Se fue Fernando Botero. Nos hereda su arte y un inmenso corazón
Los productos radiofónicos, como tantas otras realizaciones, dejan en penumbra las circunstancias que le dieron origen. Por una vez queremos traer a la luz los detalles de este video con el célebre pintor colombiano Fernando Botero
El cónsul de Colombia de aquellos días, Luis Andrade, informó telefónicamente que haría todas las gestiones para que se realizara la entrevista en Pietra Santa, Italia, residencia de verano del Pintor. Andrade no solamente es diplomático, sino fundamentalmente un colombiano de esos que son capaces de todo para dejar bien en alto el nombre de su país.
Poco después el cónsul llamó para comunicarnos que Fernando Botero nos recibiría encantado en su casa de Piedra Santa. Que además nos llevaría a conocer el taller en donde se hacían sus famosas esculturas y que después de la entrevista nos invitaba a cenar. Estas atenciones en un hombre de su fama son, por decir lo menos, inusuales. No es un misterio para nadie que los escasos afortunados que alcanzan el Olimpo sufren esa suerte de embriaguez que los torna inaccesibles, ariscos y con lamentable frecuencia son insoportables. O como bien dicen los colombianos inmamables. Viajamos en dos aviones de hélice, primero a Múnich y luego a PISA, de allí en un auto hasta alcanzar Pietra Santa.
Esperamos la hora de la cita visitando la Iglesia de la Misericordia. A ambos costados de la nave hay dos frescos de Botero, el cielo y el infierno. La cabeza de Botero sobresale ligeramente del suelo del infierno.
También admiramos en una avenida central su escultura del gladiador. Un obsequio del artista a la ciudad.
Al caer la tarde de ese día caluroso, Fernando se presentó con humilde tenida veraniega. La hora de la entrevista lo sorprendió mientras pintaba. En su auto se subieron el cónsul Andrade y quien escribe. Mis colegas María Vaquero y Raúl López nos siguieron en taxi. La primera parada fue en el taller de esculturas. El espectáculo era impresionante. Por doquier inmensas esculturas de bronce o cientos de moldes de yeso. La idea era hacer allí la entrevista, pero no teníamos conexión eléctrica para este tipo de voltaje industrial. Así es que nos fuimos a casa del pintor. No aceptó que llamáramos nuevamente al taxista y al mejor estilo latinoamericanos nos subimos los cinco en el pequeño vehículo. La casa está ubicada en la cima de una colina particularmente empinada. De un lado, el monte de otro el barranco. No era una aventura temeraria, pero tampoco un trayecto de delicias.
El resultado de la grabación es este video.
Concluida la grabación, visitamos su casa. La vista panorámica era realmente hermosa. Desde allí se contempla la ciudad y al fondo se ve el mar. En la terraza próxima a una buganvilla, esperamos la hora de la cena. Hablamos, como no, de América Latina, de Colombia, su tierra.
Botero, pese a la fama y los honores, era un hombre de provincia en el mejor sentido de la palabra. Conversador ameno, divertido, espontáneo y genuino. En él no había poses ni amaneramientos. Es un hombre agradecido de la vida y de una generosidad ya bastante conocida.
La cena tuvo todos los encantos de la buena mesa. Conversación, buen vino y sobre todo, la mejor comida italiana. Partimos de regreso a PISA antes de la medianoche. Felices por todas las atenciones recibidas de uno de los pintores más reconocidos del mundo. Nos queda de la velada el recuerdo grato y la confianza que usted, ahora que Botero ha partido, lo comparta con nosotros.