Miseria: las desaparecidas en democracia
Es acertada y asertiva. La escritora argentina Dolores Reyes acierta en ambas novelas: Cometierra y Miseria porque logra concitar la atención sobre un tema capital, el abuso sexual y el feminicidio. Es asertiva porque la transparencia de su prosa es amigable, verbal, coloquial.
Esta madre de siete hijos, que escribe antes de que salga el sol, teclea con los dedos, pero lo que cuenta sale de su corazón. Seguramente es esta emoción hecha palabras la que conquista tantos corazones
La novela Miseria empieza bien porque usted incluye un epígrafe de Holderlin que dice: «Cuando crece el peligro también crece lo que salva». Pensé, como se van a contar cosas terribles en Miseria, la autora advierte que, a pesar de las desgracias, a pesar de las desaparecidas, siempre hay que conservar una cuota de esperanza.
Sí, aunque sea tan difícil. Es lo que nos impulsa a seguir. Las novelas tanto Cometierra como Miseria tienen dos lados muy marcados. Un lado tanático de mirar hacia el mundo de los muertos y los desaparecidos, la violencia. Pero también tienen un lado vitalista, que tiene que ver con las relaciones sexoafectivas, las relaciones entre hermanos, la amistad, la música también. Siento que ambas están equilibradas. la mortuoria y la esperanzadora.
Aylen, una de las protagonistas, hace una ofrenda a su madre muerta. Una adivina le incita a que le pida fortuna. Pero ella opta por algo simple, pero de un gran valor espiritual. Es como creer que lo decisivo en la vida no está en la riqueza material. Los cínicos dirían que ese es un buen consuelo para gente pobre.
Qué cínicos los cínicos. La secta cínica. A ver, pobres siempre hemos sido, y no por eso dejamos de ser felices. Somos en un punto territorios poscoloniales y nuestras violencias tienen muchísimo que ver con eso. Nuestros exilios, nuestras tristezas en la tierra. Hay algo muy triste en referencia a la tierra que siempre ha sido de la conquista para acá, una suerte de fosa común. Primero para los habitantes originarios de América, después a través de los gobiernos que tantas veces han generado desapariciones y terrorismo de Estado. Con nuestras frágiles democracias las desaparecidas son las víctimas de violencias machistas. Una por día en Argentina, 12 o 14 por día en México, vaya a saber cuántas en Colombia, en Chile y en tantos territorios de América que siguen padeciendo este flagelo.
Más allá de la riqueza material, creo que en Cometierra y en Miseria la riqueza se da en las relaciones humanas y eso es un universal.
En la página 121 aparece un párrafo fundamental que dice: “llegar al mundo e irse, no son cosas que haya que hacer solas. Si las mujeres nos juntamos, ahí está nuestra fuerza”. Tres aclaraciones sobre este tema. La primera, los desaparecidos son como si murieran solos porque lo último que ven son los ojos de sus verdugos. A sus familiares se les niega el luto, el poder enterrar a los suyos, que es una de las tradiciones más antiguas de la humanidad. Es terrible.
No había pensado en lo último que ve un desaparecido y me impactó escucharlo. Sí, me dolió esa frase. Ojalá que hayan tenido tiempo de cerrar los ojos y ver otra cosa. Es algo que le hago hacer a mi personaje todo el tiempo, cerrar los ojos y ver más allá del mundo material próximo. Recordemos la integridad que tuvieron muchos de ellos dentro los centros clandestinos padeciendo las torturas más horrorosas que podamos imaginar. Ojalá, incluso en esos vuelos en donde iban sus cuerpos narcotizados para ser arrojados desde el aire al mar y a los ríos. Espero hayan visto otra cosa que no sean los ojos de los verdugos.
Nosotras, a los ojos de los verdugos, los seguimos viendo en los juicios que hubo en Argentina y que fueron el resultado de una lucha.
Todo estas cuestiones externas a las novelas las abordo después para generar ficción.
La segunda aclaración tiene que ver con la fuerza que da la unión de las mujeres, que es algo que ha demostrado el feminismo y que constituye un hecho histórico innegable de reivindicación que transforma a la humanidad, incluso en estos momentos. Sin embargo, hoy existen movimientos que alcanzan el delirio y se aproximan al dogmatismo, a la intolerancia, a la irracionalidad, a posturas alejadas de contribuir a lo importante, la igualdad de derechos, de oportunidades entre hombres y mujeres.

Es complejo. Los feminismos nunca fueron uno, siempre hay cuestiones transversales que son justamente las luchas de clases, incluso los feminismos coloniales, los que tienen en cuenta otras formas de opresión, como son las raciales.
Siento que más allá de un montón de teorías en cuanto a la situación política de América Latina y de la Argentina en estos últimos tiempos, son notables los avances que hemos logrado las mujeres interviniendo juntas como sujetos políticos, colectivos.
Fueron mujeres las que se aliaron para enfrentar a las dictaduras en varios países. Lo impensado, vencer el miedo del terror paralizador que fomentaban los Estados. Incluso juntarse para buscar a sus hijos en la tierra o para manifestarse con un pañuelo en la cabeza para hacerse ver y denunciar lo que estaba pasando.
