La traumática derrota del gobierno boliviano
La derrota del gobierno de Bolivia en el referendo para reformar un artículo de la constitución, para la reelección indefinida, es traumática porque el escenario nacional sin Evo Morales es otro y el destino del Movimiento al Socialismo se torna incierto. En el lado de la oposición hay, por ahora, un vacío sin oferta alternativa de país. Conversamos con María Teresa Zegada, socióloga, experta en temas políticos.
Comencemos por lo más obvio, ¿por qué perdió el gobierno?
Hay muchas explicaciones para este resultado electoral, también hay muchas percepciones porque si bien el resultado ha sido muy parejo el gobierno considera que ha conseguido una votación importante, casi la mitad del electorado continúa apoyándolo. Desde el punto de vista de la oposición se trata más bien de una victoria de la oposición porque en más de diez años de gobierno es la primera vez que hay un resultado negativo, en términos numéricos, contra el presidente Morales. Entonces es una señal importante para entender al país.
Las causas del NO están relacionadas con varios factores. Por una parte, ha habido un proceso de apresuramiento para la convocatoria, apenas a un año de gestión del gobierno, faltando cuatro años para la próxima elección. Los resultados muestran que las condiciones y la forma de la consulta no han sido bien vistas por la ciudadanía. En muchos casos había un enojo en la población por la búsqueda de la reforma a un artículo de la Constitución, tratándose de una Carta Magna muy nueva, que recién está comenzando a aplicarse, lo que no justificaba esta consulta. También había molestia con respecto a los acontecimientos que han surgido en los últimos meses, previos al referendo. Ha estallado un caso muy complicado de corrupción que involucra a varios funcionarios del gobierno y a dirigentes sociales con una institución del Fondo Indígena. Justo los días anteriores a la elección estalló otra denuncia escandalosa de una vinculación de tráficos de influencia de una expareja del Presidente que involucra la imagen del mandatario. Ante estos hechos las reacciones fueron muy ambiguas de parte del propio Morales (entretanto Gabriela Zapata ha sido arrestada y se ha allanado su domicilio en busca de pruebas por enriquecimiento ilícito). Creo que eso generó más susceptibilidad en la población. A ello hay que añadir el desgaste de esta campaña muy larga y muy agresiva entre los que apostaron por el SI y los que lo hicieron por el NO, que ha llegado a vulnerar, de alguna manera, la imagen impoluta que tenía el Presidente hasta este momento.
Decía usted con razón que aparte del resultado y las posibles causas, lo que existía estaba sobre el tapete y va a continuar durante mucho tiempo, son las percepciones. Tengo la impresión, leyendo todas declaraciones, no solo del Presidente sino de todos los funcionarios del gobierno que en ningún momento ha habido la posibilidad de una autocrítica. Es decir, la explicación es, nosotros no hemos perdido, nos han hecho perder producto de una confabulación de enormes matices que van desde los hombres ricos de este país hasta el imperialismo norteamericano.
Primero creo que es muy crítico el resultado para el gobierno porque el haber precipitado esta convocatoria se basaba en la garantía de que la respuesta iba a ser positiva. O sea, el Movimiento al Socialismo estaba seguro de obtener un triunfo holgado en la consulta. Entonces ha resultado sorpresivo para el propio gobierno…
¿Traumático quiere decir usted?
Tremendamente traumático. Todos sabemos aquí en Bolivia la importancia y la gravitación que tiene el liderazgo de Evo Morales en este momento, no solo en el país en donde goza de una importante popularidad entre la gente, sino que se constituye en el único factor cohesionador de la organización política que es el Movimiento al Socialismo. El escenario, en ausencia de Evo Morales, genera una gran incertidumbre para el partido porque, dada su naturaleza, que en realidad es un instrumento de organizaciones sociales que en el curso de estos diez años se ha ido ampliando y ha incorporado a otros sectores sociales, no únicamente a los campesinos indígenas que le dieron origen, se vuelve mucho más complejo administrar un escenario de esta naturaleza, ya que abarca interés distintos; visiones de país diferentes, incluso confrontadas; también rencillas personales entre dirigentes. Entonces la realidad torna incierta la posibilidad de perfilar un candidato de unidad para la próxima contienda electoral.
Todo esto no ha merecido la autocrítica suficiente. Ha habido una reunión que se ha denominado gabinete ampliado para analizar la situación, pero el resultado, por lo menos el que se ha difundido a la opinión pública no es precisamente de una autocrítica en el sentido que esperábamos los bolivianos, es decir, de retomar los principios ideológicos del MAS, o pensar también en una democratización interna, sino que se ha tendido a justificar esta derrota, como usted dice, buscando aspectos externos que han afectado, cuando en el fondo, y esa ha sido la señal que se le ha dado al gobierno, es poder revisar los principios y la manera con que se está gobernando, tanto como los problemas muy graves de corrupción que han surgido en el último tiempo.
