de la crisis de los partidos políticos, que es a nivel global, sin embargo, es también una cuestión de grado. En el caso argentino no es difícil suponer que la contribución de los mismos políticos ha sido cuantiosa.

Sí. Tenemos una incapacidad de administración política que se traduce en que los viejos partidos han perdido el comando y hasta la orientación ideológica que los sustentó. Desde los partidos que surgen en la revolución francesa, con una izquierda, una derecha, con una ideología liberal o con una intervencionista estatal. En fin, toda esa panoplia de ideas que abarcó el siglo XX. En Argentina la disolución de los partidos llevó a un creciente populismo, a un pasar por encima del sistema institucional político partidario a situaciones de voluntarismo político de opiniones dominantes, que no se traducían en el refinamiento del sistema democrático institucional. Todo eso nos llevó a una crisis política. Pero, de todas maneras, ahora, los partidos se reconstruyen porque es la única manera de retornar a una democracia más vigente de la que hemos tenido, que fue más bien fáctica, inestable, para que dirigirnos a una democracia de país institucionalizado.

Los partidos fundamentales son  el Peronista, que tiene una tradición social cristiana muy fuerte, que tuvo una suerte de infección en el último gobierno, con el llamado kirchnerismo, que realmente suspendió, no lo fagocitó, sino que lo marginalizó, y hoy el partido peronista renace. El partido Radical, que obtuvo un sólido apoyo para el presidente Mauricio Macri. El mismo partido Peronista sostiene a este débil gobierno naciente, en las provincias y especial en la de Buenos Aires, pero con una voluntad de reconstituir las instituciones.

Una entrevista de hace muchos años con Abel Posse. Se nota que los años no han pasado en vano. Y hablo solo por mi.
Una entrevista de hace muchos años con Abel Posse. Se nota que los años no han pasado en vano. Y hablo solo por mi.

Permítame en esta línea de reflexión que recoja una de las coas que usted ha escrito, que dice lo siguiente: “Esa es la asignatura pendiente: comprender que hemos parido todos los ídolos que tratamos de vituperar y encarcelar. El cacerolazo es el ruido innoble de nuestro espíritu enfermo. Necesitamos iniciar el éxodo de todos los espacios corrompidos: la politiquería, la economía de dependencia, la dolarización, el insulto fácil, la venganza enardecida contra todo lo que hemos creado y apoyado durante el largo tiempo que nos llevó a la actual ruina, la obstinación en errores que no queremos aceptar”. ¿Existe un sector, personajes dispuestos a asumir esta realidad y superarla?

Sin duda. El pueblo argentino tiene un orgullo muy grande de su pasado. Es un país que ha creado un sistema educativo único para su época, a partir del presidente Domingo Faustino Sarmiento, en el siglo XIX. Hemos creado una sociedad moderna, con una vocación muy grande de avance social, de realizaciones educativas, tecnológicas y culturales. Así es que hay mucha gente que siente que es necesario el éxodo. Tenemos que salir de esta infección, de esta zona de caída, de la imposibilidad de administrarnos; y más aún, de imaginarnos un nuevo ritmo de grandeza y de realización nacional. En el mismo texto que usted leyó, habló y cito a Cioran, de quien fui amigo, el filósofo rumano-francés, pensando en su Rumania destrozada antes y después de la segunda guerra, por las situaciones internacionales y la falta de un perfil propio, él dice que a veces las naciones no necesitan una mejora sino una transfiguración espiritual. Algo parecido a lo que vivió el presidente Konrad Adenauer cuando se hizo cargo de la Alemania destruida, en un momento tremendo de desprestigio del país, por las posiciones políticas y de la guerra. Él pidió un rearme moral. En este sentido Argentina tiene esa sensación de que tiene que renacer, y el gobierno actual, aunque no tiene mucha fuerza, posee esa voluntad. Esperemos que la contagie, ya que tiene aliados en los partidos políticos tradicionales. Es un momento, en que para nosotros, se trata de volver a ser.

Argentina es un país curioso que siente que su futuro lo tiene en el pasado. Los mejores años fueron los de la migración triunfal, los de la afirmación económica que lo llevó a ser uno de los países más importantes del mundo, culturalmente el más importante de Iberoamérica. Luego, la caída actual nos lleva a este sentimiento de retorno, lo dice la tapa de mi libro, a un verdadero renacimiento.