A eso me refiero con la fuerza de las mujeres, por un lado, y por otro, a ciertos saberes tradicionales que siento que fueron usurpados incluso dentro de la literatura. A mí me nutrió mucho el realismo mágico que fue un movimiento que tapó el nombre de muchas escritoras de América Latina. Fue un movimiento de hombres y siento que también nos sacaron la magia. Ni hablar de la partería tradicional. Con la Inquisición y las hogueras, nos damos cuenta de que la magia en realidad está asociada a las mujeres. En cambio. el realismo mágico es un movimiento exclusivamente de ellos.
La tercera aclaración y más allá del asunto social y político, es muy cierto que las mujeres se juntan para todo, para hacer las compras, para contarse historias, hasta para ir al toilette. ¿Porqué?
Porque nos sentimos bien entre nosotras. Es lindo estar entre mujeres, acompañarse, es lindo escucharse. De ida y vuelta, nos acompañamos, vivimos juntas, crecemos juntas. Me pasa mucho salir con amigas, incluso en los festivales de literatura y que nos digan: “ay, están solas” y por ahí somos cuatro mujeres. Es tan rara esa percepción de que estamos solas, cuando estamos gratamente acompañadas.
Si hay algo atractivo en Miseria es precisamente cuando la historia se torna tierna. Por ejemplo, los pequeños detalles que alegran la vida, porque sin palabras nos hacen saber que hay alguien que piensa en nosotros cuando encontramos en una soga nuestras zapatillas lavadas por manos que nos aman.
Estoy muy atenta a esos detalladitos tan pequeños, y a la vez tan tiernos que siento que sostienen la existencia. Eso de que hay alguien que está pensando en vos, incluso en los niveles de indigencia más impensados. La mamá de Miseria, cuando la hija le dice que se va, ella sabe que ahí sí se queda sola, porque lo único que tiene es esa hija y sin embargo le da su bendición y le dice: “a dónde vayas, Miseria, yo te cuido de lejos.
Hay cositas así que escribo que tienen que ver con cuidar mucho a los personajes y a esos momentos de ternura. Es una pincelada que los humaniza y los convierte en esos personajes de los que yo misma me enamoro.
Una frase hermosa: “Una diosa te regaló un don porque tenés un corazón que puede cargar con él”. Señora Dolores Reyes, cómo me gustaría que siempre fuese cierto, pero la verdad es que en demasiadas ocasiones una diosa o un dios regala un don a seres miserables.
Yo tengo formación clásica. Siempre estoy mirando como desde el Olimpo. Entonces, tiene que ver con que no son dioses totalmente poderosos, sino que hay como semidioses con un lado fuertemente humano, que tienen como un toquecito de divinidad. Pienso que Cometierra es una persona que tiene en el corazón algo con lo que puede cargar, Por eso pone siempre el don en función de los demás y está atenta a las buscadoras, a esos rostros, a esos ojos fotocopiados que ella siente que le pueden indicar si tal o cual persona está viva a la hora de buscarla o de devolver un cuerpo a sus seres queridos.
Por cierto, que los otros existen, pero ni su don ni su corazón están al servicio de los otros. Su egoísmo es tan grande que anula la virtud del don.
Cometierra habla de las madres de las desaparecidas que van a verla y en un momento piensa: “si nunca encuentro para aliviarles el dolor y la bronca es porque no hay”. Es una verdad muy dolorosa que da la medida de nuestra impotencia, saber que no existen palabras para ciertos pesares.
Me pasó que varias veces me presentaron a mamás de chicas violentadas o desaparecidas. Y siempre quería, pero no podía, ¿qué le puedo decir? El caso de Lucía Pérez es clave. Es un feminicidio brutal, porque la violencia que se ejerció sobre un cuerpo de 17 años fue terrible. En el primer juicio los jueces dijeron que no había sido un feminicidio, algo horroroso. A esa madre me la presentaron en medio de una acción en un espacio de eventos que se llama Mu. Yo realmente estaba enmudecida. No había una palabra que le pudiera decir, más que estar ahí, sentarme y acompañarla en silencio. Es como un abismo de dolor y no hay forma de llenarlo, al menos con palabras.
Usted usa repetidas veces la palabra asfixia para referirse a las buscadoras. Asfixia es falta de aire y la falta de aire es falta de vida. Es como si los que tienen desaparecidas, están muertos en vida.
Son una suerte de muertos en vida porque la marca de la muerte o la desaparición es como un tajo rodeado de la presencia de la incertidumbre, de qué pasó. Por el otro lado, muchos de los que se mueren buscan hasta el último latido. Hay allí una crueldad impresionante.
Me ha pasado a perder por minutos un hijo, en unas vacaciones que se alejaron un poco en una pileta o en el borde del mar. Me acuerdo de que me sentía como estar en una película que a medida que avanzaba me sentía asfixiada y al borde. Piense que eso se prolonga el resto de la vida. Se trata de un padecer muy ligado a la falta de aire.
