Cuba. José Daniel Ferrer: “Nuestras vidas son nuestra mejor prueba de quién miente y quién dice la verdad”
Ferrer es un insurrecto. Desde hace tres décadas busca cambiar el sistema de gobierno de Cuba. Pide libertad, democracia, derechos humanos. En esta entrevista exclusiva, a grandes pinceladas, habla de su lucha y de la realidad cubana hoy

El propósito de esta conversación es, naturalmente, hablar de la actualidad de Cuba, tanto en términos generales como particulares. Pero antes es indispensable aclarar algunos puntos sobre el personaje que vamos a escuchar. Que en el 2003 la Fiscalía cubana pidiera para usted la pena de muerte es un hecho mayor. ¿Qué crímenes cometió usted para ser sujeto de tan tremenda petición?
Le digo para empezar, que me involucré en la recogida de firmas a favor del Proyecto Varela, que era una iniciativa ciudadana amparada en el derecho que otorgaba la constitución vigente en ese momento en Cuba. Una constitución de corte estalinista, pero que establecía que los ciudadanos tenían derecho a queja y peticiones a
En el artículo 88, si la memoria no me falla, la constitución establecía que si la iniciativa de ley partía de los ciudadanos, era requisito que estuviese avalada por al menos diez mil firmas de ciudadanos con derecho a voto. Teniendo en cuenta eso, Osvaldo Payá, autor principal del proyecto Varela, lanzó la iniciativa. Nosotros nos involucramos y nos convertimos en los principales promotores del proyecto en las cinco provincias orientales.
Para el régimen, usar y pedir, al amparo de su constitución un referendo para que el pueblo decidiese si estaba o no de acuerdo con los cinco puntos que reclamaban respeto a la libertad de expresión, asociación, reunión y manifestación pacífica; respeto a la libertad sindical y elecciones libres en un plazo equis de tiempo, el régimen estimó que eso era ser sujeto de una potencia extranjera.
Nos acusaron de ser agentes de los Estados Unidos de Norteamérica, algo totalmente falso.
Cuando pregunté en una ocasión a uno de los miembros de la policía política, un instructor: ¿cuál es la prueba que tú tienes de que soy agente de los Estados Unidos? me enseñó una tarjeta de presentación de dos diplomáticos estadounidenses. Bueno, mira esto prueba tu relación con ellos, y le digo Ah, yo quiero que me acuses ahora mismo también de ser agente de España, de Noruega y de Holanda, porque también me entregaron tarjetas de presentación diplomáticos de esas naciones. Pero, naturalmente, no quieren verse en una situación de que nos acusen no solamente de ser agente de los Estados Unidos, sino también de naciones europeas.
En esa ocasión la fiscalía me pidió pena de muerte y me dijeron que si no abandonaba la oposición o me iba inmediatamente del país, me fusilaban.
Al final lo condenan a usted a 25 años de cárcel, de los cuales permanece ocho años en prisión. No acepta irse de Cuba y prefiere sacrificar, por llamarlo de alguna manera, esos ocho años de su vida. ¿Por qué?
Hay varios factores en nuestra postura. Uno, no estábamos haciendo nada delictivo, ni cometiendo ningún crimen. Todo lo contrario. Tratábamos de sacar a nuestra nación de una situación de opresión y de miseria que precisamente creó el régimen castro comunista. Estamos seguros de que nuestra causa era justa, y que no debíamos asustarnos, ni atemorizarnos, ni mucho menos permitir que nos impusiesen condiciones al estilo de, o te vas, o te fusilo o te condeno a 25 o a 30 años. Era una cuestión de principio, de dignidad.
Dos. La educación que uno recibe de niño. Mi padre era un hombre de pocas letras, pero con sólidos principios y con una inteligencia natural. Muy a menudo nos dijo que era preferible morir antes que vivir con miedo, antes que vivir humillado.
Tres. Leí hacía unos años un libro del disidente polaco Adam Michnik en el que habla de una carta que le envió al entonces ministro del interior del régimen comunista de Wojciech Jaruzelski, Czesław Jan Kiszczak. Era la respuesta de Michnik al ministro que le había propuesto lo mismo que nos proponían a nosotros: libertad a cambio de salvar la vida o salir de la prisión y evitar la tortura y los tratos crueles, inhumanos y degradantes en la prisión. Aquel intelectual respondía con tal dignidad, con tanta inteligencia, hasta con un humor tan digno de disfrutar que yo me dije: si yo me viera en una situación como esa ¿qué haría? Poco después estaba en una situación similar y resolví hacer lo que hizo él. Si él dijo no, aquí me quedo, de aquí no me voy, me pase lo que me pase, pues yo no voy a hacer lo contrario.
