Víctimas guatemaltecas reclaman justicia, más de 30 años después
Se llama Alicia Juárez, estuvo recientemente en un coloquio internacional organizado por Impunity Watch, en la ciudad de La Haya. Alicia es una mujer de pueblo. La desgracia la alcanzó cuando su madre, Marcelina Catalán, fue secuestrada por el ejército. No la fueron a buscar a ella, sino a su marido, el padre de Alicia, René, líder del Comité de Unidad Campesina, CUC, en las plantaciones de azúcar Como no estaba en casa los soldados se llevaron a la madre. Táctica habitual en aquellos años. Una macabra venganza en contra de la familia. Marcelina fue desaparecida hasta el día de hoy.

Alicia tenía entonces de doce años. La edad en la que prima la escuela y el juego se borró de la vida de la niña porque se quedó al cuidado de sus tres hermanos y hermanas menores.
Las condiciones de vida en las plantaciones se caracterizaban por el trabajo infantil, insuficiencia renal debido al estrés por calor. Falta de agua porque los terratenientes se la llevaban de la comunidad para regar sus plantaciones. Falta de protección social. Salarios de hambre y, especialmente, el miedo de los trabajadores que evitaban organizarse por temor a represalias.
Así lo dijo Alicia en Holanda y así lo contó ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, el primer octubre de 2018, cuando tres representantes de la organización de los familiares sobrevivientes de la Asociación Civil Memoria, Dignificación y Esperanza, AMDE presentaron una queja contra el estado guatemalteco, ante la instancia internacional, por complicidad estatal en el arresto y desaparición de más de cien personas de Santa Lucía, a principios de la década de los 80.
El reclamo más importante de los familiares es saber que es lo que sucedió en ese momento con sus seres queridos.
En la sesión de la Corte Interamericana el representante del estado guatemalteco culpó a testimonios de la gente de Santa Lucía como falta de patriotismo porque desentierran el pasado en lugar de mirar el futuro nacional.
Alicia saca fuerzas del propio dolor para seguir adelante. Gracias a un tratamiento psicológico ha logrado sacar a la luz el haber sido víctima de violación por parte de soldados que la detuvieron durante varias horas para saber el paradero de su padre.
La palaba escrita no alcanza, en esta ocasión, a reflejar la magnitud de su testimonio. Hay que escucharla para aproximarse a su experiencia y su lucha.