Rebelión de jóvenes en Nicaragua
Marlia Avendaña, es presidenta de Juventud por la democracia de Nicaragua, JUDENIC, que busca promover y fortalecer el liderazgo de jóvenes para generar procesos de cambio en la transformación política democrática, económica y social de Nicaragua. Marlia es una indignada y una participante de las protestas, llevamos más de una semana de protestas masivas en Nicaragua. El sábado 28 de abril se realizó la mayor manifestación que recuerde el país para exigir la salidad del gobierno. El grito más coreado fue: «Que se vayan».

El detonante fue la reforma del sistema de seguridad social, presentada por el gobierno. Una reforma que ha sido rechazada por jubilados, empresarios, trabajadores y universitarios. Esa primera razón de indignación popular ha sido solo la gota que derramó el vaso. La verdadera razón es la petición de salida del gobierno de la pareja, Ortega-Murillo.
No hay datos aceptados por todos sobre la cantidad de muertos en las protestas. La Asociación Nacional Pro-Derechos Humanos dio a conocer un listado preliminar de 33 muertos, la Comisión Pro-Derechos Humanos dice que son 38. Sea como sea, son no menos de 30 y cerca de 40. La violencia es mayoritariamente responsabilidad de los grupos paramilitares sandinistas y la policía. En el sector de la oposición también hay grupos radicales, pero no tienen armas letales ni han salido a las calles para matar a nadie.
Lo cierto es que en la Nicaragua de Daniel Ortega y de Rosario Murillo existe una concentración de todos los poderes en el ejecutivo, en el gobierno familiar. La concentración se extiende a los principales medios de comunicación, a las fuerzas armadas y a la policía que han sido puestas al servicio del régimen. En síntesis, casi todo el poder. ¿Cuál puede ser su debilidad que permita negociaciones exitosas para realizar pronto elecciones generales? Es posible nombrar al menos tres: el desencanto popular que pone al oficialismo en franca minoría; la pérdida del miedo que lleva a la gente a altos niveles de indignación; la franca oposición de la iglesia católica en un país con mayoría católica, 57,5%. Numerosos sandinistas del sector “duro” es decir de aquellos más orteguistas han comenzado a distanciarse del poder por las prácticas corruptas y por el uso indiscriminado de la violencia en contra de la población.
No obstante, el gobierno también tiene varios factores a su favor: El poder totalitario en la élite que no da señas de fragmentación; Nicaragua es uno de los países con mayor crecimiento económico de la zona y también de los más seguros en una región en que la violencia es el pan de cada día. Son datos importantes que explican la permanencia de Ortega en el poder cada vez más dictatorial.
Los analistas económicos hablan de burbuja económica porque una cosa son las estadísticas en el papel y otra la realidad. Por ejemplo, en el área rural la situación es cada vez más precaria. Marlia da el ejemplo del salario mensual de un profesor, 140 dólares, que no alcanzan ni siquiera para la canasta básica. Hay inversión, que se puede observar fácilmente en Managua con la construcción de muchos edificios. La pregunta es, a dónde va ese dinero. Hay empresas que se han creado en torno a la cúpula del Frente Sandinista como alrededor de empresarios que desde hace años están coludidos con el Frente. El tercer actor importante que se ha convertido en empresario es el ejército de Nicaragua. Hacia esas fuentes mana el dinero, no hacia la población que lo necesita.
La precariedad lleva la emigración a países vecinos. Uno de los principales destinos es Costa Rica.
Si el crecimiento económico fuese para beneficio de los nicaragüenses estos no se irán del país en busca de mejores oportunidades.
Ahora el gobierno ha dicho dialoguemos. Toda negociación en circunstancias parecidas puede encaminarse en dos direcciones opuestas: favorecer al gobierno, darle tiempo, que es lo que busca o, propiciar el cambio.
Los jóvenes están dispuestos a dialogar, pero quieren que se sienten a la mesa actores sociales y no únicamente la Conferencia Episcopal, el gobierno y el Consejo Superior de la Empresa Privada. Hay que abrir las puertas para el ingreso de los estudiantes, la sociedad civil, los organismos de derechos humanos. Los manifestantes quieren un diálogo abierto e incluyente. Quieren, así lo repiten, que Daniel Ortega y Rosario Murillo abandonen el poder, a través de un llamado a elecciones observadas por la comunidad internacional, para que ésta sea garante de que esos comicios sean limpios y transparentes.
Avendaña sabe que si los nicaragüenses no se movilizan y reclaman sus derechos poca cosa puede hacer la comunidad internacional. Eso no significa que los jóvenes no valoren el papel que puede desempeñar el Secretario General de la OEA, Luis Almagro, con la Carta Democrática en la mano y el llamado a elecciones para superar la crisis.
Marlia Avendaña, usted es una mujer joven de un país con una tradición democrática frágil, que ha padecido mucha dictadura. ¿De dónde la viene la vena libertaria?
Nicaragua tiene una larga tradición de participación popular y electoral, seguramente una de las más altas de la región. Por otro lado, nuestra generación todavía está marcada por la revolución. Mi padre fue revolucionario y tiene el recuerdo en el presente. Por eso tenemos diferencias hoy de a quién apoyar. Pero mi generación, estando marcada por la revolución tiene muy claro lo que sucede en el país en lo político, porque es el pan de cada día e incluso, no podemos escapar al mediodía de los discursos de doña Rosario Murillo.
La dramática situación divide a las familias…
Es una situación que se está dando nuevamente, porque según nos cuentan una realidad parecida se dio cuando la dictadura de Somoza. Ciertamente hay familias divididas ideológicamente. Aunque ya no podemos hablar de ideología en este contexto porque el partido Sandinista dejó de ser una organización de izquierda hace mucho tiempo.