Y empecé a disfrutar el desespero de los agentes en su afán de convencerme de que si no accedía me iban a fusilar o me pasaría toda mi vida en condiciones extremas. El ver aquello me trasladaba constantemente a una celda de una cárcel polaca y Adam Michnik, respondiéndole al ministro del Interior.
Hice precisamente eso, lo que creía que debía hacer, según lo vivido, lo aprendido de mi padre, de la literatura, de los héroes de nuestra nación, de Martí, de Gómez, de Maceo, y de otros muchos. Es preferible que nos fusilen o que pasemos toda la vida en prisión, antes que darle a ellos la satisfacción, de decir, los rendimos, prefirieron escapar antes de ser fusilados o antes de pasar toda la vida tras las rejas.
José Daniel Ferrer sigue siendo un personaje peligroso para el gobierno cubano. Sin ir más lejos, hace muy pocos días lo detuvieron con inusitada violencia. Yo me hago cargo, señor Ferrer, que a veces hay preguntas que sería mejor formularlas al gobierno, pero, usted rechaza la violencia, insiste en el diálogo y la reconciliación nacional. Entonces, ¿por qué le teme tanto un gobierno que es experto en represión selectiva?
Porque para el régimen lo más cómodo sería que nosotros fuésemos los violentos, que fuésemos ese tipo de personas que tratan de presentar al mundo como si fuésemos como ellos dicen que somos. Entonces no tendrían ninguna preocupación por lo que nosotros quisiésemos. Pero como saben que son mentiras y que tienen que desfigurar nuestra realidad, nuestra característica, para tratar de justificar la represión en contra nuestra. Ellos saben que nuestra postura es precisamente no violenta, es de reconciliación, de diálogo, de solución profunda de los graves problemas que le han causado a la nación. Entonces son ellos los que tienen que usar la violencia en contra nuestra. La paz, la prisión, los asaltos y robos en nuestros hogares y los golpes han caído sobre nuestras esposas, a veces hasta ancianos de nuestras familias salen golpeados en allanamientos violentos perpetrados por personas sin el más mínimo escrúpulo, la más mínima preparación para tales actos, sólo habituadas a la violencia, a imponerse por el uso de la fuerza.
Ayer, por ejemplo, vimos y detrás de usted, de fondo tenemos una foto verdaderamente importante a la hora de explicar lo que viene pasando en Cuba en los últimos meses (Foto de artistas sentados ante el ministerio de Cultura, durante una protesta pacífica). Vimos cómo actuó el ministro de Cultura. Lo digo un poco en broma porque, se imaginan que ese hecho hubiese ocurrido, no ante el Ministerio de Cultura, que se supone es donde están los funcionarios que representan la intelectualidad, la creatividad, que tienen que ver con el arte, con la cultura, que esa protesta hubiese sido ante el Ministerio del Interior o ante el Ministerio de las Fuerzas Armadas, hubiesen salido hasta con misiles soviéticos. El ministro de Cultura ayer salió de una manera muy agresiva que no pudo controlar. Sabiendo que lo estaban filmando y que eso iba a ser visto. ¿Se imaginan si no lo filman? Habría salido con hacha, con machete, con sierra, a atacar a esas personas pacíficas.
Esas son las imágenes que demuestran quién es quién en esta lucha, quién miente constantemente, quién es el violento, quién busca reconciliación y solución para los problemas y quién quiere mantener a Cuba como su feudo, como su propiedad privada a toda costa.
A su hija mayor Martha Beatriz no la dejan entrar a Cuba, a su hijo recientemente le dieron una paliza. Es como castigar al estilo de los primeros años de la civilización, en los que los hijos heredaban las culpas “entre comillas” de los padres.
Desde el primer momento, incluso desde que comenzaron la lucha en la sierra y en las ciudades contra el régimen de Fulgencio Batista, aplicaron, al pie de la letra, y de la manera brutal, lo establecido por Maquiavelo: el ser humano por lo general termina sucumbiendo más al miedo que a motivaciones y a principios de amor. En su famosa obra El Príncipe cuando aconsejaba a los Medici para mantener poder, el príncipe ha de hacerse querer, pero sobre todo ha de hacerse temer. Es precisamente lo que han hecho, no pierden nunca de vista tratar de engañar a las masas para que les quieran de manera incluso irracional y ciega, pero sobre todo crean el temor porque es superior a cualquier otra cuestión.