La gente que busca sus desaparecidas está dispuesta a todo para encontrarlo y me pregunto si no se habrá encontrado usted con la circunstancia de que alguna mujer le preguntara si usted no sacó a su personaje Cometierra de la de la realidad y si pudiera ayudarla a tomar contacto con ella para que la ayude.
Todo el tiempo, cuando salió mi primera novela, Cometierra era una persona atrás de la otra. Me escribían, han venido a buscarme al trabajo, a mi casa, a las puertas de las escuelas de mis hijos. Me han escrito por todos las redes sociales preguntando si yo tenía el don, si les podía presentar a la vidente. Una mujer me clavó las uñas pidiéndome por favor que la ayudara, y ahí nos empezó a contar adelante de mis hijos, que tenía una hermana de la que no sabía nada hace 22 años; que ya ninguna entidad del Estado la buscaba.
Es la desesperación más absoluta la que lleva a recurrir a una vidente conurbana súper precarizada, jovencita, que tiene supuestamente un don para encontrar a las personas que nos faltan. Eso, que es una ficción, que se ha demandado de esa forma por familiares, seres queridos, da la pauta de lo que pasa en nuestros países.
Yo sé que la próxima pregunta no debería hacérsela a Dolores Reyes sino a Cometierra, pero, en fin, ya metidos en gastos, ella tiene la virtud de encontrar a desaparecidas, pero nunca ha tenido la posibilidad de ver a los verdugos de las desaparecidas.
Estoy como jugando, pensando en hacia donde ella mira. Quiere hacerlo, aunque todavía no termino de escribirlo, de resolverlo por escrito. Seguro va a aparecer más adelante ya que me vengo planteando la escena. Hay un caso en Miseria en donde el verdugo está presente. Cometierra se va de la visión y cuando regresa con la mamá de la chica el verdugo modificó la escena y la escondió. Ella lo siente, no en la visión, si en el sonido. Siento que las novelas me permiten seguir complejizando, tanto en el universo de los vivos como en el de las visiones.
El hecho de que usted haya puesto todos los focos sobre las nuevas desaparecidas, las que son víctimas de feminicidio o de abuso sexual, fue premeditado el hecho de que aquellas desaparecidas han tenido de alguna u otra manera cierta atención pública y la de los medios, y estas otras pobres víctimas casi nunca aparecen.
Nací en 1978, tengo 45 años. Mis personajes tienen entre 16 y 17 años cuando empiezan a vincularse con la tierra. Deseo respetar la experiencia vital de esos personajes y con lo que se van a topar en la cotidianeidad de sus vidas como las violencias que las están asolando. Tiene que ver con la violencia machista y con las desaparecidas en democracia.
A Cometierra nunca la vienen a consultar por un caso de hace 45 años. Nunca pasó que apareciera una mujer mayor. Siento que en cuanto a las Madres-Abuelas de Plaza de Mayo, me parecería forzado pensar que van a buscar a Cometierra.
Terminamos con una frase pesimista y luego con una reflexión optimista. Ambas de la novela Miseria, de la escritora argentina Dolores Reyes. La frase pesimista: “Hay tanta gente buscando a Dios y tan poca buscando a sus hijas”. Duele mucho cuando la indiferencia es grande.
Te escucho y sé que la escribí yo, pero me duele como si viniera de afuera. Son esos momentos en que ella incluso se va a topar con gente que dice que es como un representante de Dios o que habla de la Palabra de Dios en la tierra. Lo veo tantas veces que son indiferentes al sufrimiento de sus hijas, como si predicaran una palabra que no se contacta con la realidad de las vidas de esas personas a las que les están hablando.
Hay un montón de frases pesimistas porque la realidad es muy terrible y desoladora.
La otra cara de la medalla. En medio de tantas desaparecidas la compasión, la simpatía, la amistad de veras. En medio de tanta porquería, el amor. Son precisamente las emociones y los sentimientos nobles de alguna gente lo que salva la vida y la hace digna de ser vivida. Y esto está muy presente en Miseria.
Es la vida que triunfa, porque si no ya no existiríamos, no vendrían niños al mundo. Es una novela que se plantea la llegada de un hijo al mundo. Un acto de esperanza. Una le pone una ficha positiva a la raza humana a la hora de tener un hijo. También está presente en la novela la amistad, la amistad entre mujeres, las relaciones entre hermanos. Hay un montón de hechos positivos que tienen que ver con construcción de lazos no atravesados por la violencia.
Se me ha quedado algo en el tintero. ¿Tiene de entre sus hijos alguno que ya esté en condiciones o haya leído su novela?
Sí. Es interesante la lectura que ellos hacen porque identifican más cosas, personajes, lugares, experiencias. Conocemos a la perfección el lugar donde se desarrolla esta segunda novela, que es como el borde de la ciudad de Buenos Aires. Una zona de mucha población y de mucha migración. Hay cierta migración de la que se enorgullece la ciudad y otra que le esconde abajo de la alfombra. Opto por ese lugar porque me interesa la migración de países latinoamericanos, cada uno con sus conocimientos, con su cultura, con sus banderas, sus colores, sus comidas.