El populismo en Europa. Riesgos y terapia

Rosanne Hertzberger es microbióloga y columnista del diario NRC, uno los diarios más prestigiosos del país. Ella publicó recientemente un artículo sobre el populismo y, dado su interés, le solicitamos autorización para publicar su versión en español. Radio Media Naranja agradece a nuestra colega Rosanne Hertzberger que podamos compartir estas reflexiones.

Rosanne Hertzberger
Rosanne Hertzberger

No me permiten escribir sobre la guerra, porque nunca habrá guerra. La guerra es algo del siglo pasado. La guerra no cabe en un mundo cada vez más seguro y pacifico, somos demasiado ricos para la guerra, somos demasiado democráticos para la guerra. Hace ya 100 años que se produjo una batalla como la del río Somme donde en un solo día murieron 200.000 soldados británicos. Es más, la guerra nos parece tan improbable, que hemos reducido al mínimo nuestra defensa. Hoy día la defensa solo sirve para conflictos en países lejanos. No necesitamos protección en nuestro propio territorio. ¿Para qué?

No me permiten escribir sobre la guerra, porque tenemos los derechos humanos, los tratados, acuerdos de asociación, de libre comercio, las Naciones Unidas, las visitas de Estado, los festivales de la canción y los torneos de futbol. La bestia llamada guerra está encerrada con cadenas en una caja fuerte muy segura.

No me permiten escribir sobre la guerra, sin embargo, no pienso en otra cosa.

El Brexit ha sido la primera vez que triunfa el populismo. Usted puede pensar que soy ilusa, pero nunca me imaginé que podía pasar. Más aún, el jueves de la semana pasada escribí un artículo en que decía que el resultado electoral sería la permanencia de Gran Bretaña. “Bebíamos un vaso, orinábamos y todo seguía igual”. Así comenzaba mi artículo. Yo pensé que sería algo pasajero. Siempre ocurre lo mismo con el populismo. Desde hace años advertimos asustados que Wilders (político holandés de la ultraderecha, adversario acérrimo del Islam) está muy alto en las encuestas, pero él nunca ha llegado a ser el más grande. Sobre las elecciones regionales los diarios franceses del 6 de diciembre del año pasado titulaban: “Se vislumbra una gran victoria de la extrema derecha”. El 14 de diciembre los titulares eran: “Le Pen no gana en ninguna región francesa”. Como ahora en el caso de Trump, que obtiene unas pequeñas victorias, pero, finalmente, será derrotado por Hilary. Frecuentemente el populismo sale trasquilado.

Es así, ¿No?

Grandes pensadores y grandes ideas: ese es el mejor remedio en contra del populismo

La receta ya no es tan obvia. Los populistas pueden ganar, pueden cambiar la historia y eso es extremadamente peligroso. Nada les importa y atacan con lengua guerrera. Todas nuestras pequeñas seguridades que tenemos en contra de la guerra pueden barrerlas de un plumazo. Mientras nos preocupamos sobre las agresiones menores, ellos anuncian las mayores catástrofes. Solo le falta una condición para ejercer el poder político de forma prolongada, que el partido en cuestión permanezca intacto después de su victoria. Hasta ahora después de cada triunfo electoral del populismo se produjo una implosión. El LPF (Lista Pim Fortuyn, político asesinado en el 2002, quien se oponía tenazmente a la inmigración indiscriminada y al fundamentalismo islámico); el apoyo tácito al PVV (Se trata del Partido por la Libertad, creado en el 2003 y cuyo líder indiscutible es Geert Wilders), y hoy es el equipo que luchó por el Brexit. Pero esta vez se ha generado un gran daño.

Por ello, para afianzar una política en contra de la guerra es necesaria la creación de una nueva estrategia antipopulista. En primer lugar tenemos que evitar que un pueblo, debido a una ínfima minoría se suicide económicamente. Estoy de acuerdo con Ken Rogoff, catedrático de económica de Harvard: “esto no fue democracia, sino ruleta rusa”. Para grandes decisiones se necesitan grandes mayorías. Por ejemplo, así es como protegemos la Constitución. Para una reforma constitucional, primeramente es precisa una mayoría, luego, después de las elecciones parlamentarias se necesita una mayoría de dos tercios. Tenemos que proteger a los ciudadanos de la tiranía de la mayoría. Y, ciertamente, de una minúscula minoría, que, engañada por el populismo, en un día lluvioso del verano británico, puede sumir en una crisis a todo un continente.

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En segundo lugar debemos tomar a la población en serio y no solamente observar las cifras desde una elevada alambrada. Todos sabemos que conducir un vehículo, estadísticamente, es más macabro que el terrorismo. Pero eso no importa. Al igual que la masiva inmigración, que más que una amenaza es un beneficio económico, tampoco importa. Que el miedo determina el comportamiento, debes tenerlo siempre en cuenta. Los partidarios del populismo deben sentirse representados. Una política basada en la evidencia es muy buena, inteligente y efectiva, ciertamente en esta gran era de la información, pero con tal política no ganas corazones. Esa política aleja la gente de las autoridades y por ende es tierra de cultivo para la ira, el populismo y el lenguaje bélico.

En tercer lugar, y tal vez esto sea lo más importante, es preciso eliminar la tierra del cultivo del populismo, y esa es la ignorancia. Tienes que motivar, a más no poder, a que la gente estudie. Las salas de las universidades tienen que llenarse. Las formaciones profesionales tienen que mejorarse. Las universidades tienen que ser menos elitistas. El ser expuesto durante un par de años a los grandes pensadores y a las grandes ideas es el mejor remedio en contra del populismo.

Y, finalmente, tenemos que revestir a nuestra defensa, por si fracasan todas las medidas y lo imposible se torna factible.

 

Radio Media Naranja

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