Nadie, como dijo Vaclav Havel, está dispuesto a reconocer públicamente: yo digo que los amo porque les temo. No. Dicen, los amo porque hablan bonito, porque dicen que nos liberaron de las ambiciones del imperialismo estadounidense, que nos liberaron de Batista, que era un criminal. Lo quiero por eso, porque pelearon en la sierra.
Por eso quieren que el pueblo -aunque ellos sepan que nosotros ya nos hemos liberado y, en vez de rendirnos ante la agresividad, nos fortalecen- reciba el mensaje porque saben que todavía no se han liberado de sus temores ni de los controles ni de las cadenas que impone el sistema. Quieren que vean lo que le va a pasar al hijo, a la hija, a la familia si se acercan demasiado a nosotros. El régimen, por su propia naturaleza, sabe que el miedo o el terror es un instrumento muy efectivo de control.
Ahora, también saben que llega un momento en que los pueblos sometidos empiezan a liberarse de ese temor, porque la situación es grave, y terminan rompiendo las cadenas. Eso va a llegar, pero creen que, cuanto más castigo, más tiempo les va a durar el beneficio que les produce ese terrorismo de estado contra disidentes y pueblo en general.
Dicen que el movimiento San Isidro de artistas, jóvenes, periodistas, académicos y gente de a pie se organizaron para oponerse a las medidas represivas del Gobierno. El MSI, como se le conoce combina, arte y reivindicaciones políticas. La de noviembre del año pasado se considera la mayor protesta en muchos años. Importa saber si esa fuerza puede mantenerse o el gobierno ha logrado desconectarlo de la energía, apagarle el motor. El resto se supone, lo hace el tiempo.
Una de las preguntas que más nos hemos hecho a raíz de los sucesos del pasado 27 de noviembre es si este movimiento podría consolidarse, seguir creciendo. Y ayer (27 de enero del 2021) la respuesta que nos llegó fue muy positiva. Si en estos dos meses transcurridos del 27 de noviembre al 27 de enero, el gobierno no logró mayores resultados, no consiguió apagar esa llama por completo, como por ejemplo si lo hicieron en el 2003 cuando fuimos a prisión. Recuerdo que durante la Primavera Negra, salvo los líderes comprometidos con un historial de lucha comprobado, la inmensa mayoría de los activistas y las personas de nuestro entorno se asustaron de tal manera -al ver las sanciones de entre 20 y 25 años de cárcel, las peticiones de pena de muerte- que muchos se apartaron, emigraron de inmediato, de manera tal que a seis meses e incluso a un año de lo sucedido todavía temían acercarse a los opositores.
En el caso reciente del 27 de noviembre hubo crecientes muestras de solidaridad, de apoyo, de personas de a pie, no organizadas, que veían en Facebook, en YouTube, lo que estaba pasando, lo que el movimiento defendía y decidían acercárseles a brindarle respaldo.
Quienes mejor saben que no han podido con este grupo, no hay quien se entere primero de cómo está el sentir del pueblo, que la fuerza represiva. Son más rápidos que cualquier periodista independiente, que cualquier analista de la oposición.
La conclusión es: la gente nos está perdiendo el miedo y cada vez son más. Esto se está poniendo malo. A mí me han dicho en las últimas detenciones altos oficiales, incluyendo el jefe de la represión directa, un teniente coronel, que ellos saben que las condiciones- como les gusta mucho los términos marxista- leninista- objetivas para el cambio en Cuba están dadas, pero que las subjetivas no porque la gente está para otra cosa y no para producir el cambio. Yo me sonrío y le digo: “bueno, tú y yo sabemos que las objetivas están dadas desde hace mucho tiempo y que las subjetivas avanzan de una manera tan rápida que ustedes están tan asustados que ya no saben que inventar para evitar que lo inevitable se produzca en cualquier momento, que cientos de cubanos digan basta: Quiero mi derecho, quiero mi libertad.
A propósito de lo que usted acaba de decir, Human Rights Watch en su informe anual muy reciente dice que las dictaduras de Venezuela, Nicaragua y Cuba están más fuertes que nunca, según el director para las Américas, José Miguel Vivanco.
Coincido en cierto aspecto, pero en la esencia difiero de Vivanco. El gobierno vive los momentos más difíciles, situación que se produce a partir del primero de enero, cuando inició su llamada Tarea Ordenamiento y las reacciones que surgieron desde diferentes sectores de la población.
Vamos, no han tenido que retroceder de una manera notable, que podamos llamar franca derrota del régimen en su política. Pero si lo hemos visto dar marcha atrás; justificarse de una forma que en otro tiempo no lo hacían. En el pasado lanzaban sus medidas y por impopulares que resultasen, ellos venían con represión para que la mayoría se olvidase de sus reclamos y se hiciese a la realidad de que las cosas eran como eran y no iban a cambiar. Sin embargo, hoy no solo se justifican si no que echan atrás muchas de sus medidas. Aunque sea un paso mínimo, lo han tenido que hacer.
