Neruda, un Nobel que genera controversia en Chile
Lo llamaron primero Pudahuel, vocablo del Mapudungun que significa los charcos o los pozos. Durante la dictadura de Pinochet pasó a llamarse Comodoro Arturo Merino Benítez, uno de los fundadores de la aeronáutica nacional y hoy existe una moción parlamentaria de rebautizar al aeropuerto internacional de Chile con el nombre de Pablo Neruda. Se cocina la controversia al calor de grupos feministas que se oponen a la iniciativa. La diputada de izquierdas Pamela Jiles resume el rechazo: “considero que no están los tiempos para homenajear a un maltratador de mujeres”.

El gobierno chileno tampoco es partidario de la idea aunque por razones distintas. El ministro de Defensa, Alberto Espina argumenta que “Arturo Merino Benítez fue el fundador y creador de esta Fuerza Aérea de Chile, es un símbolo en Chile y del mundo, en los comienzos de la aviación (…) No estamos de acuerdo en cambiarle el nombre el Aeropuerto de Santiago”.
Tres obras literarias son protagonistas involuntarias de la polémica. Las holandesas Hagar Peeters con Malva y Es tan largo el olvido de Pauline Slot. El chileno David Schidlowsky, es el autor de unas biografías más completas del premio Nobel 1971, Pablo Neruda y su tiempo: las furias y las penas (Ril Editores, Santiago de Chile, 2008).
Esta es una entrevista exclusiva con el profesor, estudioso de la literatura y cineasta, David Schidlowsky.
Su libro “Pablo Neruda y su tiempo: las furias y las penas», es una de las causas de la disputa. ¿Le parece bien todo el altercado?
Lo interesante e irónico es de que Arturo Merino Benítez era un nacionalista de izquierda, muy cercano a Salvador Allende. Fue el mismo Allende el que propuso cambiar el nombre de Pudahuel, el año 1971, siendo todavía presidente del país.
Para mí es imposible imaginar que Merino Benítez hubiese aceptado que la institución que él ayudo a crear, la fuerza aérea, más tarde, bombardeara el palacio de La Moneda en 1973.
Por desgracia el comodoro no es conocido fuera de Chile y Neruda lo es de forma considerable.
Si he entendido bien, la idea es ponerle el nombre al aeropuerto de una figura internacionalmente conocida. Como digo en el comienzo de mi libro, Neruda es uno de los poetas más importantes de la literatura universal del siglo XX.
Con toda la crítica que uno debe tener frente al comportamiento político y humano de Neruda, lo que queda al final es su contribución poética al mundo. En consecuencia, nombrar el aeropuerto con su nombre es un honor para Chile.
Por otro lado, los que critican la iniciativa deberían tomar en cuenta que nadie de nosotros es perfecto. Cada cual tiene luces y sombras. Creo que hay que saber vivir con las sombras y a los que están en un pedestal honrarlos, sin olvidar lo negativo. Por eso considero que a pesar de la crítica de la violación y de la acusación de que abandonó a su hija, el aeropuerto debería llevar su nombre.

Por lo demás en el mundo hay varios terminales aéreos que tienen el nombre de artistas o políticos que son muy controvertidos.
Dicen los críticos de su libro que usted es muy duro con Pablo Neruda desde la perspectiva ética y política. Y lo peor, muy subjetivo. Un estudioso de la vida Neruda ha llegado a decir que usted lo juzga en tono casi bíblico. Lo que yo interpreto como que usted levanta el dedo condenatorio sin más.
Ese fue Hernán Loyola (importante estudioso y autor de varios libros sobre Neruda) creyendo que con eso me criticaba, cuando en realidad es un honor. Ser uno de las profetas bíblicos sería de una gran dignidad, pero no lo soy. Soy solo un investigador literario.
Lo que pasa es que me di cuenta de que muchos investigadores sobre Neruda se copiaban los unos a los otros sin hacer un trabajo serio de ratón, de ir a los archivos, investigar, acercarse a lo que hizo Neruda, que no hizo, que escribió, que pensaba, y luego presentar las conclusiones. Lo que yo hice es el primer paso. El segundo momento es lo que está pasando ahora. Que se evalúe poniendo los hechos sobre la mesa y no tener a Neruda en un basamento del que nadie puede decir nada, ni criticar nada y decir que todo es perfecto.