¿Llega su fin la era Kirchnerista?

Ya llegó a su fin. Eso fue una pesadilla, no una era. Una intromisión falsa de populismo absoluto, de división del partido Peronista. Ideológicamente se habían travestido y este sector nefasto había ocupado el poder, pero el peronismo resurgió con una votación notable y, sobretodo, separándose de la desviación que nos llevó a la corrupción, a la presencia del narcotráfico, a cosas que, desde ahora en adelante, son difíciles para la Argentina.

Los detractores de la presidenta Cristina, siempre aseguraron que el país iba camino a transformarse en otra Venezuela. Parece una exageración opositora más que una posibilidad real. ¿O no ha sido una exageración?

En Argentina hubo un momento de querer pensar de que se podía impulsar una especie de reacción económica nacional populista ante un mundo que demuestra también, por otra parte, una cohesión, bastante grave, del capitalismo internacional financiero, en el sentido de que no respeta mucho a las economías y a los Estados nacionales. En este sentido hubo una reacción ideológica que los aproximó al desastre venezolano y a otros gobiernos menores de América Latina, pero que no podía tener el menor destino porque el pueblo argentino está en un nivel distinto y mucho más alto que el que tenía Venezuela cuando se produjo todo este episodio.

La ex presidenta Cristina y los suyos han llamado a una resistencia popular al nuevo gobierno. Pareciera que se deseara la mayor polarización posible. Como si lo óptimo fuese hoy día desbancar al gobierno del Presidente Macri.

Sí, tienen una intención revanchista, como cualquier sector de esos fascismo izquierdosos, pero que no tienen el menor éxito, porque de por si el mismo frente kirchnerista que había sido elegido en contra de la presidenta Cristina, y que continúa presente en el Senado y en la Cámara de Diputados, ese mismo bloque se está actuando en favor del partido Peronista tradicional o de formas independientes de la voluntad del kirchnerismo y de la señora Cristina. Además los kirchneristas tienen un problema muy grave porque el país ha sido llevado a la corrupción y hay muchos funcionarios que buscan esa salida que usted alude, de crear una resistencia para justificar una inmunidad jurídica que no van a tener. Además, la Presidenta Cristina, está mezclada en episodios muy graves.

Creo que esto está terminado en lo que hace al vigor político argentino. Aunque el actual Presidente asume en una dificultad económica tan grande que, verdaderamente, necesita la alianza de todos los sectores para reconstituir y garantizar su gobernabilidad, que todavía no la tiene por sí mismo.

Usted, no una sino en numerosas ocasiones ha defendido la restitución del lugar que deberían ocupar las fuerzas armadas en el aparato del Estado, pese a dos cosas graves, primero, su pasado reciente caracterizado por la violación masiva de derechos humanos y por la pérdida de una guerra inútil.

Usted, no una sino en numerosas ocasiones ha defendido la restitución del lugar que deberían ocupar las fuerzas armadas en el aparato del Estado, pese a dos cosas graves, primero, su pasado reciente caracterizado por la violación masiva de derechos humanos y por la pérdida de una guerra inútil.

En realidad las fuerzas armadas son un episodio del orden institucional mundial. Imagínese que Alemania, a los pocos años de algo mucho más grave de lo que vivió Argentina reconstituye sus fuerzas armadas, Rusia lo mismo pese a la caída del sistema soviético, desde ya China. Todos los países del mundo encuentran en las fuerzas armadas la defensa  del orden público internacional y nacional.

Hubo un resentimiento de parte del gobierno de Kirchner que tuvo la comodidad de destituir las fuerzas armadas para crear esta disolución de todos los factores de la vida institucional. Mi apoyo es el apoyo lógico que tiene cualquier ciudadano ante los problemas de inseguridad y los graves problemas internacionales que podemos vivir. Nosotros estamos en evidencia, como lo dijo el Papa Francisco, en una zona de guerra mundializada que se da en pequeñas dosis, pero lo que estamos viendo en violencia internacionalizada hace pensar que la descompostura del mundo puede ser tan igual  a la de 1918 o a la de 1939. Los países tienen que estar previstos.