La represión es una realidad y estoy de acuerdo con Human Rights Watch, pero los métodos que utilizan son los de quienes temen a las consecuencias de la represión directa y fuerte. El régimen para atacar al Movimiento San Isidro, a la Unión Patriótica de Cuba o a cualquiera dentro de la oposición pacífica cubana, trata de confundir a través de su televisión, busca justificarse, pero sabe que muy pocos les van a creer la justificación o los ataques que están divulgando.
¿Porqué el gobierno actúa así? Es como en la película Quo Vadis (1951), en la que Petronio dice: ¿por qué Nerón se siente obligado a justificar su crimen a pesar del poder que tiene? Ah, porque el crimen es feo, y por poderoso que sea el que lo comete, siente la necesidad irresistible de justificar sus malas acciones. Bueno, yo lo traslado al caso cubano. ¿Por qué tantos montajes, tantos reportajes en la televisión, tantas historias falsas para justificar las acciones? Porque no solamente quieren justificarse, quieren asustar a los demás porque temen que se sumen, participen, hagan cosas y le están diciendo al pueblo constantemente, miren esto: prisión, condenas, vamos a ser implacables. Y eso es precisamente porque no están tan fuertes, porque le temen a un pueblo que crece, que está cansado de opresión, de miseria, de represión.
Así es que están poniéndole los clavos a su propio ataúd. Ahora, como el proceso es el de un régimen de escasez parece que no encuentran los clavos suficientes para acabar su ataúd. Pero lo vienen construyendo de manera irreversible. Están próximos a recoger lo que ellos han venido sembrando, descontento, rebeldía, sobre todo de una juventud cansada de que la engañen y mientan. Es gente que no quiere seguir esperando que las cosas se solucionen solas.
Antes de hacer esta entrevista, en los últimos días he visto varios videos de gente muy humilde de Cuba que se queja amargamente del hambre que hay en la isla. ¿Cuán grande es el hambre?
Es terrible. Lo que pasa es que muchos no se atreven a decirlo. Especialmente los que más sufren, si no tienen para comer, menos les alcanza para un teléfono o una conexión a Internet para divulgar lo que padecen. Y, que en honor a la verdad, salvo algunos activistas muy concientizados la mayoría se ocupa de su sobrevivencia por eso no se dedica a salir a los barrios marginales a monitorear, a filmar, a documentar cómo es la realidad del hambre, cómo es la situación con las medicinas, con las enfermedades.
En la sede nacional de la UNPACU, Unión Patriótica de Cuba, alimentamos a un número que crece diariamente. Hace un mes había entre 90 y 100 personas. Cuando empezó a andar enero, la cifra subió a más de 110. Hace unos días me informaron que ya estamos dando alimento a más de 144 personas.
Cualquiera diría, 144 personas, en una ciudad de medio millón de habitantes es poquita cosa. Recordemos que hablamos de una organización perseguida, a la que le mantuvieron un cerco durante seis meses. En protesta, mi esposa y yo tuvimos que declararnos en huelga de hambre, manifestarnos en la calle, en el frente de la vivienda para obligar al régimen a retirar de momento el cerco. Así es como lo bajaron tres cuadras y ya van unas semanas sin impedir el paso de los alimentos ni el paso a las personas.
La gente ha ido venciendo su temor porque el hambre y las necesidades son más fuertes que toda la amenaza, que todos los obstáculos que el régimen impone para que no sigamos adelante con nuestra labor humanitaria.
Partimos del principio cristiano de que no hay labor más útil y necesaria que la de asistir a aquellos que viven en condiciones extremas.
Usted sabe que hay organizaciones de izquierda en América Latina, no sé cuántas, pero que todavía siguen apoyando a lo que llaman la Revolución Cubana. Esas mismas organizaciones creen y piensan que gente como usted es instrumento voluntario o involuntario de los propósitos del gobierno de Washington. Sujetos manipulados con fines destinados a destruir un bastión de dignidad, de libertad. Hombres y mujeres que reciben miles de dólares para hacer alborotos. ¿Qué les diría usted?
