Mercedes Sosa: la voz de Latinoamérica (2013) Reseña del documental

El 24 de noviembre se celebró en el festival del documental IDFA en Ámsterdam, el estreno europeo del documental ‘Mercedes Sosa: la voz de Latinoamérica’. El film de 93 minutos de duración presenta a la cantante Mercedes Sosa (1935 – 2009) como la Mama Grande de América Latina. Y con razón.

Mercedes Sosa
Mercedes Sosa

Uno de sus amigos describe a Mercedes Sosa como ‘la Edith Piaf’ de Sudamérica. Pero esa calificación no le honra. No era una artista querida entre la élite cultural. Sosa comenzó como cantante popular de una provincia pobre de Argentina, y nunca ha dejado de ser cantante del pueblo, tampoco cuando la trajeron a Buenos Aires donde cantaba en las grandes salas de concierto. Y seguía siendo la cantante del pueblo cuando se tuvo que exiliar después de amenazas de muerte durante la dictadura militar argentina. En Europa se llenaban las salas de concierto para escuchar sus poéticas canciones sobre el amor y la vida de los pobres en su continente.

Sentido político
En el documental vemos al hijo de Mercedes, Fabián Matus, visitar a antiguos amigos de la cantante, en un intento de reconstruir su vida y explicar su popularidad. Al igual que su antecesora chilena Violeta Parra (a quien nunca conoció personalmente) cantaba sobre la cultura de los más pobres en todo el continente. Durante los años 70 y 80 del siglo pasado, cuando las dictaduras militares aterrorizaban a casi todo el continente, textos tradicionales como: “Campesino, cuando tenga la tierra – cantaré” y “Si se calla el cantor, calla la vida” adquirían automáticamente una carga política. Con su poderosa voz, que emanaba de su poderoso cuerpo, ella se situaba automáticamente de parte de los oprimidos.

Clichés
Cinematográficamente hablando, el documental no es ninguna maravilla. El director Rodrigo Vila no elude los clichés (un reloj que marca las doce menos cinco, puestas de sol, animaciones de titulares de prensa, antiguas fotografías que se mueven) y enfoca muchas personalidades que hablan y pero sin mantener un relato muy coherente.

Pero gracias a La Voz, el documental se alza por encima de la mediocre forma. Cuando Mercedes Sosa empieza a cantar, la sala de cine se llena de emociones. Las grabaciones de conciertos, a menudo caóticas, han sido bien editadas y combinadas con un excelente sonido que envuelve a los espectadores. Uno se identifica con los sentimientos del pueblo oprimido con las imágenes del concierto que Mercedes dio en 1982 en la Opera de Buenos Aires, después de su temeroso regreso, en los últimos días de las dictadura argentina. Un argentino contaba en el film que cuando escuchaba cantar a Mercedes en la Opera sabía que la democracia estaba cerca.

Lágrimas
Debo confesar que, al igual que muchos otros espectadores, se me caían las lágrimas, cuando, por primera vez después de una depresión que casi fue fatal, Mercedes Sosa recibe el micrófono y la reconocen en la sala durante un concierto de Chico Buarque en Brasil. Acepta dudosa el micrófono, contempla el suelo durante unos segundos, y, siempre sentada en la butaca en una sala llena de público, comienza a cantar con una voz perfecta una de sus canciones clásicas. Sin ningún acompañamiento, el sonido crece hasta alcanzar el volumen acostumbrado de La Voz, y éste a su vez es apoyado por el de miles de voces del público en la sala de conciertos.

Tan solo con esta escena el director Rodrigo Vila merece la ovación que sonó al término del documental en la sala de cine en Ámsterdam, Holanda.

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Cultura

Argentina

Wim Jansen

Periodista

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