Mi opinión no es aislada en Argentina, simplemente ha quedado suspendido, por estos episodios del kirchnerismo la normalización de las fuerzas armadas que tienen una gran tarea junto con las de Brasil en el Atlántico sur, en todo el territorio nacional y en la alianza con la Comunidad Latinoamericana de Naciones

¿Es muy simple decir que la fuente de donde manan todos los males de la Argentina, se llama populismo. Es decir, la concepción política basada en el discurso salvador, el líder carismático, la creación del enemigo, la prescindencia de las instituciones y el patrimonialismo y clientelismo…?”

Y no. Ellos  son los grandes elementos que llevan a esa reacción populista, que es saltar la barrera y creer que eso puede traer una democracia salvaje y verdadera que sustituya el engorro de la democracia tradicional. Pero no es un problema argentino. Si usted ve lo que pasa en Europa con la falta de líderes que puedan enfrentar con rigor los peligros enormes que se están viviendo, desde las migraciones humanas, hasta el episodio del Medio Oriente, la falta de una visión conjunta ante el estado Islámico. Esto es de todos y hay una nostalgia de más poder, un poder de democracias que estén de pie y no arrodilladas. El juego político acobarda mucho a los políticos, se mueven por pequeños intereses y ya no hay ese sentido de afirmación nacional para favorecer intereses profundos de los pueblos. Entonces se producen reacciones populistas sobre todo por una nostalgia de políticas. Es eso lo que los lleva a esta especie de meta política que se desbarranca en todas partes.

La primera evaluación del gobierno del presidente Macri es bicéfala: una dice que se ha arribado a un período de cambios, la otra cabeza, que se trata de un retroceso histórico

La visión del retroceso se da por la vía económica, que siempre tiene miedo que el liberalismo, en un país que está en una situación económica inestable, que no logró sus objetivos, como el caso de la rica Argentina o el mismo Brasil hoy, que alcanzó a ser un país del BRIC, se da la nostalgia de un factor político más definido. Y al liberalismo, se lo ve entonces como la posibilidad de reiterar un camino, que el mismo liberalismo ya ha superado, cesar la cooperación internacional y subordinarse a lo que llamamos la africanización. Apoderándose de los negocios africanos y dejando, simplemente, un resto de trabajo de mano de obra. Este criterio es muy vigente en América Latina, porque ya sucedió en la región.

Pero nosotros estamos confiados en que se tiene que crear un liberalismo lúcido, claro, mundial, equilibrado donde el intervencionismo para que los países que apoyan a otros con inversiones no signifique la apropiación de los negocios nacionales. Imagínese, Argentina es el segundo o tercer productor y exportador mundial de alimentos. Ese negocio gigantesco tiene que ser cuidado. Incluso en energía, con los descubrimientos recientes de lo que se llama la energía del cracking y los nuevos métodos que dieron tanto éxito a los Estados Unidos, también son aspectos a cuidar. No puede ser que se termine ausentando la conducción argentina de semejantes riquezas. Esto pasa en todas partes y se produce la desconfianza. Nosotros la vivimos, pero no a través de los dos grandes partidos que son el Radicalismo y el Peronista. Colaboran y van colaborar con el presidente Macri, a pesar de que al presidente le toca un momento en el que las acciones liberales son casi imposibles por el estado en que le dejaron el país.

Producto de la conversación que hemos tenido no me resulta en absoluto decir que los políticos tienen puesto el listón muy alto. Pero ¿cuán alto es el listón para los intelectuales como usted, respecto de lo que hay que decir sobre el presente y el futuro del país?

Yo creo que todo lo que hago cuando hablo de política -incluso actué en política. Fui ministro del presidente Macri- lo hago desde la convicción de que Argentina es un país extraordinario, con una mezcla humana de raíces europeas, que nos enriquece, con una apertura y un ritmo intelectual muy fuerte, que ha dado figuras muy notables en todos los ámbitos de la creatividad.

No creo verdaderamente que sea muy alto, pero es un país para un gran destino y para salir de esta pequeñez atroz, de esta disminución que nos llevó, incluso, a cesar la exportación de alimentos.

José Zepeda

Periodista, productor radiofónico, capacitador profesional.

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