Donde existe una nación de partido único que monopoliza y controla la vida de la nación como, en cierta medida y por desgracia, también en Venezuela y Nicaragua, se violan los treinta artículos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Es en Cuba en donde los obreros trabajan en las más difíciles y complejas situaciones y reciben los más bajos salarios del continente. Es decir, ese cuento ya poco digerible de que estamos en presencia de un modelo que vino a preocuparse por los más humildes y a garantizarle no solo la independencia, la soberanía, sino también el bienestar al pueblo de Cuba, ¡vamos! se ha desmoronado por completo. Es insostenible ese discurso, porque los hechos demuestran que estamos en presencia de una clase dirigente muy similar a aquella de La rebelión en la granja (George Orwell.1945) en la que los cerdos terminan controlando la granja por completo y en nombre de la rebelión, del animalismo, terminan esclavizando a los demás animales.
Somos conscientes de que nos engañaron, nos estafaron.
En realidad lo que hicieron fue crear un sistema que los ha llevado a gozar de más poder que un rey absolutista de la Edad Media, mientras el pueblo tiene que trabajar en condiciones de esclavitud, de miseria, sin derechos, ni libertad. Yo no puedo ni siquiera defender el derecho a alimentarse a un trabajador que se acuesta a la mitad del mes sin alimento.
Aquí se nos encarcela, tortura, se nos hace la vida imposible y se nos acusa de ser mercenarios de una nación extranjera cuando no tenemos el más mínimo vínculo con dicha nación. Solo le agradecemos su solidaridad y su apoyo en nuestra lucha por la libertad. Si los Estados Unidos nos apoyasen a nosotros cómo el régimen cubano apoya al de Venezuela o como los rusos apoyaron al régimen cubano o como se apoyan entre ellos rusos, iraníes, venezolanos, hace rato que hubiésemos terminado con el régimen, pero, estamos tan solos en esta lucha que no podemos contar con Estados Unidos ni siquiera para decirle este individuo al que vas a entregar una visa es un agente del régimen y nos hace mucho daño porque manda un mensaje equivocado a la población. Viajar a los Estados Unidos más rápido se hace siendo agente de la tiranía que siendo perseguido por la tiranía. Y ni caso nos hacen los funcionarios americanos. Si estuviésemos siendo pagados o recibiendo tantos recursos no estuviéramos nosotros como locos buscando cómo alimentamos a tanto cubano necesitado. Nuestras vidas son nuestra mejor prueba de quién miente y quién dice la verdad.
Lo que hacemos es gracias a la ayuda de la Fundación Nacional Cubano Americana que obtiene el dinero del bolsillo de su miembros. La otra parte la consiguen promotores de Cuba, el CIDE, que son simples trabajadores y personas humildes que trabajan en Europa.
Los hechos son los que hablan y no la propaganda de un régimen que ha sido muy bueno en publicidad y represión, pero nunca en darle bienestar y libertad al pueblo.
Señor José Daniel Ferrer créame que a través del tiempo he intentado entender porqué existe cierta gente que tiene algo muy difícil para mí de definir, que la lleva a los mayores riesgos y sacrificios por un ideal. Lo menos que dice el Gobierno de usted es que es un mercenario; lo más, que quisiera deshacerse de su presencia. ¿Qué lo lleva a usted a hacer lo que hace?
Son una combinación de factores. Cuando comencé hace 30 años nunca me imaginé que iba a pasar por todo lo que he tenido que pasar. Si yo hubiese dicho a la primera, me voy a ahorrar tanto problema, voy a cambiar mi rumbo, pero, hay una cuestión de la naturaleza humana que funciona de la siguiente manera: Uno comienza, como diría el poeta español, “caminante no hay camino, se hace camino al andar”. Uno echa a andar en pos de algo. Y empiezan a ocurrir diferentes situaciones, unas más alegre, otras más difíciles. Hasta que hay que optar por un cambio de rumbo o la consolidación de mi fe. Los acontecimientos de los últimos 30 años me han ido convenciendo en mi postura de que escogí el camino correcto y que no puedo dar marcha atrás. No puedo mirar ni siquiera a los lados. Debo de seguir adelante.
Hoy estamos haciendo lo necesario y, como diría el apóstol de nuestra independencia, hoy echamos raíces, conmemorando un año más de su natalicio: la libertad cuesta muy cara y hay que resignarse a vivir sin ella o decidirse a pagarla por su precio. La esclavitud de los hombres es la gran pena del mundo.
Perseverar en el bien, perseverar en la defensa de la justicia, perseverar en la defensa de la libertad. Y cada ataque del régimen a un defensor de los derechos humanos o a un defensor de la libertad del pueblo cubano, es el más alto de los premios que puede recibir un ser humano. Así, sin guardar rencor, ni sentir odio. Ellos me hacen feliz porque me demuestran que estoy del lado del bien y, sobre todo que no han podido ni van a poder jamás rendirme.