Los guatemaltecos no soportan más la corrupción

Carlos Fuentes estuvo Guatemala el 2001, invitado por UNICEF, para la entrega de los premios a la comunicación. En aquella ocasión dijo que la corrupción era la forma más ruin de robarle a los pobres. Tiene razón. Más todavía si esos delitos se perpetran en un país con una gran mayoría de pobres, el 59% de la población, cifra que aumenta al 76% en el área rural y con el 49% de niños que padecen desnutrición crónica. En días recientes Guatemala ha vivido masivas protestas sociales por denuncias de corrupción en contra del presidente Jimmy Morales y la connivencia de 107 parlamentarios que promulgaron una ley que protege a los corruptos.

Estos dos hechos han generado el hastío de un abanico social que va desde los estudiantes hasta los pequeños empresarios, de las dueñas de casa a los profesionales. Como si el hartazgo superara a lo político y la rabia estuviera por sobre cualquier consideración ideológica.

Nineth Montenegro es una activista de los derechos humanos con una larga historia que comenzó un 18 de febrero de 1984, fecha en que desapareció su marido. Ella se lanzó a la calle a reclamarlo pese a las amenazas del ejército nacional. Nineth es hoy jefa de la bancada parlamentaria del partido Encuentro por Guatemala.

La llamamos después que el país se convulsionara por un día de paro nacional y de protestas que se han prolongado incluso hasta hoy para exigir la renuncia del presidente Jimmy Morales y los 107 diputados que votaron la ley que consagra la impunidad.

La diputada dijo que las manifestaciones populares han generado un gran impacto desde el año 2015 hasta hoy, pese a que las acusaciones que no se pueden aclarar mientras la autoridad se parapete tras la inmunidad judicial.

La ley que aprobaron los diputados elimina las penas carcelarias y en su lugar establece multas para todos los delitos de la administración pública: peculado, malversación de fondos, enriquecimiento ilícito, cohecho pasivo y activo y otros tantos delitos.

Resulta lamentable que solo trece diputados estuvieran en contra de la reforma. Seguramente esa fue la razón para que la misma noche que se aprobaron los entuertos jurídicos la población rodeara el congreso en una protesta espontanea.

La situación se agravó de tal manera que los jefes de partidos resolvieron que las reformas son ilegales, inconstitucionales, impropias e inconvenientes. Pese a ello no disminuye la tensión. Tanto es el malestar que varios restaurantes y establecimientos comerciales han declarado personas no gratas a los 107 diputados, prohibiéndole el ingreso a los locales e incluso han puesto fotos en los escaparates y paredes para señalarlos. Otra forma de repulsa es la visita de la gente a las propias casas de los parlamentarios, para insultarlos a voz en cuello.

Desde el ministerio público, la Fiscal General, Thelma Aldana, va a presentar una nueva petición de antejuicio. En días recientes se han sabido dos cosas nuevas: una es que desde el ministerio de la Defensa se le entregaba al presidente un bono de seguridad de unos siete mil dólares mensuales, que se suma a su salario que es uno de los más altos de América Latina, unos 19.800 dólares. El bono no tiene ningún asidero político ni acuerdo ministerial.

El segundo caso es un banco que estaría involucrado en el financiamiento electoral a varios partidos y entre otros vuelve a mencionarse el nombre del presidente.

Si la petición de antejuicio se concretara los parlamentarios deberían analizar seriamente la situación porque están ante la disyuntiva de si primero es el servicio al país o es la defensa de una persona

La Fiscal General y jefa del ministerio Público Thelma Aldana ha desempeñado un papel central en el combate a la impunidad y ha contado para ello con el decidido respaldo de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala, CICIG. De allí que no pocos involucrados se empeñen en desembarazarse de ambos.

Tal es el antecedente para entender porque el presidente Jimmy Morales dijo en la Asamblea General de Naciones Unidas que Guatemala espera que pronto junto se inicie la revisión del convenio de creación de CICIG para su correcta aplicación, para garantizar el debido proceso, la presunción de inocencia y «evitar la persecución selectiva, la politización de la justicia y la judicialización de la política». Acto seguido agregó que su gobierno está decididamente en contra de la corrupción. Se trata de un desatino presidencial más, como si la CICIG fuera la culpable principal del descontento popular.

