El Levantamiento indígena y social en Ecuador
Los indígenas agrupados en la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador, CONAIE hablan de levantamiento del pueblo ecuatoriano en contra del gobierno. Llegaron marchando el jueves pasado a Quito, y se juntaron con sindicalistas, ecologistas, médicos y otros. Han anunciado nuevas protestas.

Todo indica que el malestar creciente tiene su origen en la cancelación del Proyecto Yasuní ITT, en el 2013. El gobierno del Presidente Rafael Correa propuso, condicionar una parte de la zona intangible amazónica con un mecanismo de compensación, que debía asumir la comunidad internacional, para evitar así la explotación de los recursos petroleros. El llamado del gobierno cayó en saco roto.
Los aborígenes de la región amazónica consideran que los planes de expansión de la frontera petrolera y minera son una de las principales amenazas para su supervivencia y el punto más conflictivo entre su gobierno y las nacionalidades.
Las demandas no cesan de aumentar. La suma del descontento exige, como temas prioritarios: el archivo definitivo de las enmiendas constitucionales, que pretende la reelección indefinida de los personeros, entre ellos la del Presidente de la república; la derogatoria del Decreto 16, que regula las organizaciones sociales, la revocatoria de la Ley de aguas y de la Ley de tierras.
El movimiento contestatario se radicaliza porque el gobierno, dicen, no ha dicho nada. La respuesta ha sido más bien en términos de insulto, de minimización del alcance social del descontento. Según la CONAIE el día 13 se movilizaron en Quito más de 200 mil personas. El Presidente Correa, en su programa radiofónico de los sábados, dijo que se trató de una marcha fundamentalmente de los dirigentes. Herrera percibe esas palabras como ofensivas y burla hacia la gente.
El resultado de la marcha ha sido de cien detenidos y unos cincuenta heridos, algunos de gravedad. Por parte del gobierno se asegura que hay 70 policías heridos, lo que ilustraría la violencia desmedida de los manifestantes. El Presidente de la CONAIE desmiente categóricamente que los anime la violencia. “Por contrario, es el gobierno el que manda infiltrados para provocar violencia, que agreden y luego se presentan como las víctimas”.

Los indígenas ecuatorianos están convencidos que es posible y deseable armonizar desarrollo y preservación de la naturaleza. Para ello proponen la nacionalización de bienes concentrados en un sector de la derecha y, por otra parte, mayor inversión en el campo productivo. Otra de las propuestas es la total probidad con los bienes del Estado, porque acusan al gobierno de haberse gastado hasta el dinero de los jubilados. El país tiene un endeudamiento de más de 35 mil millones de dólares, con la China y otras fuentes financieras internacionales.
El movimiento indígena no quiere que los ecuatorianos terminen simplemente como empleados de una hacienda o una fábrica. Aspiran al Buen Vivir, a la Sumak Kawsay, de la cosmovisión kichwa, es decir al desarrollo integral del ser humano. Tomar solo necesario de la naturaleza para perdurar.
Jorge Herrera, presidente de CONAIE, llamó a la unidad entre la ciudad y el campo, pero desmiente categóricamente que exista nada parecido a una alianza con los grupos conservadores del país. “Cada uno de los sectores que protesta debe asumir la responsabilidad por su hechos. Nosotros tenemos nuestra estrategia bien definida, afirma Herrera. Estamos reclamando cambios de política, cambios de actitudes, en este gobierno ha aumentado de manera notable la delincuencia. Ni tenemos la intención de desestabilizar al gobierno. Pero si el gobierno se pone en ese nivel, el pueblo se levanta, ya no soporta más”.
La CONAIE desea que finalice la cooptación de las instituciones del Estado por parte del ejecutivo, porque de otro modo la subordinación de estas instancias seguirá, sin duda, obedeciendo ciegamente las órdenes emanadas del palacio presidencial Carondelet. Es esta realidad la explica que las reformas constitucionales, que deberían ser objeto de una consulta popular, simplemente pretenden despacharse desde la Asamblea Nacional.
Herrera recuerda que el propio Presidente dijo en su ocasión que la nueva constitución está garantizada para más de 300 años. Resulta que ahora Rafael Correa quiere la constitución a su manera y no a la manera de las necesidades reales del país.
Pese a todos pesares ¿Está dispuesto el movimiento indígena a iniciar un diálogo con el gobierno?
La respuesta es instantánea: necesitan que el gobierno primeramente muestra voluntad política. Esa voluntad se expresaría realmente si el ejecutivo diera satisfacción a dos o tres de las peticiones que piden los manifestantes. Solo entonces podría hacerse una agenda de diálogo para la construcción de un mandato del pueblo ecuatoriano, encaminado hacia la construcción de un Estado intercultural, un Estado plurinacional.