Lo que me impulsó a seguir esta investigación, que no fue fácil, hablamos de diez años, fue el deseo de mostrar de la manera mejor posible al hombre, al poeta y al político.
No sé si fui demasiado crítico. Creo más bien que Neruda fue crítico con él mismo.
Hay quienes quisieran que usted evaluara la vida del poeta no solo al luz de la política sino uniéndola a su obra poética. Como si no fuera posible separar dos las partes del mismo rompecabezas. Sin uno de los ellos no se entiende el otro.
A propósito de la pregunta me recordé lo que escribieron dos autores. Por un lado, el poeta, ensayista y filósofo francés Paul Valery, que dice: “la vida del autor no es la vida de la persona que es”. La otra es de Franz Kafka: “el punto de vista del arte y de la vida es también en el propio artista, un diferente”.
O sea, es una pregunta muy compleja. ¿Se puede separar la vida de un artista de su existencia cotidiana? Si lo pienso bien, creo que no, que hay que verlas en su conjunto.
De las luces de un artista hay que gozar. De las sombras hay que aprender.
Neruda, desgraciadamente, tiene muchas sombras. Algunas de ellas las comparte con la sociedad en la que vivió. Cuando escribe cartas o artículos usando prejuicios antinegros, antiperuanos, o contra los indios, a veces contra judíos.
Otra sombra fue la consecuencia que tuvo para él es ser miembro del partido comunista y la fidelidad a su ideología hasta el último momento de su vida. Conociendo y sabiendo el gran poder que tiene su palabra defendió aquello que no era la verdad.
Insisto. Tiene usted razón, no se pueden separar las luces de las sombras, pero las luces que son grandes no justifican las sombras. No pueden servir para pasar por encima de ellas.
Nada justifica nada. Cada uno tiene su responsabilidad.
Si comenzamos a analizar la personalidad de Neruda, a pesar del tiempo transcurrido de la muerte, habría que hacer un examen sicológico complejo, porque Neruda no viene de la nada. El hecho de la muerte de la madre cuando él es un recién nacido, luego la oposición tenaz del padre a fuera poeta. Más tarde la vida bohemia que no lo hizo feliz. Tras eso se fue al oriente en donde apenas tenía dinero para vivir como cónsul. El ingreso al partido comunista lo salva por un lado y lo esclaviza por el otro.
Neruda tiene una obra poética gigantesca, que está destinada a perdurar. Sin género de dudas. Pero al mismo tiempo tiene sombras que son grandes. Para mí el comportamiento con su mujer y su hija es muy complejo, fuera de las otras cosas por supuesto.
A propósito. Cuando apareció la novela «Malva» de la holandesa Hagar Peeters, hubo reacciones sobre la actitud de Neruda frente a Malva Marina y a su primera esposa, María Hagenaar. Que hubo abandono, que no las ayudó en la medida de lo necesario y de lo que eran sus reales posibilidades en el momento. ¿Tan negativa fue la actitud del Nobel?
Fue peor todavía. Porque cuando muere la hija, Maruca pidió al ministerio chileno que la sacara de Holanda y la llevara a Chile, porque no tenía de qué vivir, y Neruda se opone, sabiendo él de la terrible ocupación alemana en Holanda.
Aquí está la vinculación que yo hago entre la vida y la poesía. Si uno lee el Nuevo canto de amor a Stalingrado, publicado por primera vez en febrero de 1943, ahí Neruda grita -digámoslo así- contra la ocupación Nazi de Holanda.
Los que en Holanda, tulipanes y agua
salpicaron de lodo ensangrentado
y esparcieron el látigo y la espada,
ahora duermen en Stalingrado.
Pero, por otro lado, en abril de 1943, no acepta que su mujer salga de esta Holanda ocupada junto a todos los chilenos que se encontraban en Europa y que deseaban abandonarla. Esto después del rompimiento de relaciones de Chile con el III Reich (20 de enero de 1943), donde se hace un el intercambio de ciudadanos, Chile sacó a los chilenos de los territorios ocupados por la Alemania Nazi y Alemania a los alemanes que deseaban abandonar Chile.
Es una contradicción del Neruda poeta con el Neruda privado. Y ese paralelismo hace las cosas tan complejas y e inexplicables.
Dos actitudes. Puede dar la impresión de que se juzga a Neruda con los conceptos del presente, lo que significaría envenenar el pasado.
