Una latina en el trono de Holanda

Un latino en el Vaticano, una latina en el trono de Holanda. Son tiempos favorables para el orgullo regional y sobre todo el argentino. El Papa Francisco como innovador de la Iglesia Católica, Máxima como salvadora de la Monarquía holandesa. ¿Cuán grande es la influencia de la sangre argentina que corre actualmente por los Países Bajos?

Con la investidura de Guillermo Alejandro como rey, el 30 de abril del 2013, Holanda tendrá una reina argentina. Hay quienes lo lamentan. No porque aborrezcan a Máxima, todo lo contrario. Temen que con su nuevo estatus, la argentina podrá contribuir menos al país.

Nuevos reyes de Holanda
Nuevos reyes de Holanda

‘Adiós Máxima, perdiste las oportunidades’, reza el titular de un comentario en el diario holandés Trouw. La autora, Margriet van der Linden, es redactora en jefe de la revista feminista Opzij (‘Apártate!’). La autora señala que el cambio de función significa la pérdida de libertad del individuo. En Holanda el monarca no tiene ningún poder, el Primer Ministro es el responsable de todo lo que dice y hace el rey. Y lo mismo rige para la reina.

La autora feminista piensa que como princesa Máxima se ha convertido en un importante ejemplo, no solamente por sus elegantes zapatos y bolsos, sino sobre todo a nivel social. Es el ejemplo de la mujer que sube en la escalera social, no solamente gracias al amor sino también porque es inteligente, progresista y rompe tabúes.

Máxima se esforzó en estos años por la emancipación de la mujer, por la igualdad de derechos de los homosexuales e inmigrantes. La princesa estuvo presente en numerosos festivales para la mujer y puso todo su empeño para que las mujeres en países pobres obtuvieran microcréditos. Hace algún tiempo fue criticada porque ella, como mujer inmigrante, se metió en el debate sobre la sociedad multicultural, diciendo que ‘El holandés’ no existe. Máxima solamente había querido indicar que Holanda es un crisol de culturas. Pero muchos opinaban que había ido demasiado lejos. Su declaración fue incluso debatida en el Parlamento.

Pero todo eso cambiará a partir de ahora. Como reina puede seguir esforzándose por  las buenas causas, pero lo tendrá que hacer entre bastidores y sin expresar opiniones controvertidas. La redactora en jefe de ‘Opzij’ habría preferido que la argentina hubiese seguido como princesa, porque de hecho desde hoy se le prohíbe hablar con la libertad que lo venía haciéndolo hasta el momento. “Es una tragedia para el país”, dice Margriet  van der Linden.

Pero no todos se muestran tan pesimistas. Es cierto que la nueva reina tendrá que cuidar sus palabras. Pero sobre todo a nivel internacional podrá desempeñar un papel activo en el terreno social. Con el nuevo título de reina adquirirá todavía más influencia en el extranjero en su propósito de mejorar el mundo. Se podrá medir con otros benefactores como el multimillonario Bill Gates, líderes mundiales como el Secretario General de Naciones Unidas, Ban Ki-moon y gente influyente como Michelle Obama y Bill Clinton.

Cuando la reina Beatriz dio a conocer su abdicación, Máxima dijo en una entrevista que era un honor poder suceder a su suegra. Un error embarazoso: aunque lleve el título de reina, nunca será el Rey, con mayúscula, como se estipula en la constitución de los Países Bajos. Cuando Guillermo Alejandro se muera, su hija Amalia lo sucederá.

Pero en términos generales el país está muy contento con la reina argentina. Máxima conquistó los corazones de los holandeses cuando en una entrevista televisada calificó a su novio de ‘un poco tonto’ desplegando una sonrisa encantadora. En público Guillermo Alejandro se había enojado con los medios que sostenían que su futuro suegro Jorge Zorreguieta tenía las manos ensangrentadas porque había sido ministro durante la dictadura de Jorge Videla.

Los televidentes estaban positivamente impresionados con la nueva novia del príncipe heredero, que le devolvía la alegría a una casa real un tanto amargada. Era encantadora, bella, inteligente y tenía sentido de humor. Después del matrimonio se convirtió en la integrante más popular de la Familia Real.

El hecho de que la gran mayoría de los holandeses se muestre ahora entusiasta sobre la monarquía como forma de estado, se debe en gran parte a ‘la niña burguesa de Buenos Aires’, como la calificaba la prensa en un principio.

Y allí está la respuesta a la pregunta de si una monarquía heredera cabe en una democracia. El pueblo que ama a la Casa Real de Orange elige el Parlamento. Y si el Parlamento decide que Holanda siga siendo una monarquía, en un futuro lejano también reinará la hija, Amalia. De manera muy democrática.

Wim Jansen

Periodista

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