Es en este deteriorado ambiente que una destacada guatemalteca de la Universidad de Harvard, Claudia Escobar, se hace varias preguntas: ¿Cómo elegimos a una clase política que sea capaz de legislar para beneficio de los ciudadanos? ¿Qué herramientas hacen falta para garantizar que el Estado sea administrado por funcionarios probos y competentes? ¿Cómo transformamos el Sistema de Justicia para que sea eficiente y transparente? En síntesis, cómo se refunda el estado en Guatemala

Yo le diría que, aunque parezca que nos así, la miseria y la pobreza extrema que se vive en las aldeas más recónditas de este país es, de alguna manera, resultado del desconocimiento y de los votos del hambre, lo que se como voto clientelar. Hablamos de más de la mitad de la población. Los partidos pagan a la gente por afiliarse, les sostienen mensualmente con alimentos. Los partidos grandes por sus recursos económicos son los que siempre han llegado al poder. Y cómo obtienen los recursos ahora lo constatamos. Esto viene de treinta años atrás.

Nosotros somos de un partido pequeño, donde lo que tenemos es el voto urbano. Y con ello qué logramos, siete diputaciones. En el área rural, ¿qué es lo que dice la gente?: “aquí hay hambre, miseria, desnutrición grave. Aquí lo que queremos es comida, no nos interesa que nos hablen de política” Tienen toda la razón, mientras no se resuelva la pobreza y la pobreza extrema, no es posible generar verdadera ciudadanía. La gente necesita un plato de comida, certeza de tener un empleo.

En Guatemala no hay verdadera ciudadanía, excepto en las áreas urbanas y en las cabeceras intermedias.

Son las clases medias las que salen a manifestarse. Estudiantes, profesionales.

Aunque resulte dramático, si usted va a preguntar a una aldea del país, seguramente no saben que está pasando.

Palabra de moda en Guatemala: diálogo. Muy bien, eso es lo ideal, pero ¿es factible como están las cosas, lograr que el diálogo sea realmente transformador y no una mesa para que todo siga igual?

El diálogo siempre es saludable y fortalece. Las crisis deben verse como oportunidad. Sin embargo, diálogo, en este caso…después de… Es decir, mucha gente pide que se someta al presidente al antejuicio, que renuncien los 107 diputados y entonces sí queremos dialogar. A ver cómo iniciamos las bases mínimas para refundación del estado.

La polarización puede agudizarse y en tal caso, quienes son partidarios de la violencia pueden aprovechar la polarización para imponerse.

Es un tema que se discute mucho. Hay rumores, nada es certero. En torno a que, el animal, perdón por la palabra, el animal herido ataca. Hace lo imposible por sobrevivir. Y eso podría ser lo que está ocurriendo aquí. Hay ataques, hay campañas de desinformación, hay descalificaciones. Se ha hecho creer que toda la lucha en contra de la impunidad es de izquierda y eso no tiene nada que ver. ¿Por qué lo hacen? Porque la sociedad, además de lo que conté del desconocimiento en las aldeas, es altamente conservadora. El fantasma de la izquierda genera mucha actuación.

Es un arma que utilizan aquellos que se sienten amenazados al ponerle el sello de izquierda a cualquier cosa.

Más allá de eso, se dice que eventualmente podría haber algún hecho de sangre. Ojalá eso jamás vuelva a repetirse en Guatemala. Nunca más, porque quienes vivimos la violencia política, quienes perdimos familiares durante el conflicto interno armado, sabemos lo que ha costado la transición a la democracia, que es el resultado de una gente que expresa su opinión, que libremente manifiesta con sus hijos en las calles. Pero nos costó 45 mil desaparecidos y miles de personas muertas. Eso no se puede repetir.

José Zepeda

Periodista, productor radiofónico, capacitador profesional.

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