¿Está muy dividida Bolivia, después del referendo, como lo aseguran algunos medios de comunicación?
No creo que el país esté dividido y menos aún polarizado, como señalan algunos analistas, porque para que exista un país dividido se necesita que existan dos polos articuladores de propuestas políticas. Pero en Bolivia tenemos un solo polo articulador que es el Movimiento al Socialismo, cuyo derrotero es incierto. Del otro lado tenemos un sector muy amorfo que abarca una diversidad de visiones, de miradas de la realidad. El No ha ganado porque era el objetivo común de diversas percepciones ideológicas y culturales. Si uno se pone a analizar qué existe de este otro lado del país, no hay otro polo articulador. Es un espacio vacío, por ahora, que simplemente rechaza esta manera en que se ha convocado el referendo y en el que, detrás, hay también un rechazo a la imagen presidencial, pero no existe una organización política que aglutine y que pueda dar la batalla frente a una eventual competencia electoral.
La polarización se ha dado a raíz de la pregunta del referendo que dividía al país entre un Si y un NO, una división simbólica muy fuertemente alimentada por el tipo de campaña electoral, pero cuando llegamos al momento post referéndum, uno encuentra al Mas con un futuro incierto y a una oposición que no contiene un polo articulador, sino más bien una gran fortaleza ciudadana que ha hecho una campaña muy sostenida a través de plataformas sociales, de movimientos indígenas y no necesariamente de partidos opositores o de una visión cohesionada de alternativa de país.
¿Es dable imaginar que intereses foráneos hayan estado poniendo dinero y esfuerzo intelectual para que Evo Morales perdiera, junto con su gobierno, este referendo?
Esto ha sido parte del discurso de la campaña que el propio Movimiento al Socialismo ha estado difundiendo en la etapa preelectoral. Es un discurso justificador de la derrota. No hay una comprobación de que haya habido esta injerencia externa.
Se ha acusado a ex políticos bolivianos, que ahora están fuera del país, que habrían sido incluso jefes de campaña de la oposición, lo que no es cierto. Se trata además de personajes que ya son marginales. Por ejemplo, el ex ministro Carlos Sánchez Bersain, quien no tiene incidencia política en Bolivia, no tiene seguidores, no tiene la forma de vincularse de nuevo políticamente. Entonces ha sido una parte del uso simbólico por parte del Movimiento al Socialismo y es una estrategia que no se la escucha por primera vez. Desde que el Presidente Morales asumió el poder el año 2006, muchas veces, cuando ha habido momentos de inestabilidad política, de una fragilidad o de una amenaza interna, como un conflicto social muy grande, como el del momento constituyente…ha sido casi una forma discursiva del gobierno de implicar en esta situación una amenaza externa o un sabotaje contra el proceso de cambio.
El ex Presidente Jaime Paz Zamora declaró en un momento importante, en medio de la batahola del referendo que se estaba afectando la reivindicación marítima boliviana con declaraciones y malos entendidos.
El problema es este: en el tema marítimo Bolivia ha avanzado muchísimo en el último año con toda la gestión del gobierno, que ha invitado a personalidades muy valiosas del ámbito nacional e internacional, conocedoras del tema. En el proceso del referendo se ha contaminado el tema marítimo con lo político. Por un lado, el gobierno ha utilizado en su campaña la ponderación de las obras de infraestructura, los bonos, el momento de bonanza económica, pero ha utilizado también el tema del mar para mostrar a la ciudadanía la necesidad de una continuidad de este gobierno.
Por el lado de la oposición ha habido un factor desequilibrante, que es la presencia del ex Presidente Carlos Mesa, que ha sido una personalidad clave en este proceso porque es el vocero de la causa marítima en escenarios internacionales y ha jugado un papel importante y muy positivo en ese sentido. El problema es que Mesa señaló de manera explícita, faltando algunas semanas para el referendo, que él tenía muy clara su posición de rechazo a la reforma, que votaría por el NO y alentó, con varios argumentos, la votación por el NO, lo que lo puso automáticamente en el sector contrario al gobierno. Ha habido una disputa mediática entre Carlos Mesa y el Presidente respecto al rol que estaría jugando este personaje.
En realidad, el problema ha venido por esta contaminación política reciente que se ha producido alrededor de este tema.