Hay un comportamiento humano que es eterno. No ayudar a la mujer, la madre de mi hija fallecida en estas condiciones es difícil de entender. No tenderle la mano para escapar a la ocupación alemana, es un comportamiento que nada tiene que ver con la época. No puede ser que un comportamiento sea aceptable para los años 40 y solo criticable hoy en día. Es una falsedad similar por buscarle cinco patas al gato.
La otra actitud. ¿Es concebible pensar que existe un movimiento internacional antinerudiano?
No. Lo que si hay y es bueno es la crítica a la actitud humana y política de Neruda. Es necesaria y útil porque de otro modo no vamos a aprender nunca.
Dice usted, con otras palabras, el hecho de criticar a alguien no es ser antialguien.
Todo lo contrario. Si una persona critica a alguien es porque le interesa, porque quiere aprender del comportamiento humano para seguir adelante, sino todavía estaríamos en las cavernas.
Le presento una suposición: Cuando los lectores de Confieso que he vivido leyeron la descripción de la violación de la chica tamil no tuvieron una actitud de indignación pública y se pasó por encima del capítulo como otra muestra del machismo de la época. Hoy, con la lucha de las mujeres en alza se recupera este capítulo triste y se lo evalúa a la luz de una mayor comprensión de los abusos a los que puede ser sometida una mujer. ¿Voy bien encaminado?
Lo que pasa es que Confieso que he vivido es un libro problemático. Muchas de las cosas que están allí se leyeron desde el primer momento sin la debida dedicación y atención. Esta narración es una de ellas, como para mí de gran importancia es también su descripción del destino del Cónsul alemán en Batavia Richard Herz, descendiente de un familia de judíos de Hamburgo.
Pero, volviendo a la narración de la violación, lo primero que llama la atención es que la historia aparezca en el capítulo Singapur cuando los hechos, según el propio Neruda, sucedieron en Colombo. Lo que demuestra cómo se editó el libro tras la muerte del Nobel. Eso es para una investigación aparte.
Lo que en realidad se narra, es que en la casa que arrendó en Colombo, Neruda descubre que una mujer muy humilde realiza las labores más ingratas, como limpiar y sacar los excrementos del cubo de metal del agujero redondo (water diríamos hoy) que se encontraba en el fondo del patio de la casa. Se trataba de una mujer tamil muy hermosa. Para Neruda, en su narración, lo más importante es la belleza de la chica hasta el punto de que la describe como una diosa.
De alguna u otra manera desea poseerla. Le habla y ella no responde, le deja regalos, pero ella no le da atención. Neruda no está contento con esta indiferencia y una mañana la toma por fuerza y se la lleva a la cama. La posee y describe la conducta de la mujer como una estatua.
Dice, “el encuentro fue de un hombre con una estatua. Permaneció todo el tiempo con sus ojos abiertos, impasible”. Una descripción terrible de una violación.
Qué bueno que usted insista en este punto porque han salido defensores de Neruda diciendo que no hubo violación desde el momento que no hubo oposición.
¿Qué es lo que hubo entonces? Por qué Neruda dice para terminar, “hacía bien en despreciarme. No se repitió la experiencia”. Porque fue algo a la fuerza. No cabe la menor duda. Además, lo describe como una experiencia, lo que ya es algo raro, digámoslo así.
Las criticas aquí son justas. Esto lo escribió el poeta en los años setenta y lo sucedido fue en los años 29-30, que es cuando estuvo en Colombo. Y no sé si hay arrepentimiento de lo que hizo con la mujer o que él lamente lo sucedido. No me queda claro. Con una cosa así, tan terrible, si me diera vergüenza no lo publicaría. Pero es una especulación.
No olvidemos que en ese tiempo tenía 25, 26 años. Es decir, no era un joven, era un hombre maduro.
Yo sé que usted es biógrafo y no comentarista, pero el hecho de conocer y estudiar minuciosamente la vida de Neruda le autoriza más que a otros a emitir cierta opinión. ¿Le parece bien la controversia?
Creo que la controversia es sana, que la sociedad se confronte con la figura de un gran poeta como lo es Pablo Neruda, con sus luces y sombras. Además, Neruda no nace del vacío, y entonces es un espejo para una sociedad que fue siempre machista y discriminatoria. Supongo, por ejemplo, que el hecho de que Neruda tuviera que callar que tenía una hija minusválida tiene que ver con la relación que Chile tenía hacia los minusválidos y sus padres.
Es como si estos casos exigieran ser encarados con profunda seriedad y profundidad.