Nelson Caucoto. Chile, 50 años después, una sociedad empoderada sobre los derechos humanos
La impunidad tiene enemigos jurados en Chile. Uno de ellos es el abogado Nelson Caucoto. 47 años de defensa de los derechos humanos y juicios en contra de crímenes de lesa humanidad. Un país más empoderado sobre los derechos, con mayor justicia, con una polarización social dañina y una desigualdad vergonzosa. Otra entrevista exclusiva dedicada a los 50 años del golpe militar.

Cuando sucedió el golpe, usted tenía 22 años y, cuando tenía 25, ya graduado, decidió unirse a las organizaciones de defensa de los derechos humanos en plena dictadura. Me da la impresión de que hay una suerte de conminación para que se dedique a este tema. ¿Me equivoco?
No. Todo está enraizado en la formación familiar. Estuve en un colegio de curas, Don Bosco de Iquique. Ya avanzado los años, se me despertó esta vocación social. Empecé a preocuparme de cosas que estaban ocurriendo en el país, gobernando la Democracia Cristiana. Vivíamos un proceso de transformación importante. Eso me llevó a tener una mirada más allá de mi persona, una mirada más colectiva.
Después vino la Universidad de Concepción en los años 70. Era la más radical. Un embrujo para los jóvenes de Iquique. Realmente no podía caer mejor parado, exagerando, en el sur de Chile, y yo del extremo norte. Fue una experiencia espectacular. Ahí había hambre por lo social, por la participación. Ojalá algún día se repita la fuerza que tenía el movimiento estudiantil de la Universidad de Concepción. Desde que uno entraba ya estaba el MIR ofreciendo hogar universitario gratuito. El movimiento universitario de izquierda se sabía, era una rama estudiantil del MIR. Los tipos trataban de hacer realidad una universidad para obreros y campesinos. Lograron abrir la universidad en vespertino para gente del campo y de la zona del carbón.
Yo llegué siendo militante de la Democracia Cristiana. En 1971 se forma la Izquierda Cristiana y me pasé a la nueva organización.
Estaba en 5.º año cuando llegó el golpe de Estado, un compañero de la Izquierda Cristiana me insistió hablar con Jorge Barudy, y fuimos, como se dice vulgarmente, “con las patas y el buche”, porque no teníamos mayor experiencia, pero íbamos a ofrecernos para ayudar al Comité por la Paz, para ayudar a las instituciones que estaban socorriendo a los perseguidos. Jorge nos dijo, jovencitos, ya estamos copados en la planta. Así que nos fuimos con la cola entre las piernas.
Me dediqué a sacar mi carrera. Aquí uno tiene que ser agradecido de ciertas personas. El director de la Escuela de Derecho, un fiscal militar, de apellido Vergara, tuvo la lucidez de decir: vamos a volver a clase en marzo del 74 y no me toquen el 5.º año. Quiero que terminen con todas las de la ley. Yo, que estaba en el 5.º me salvé junto a varios militantes de la Unidad Popular. Del 4.º para abajo vino la represión, incluso hay gente desaparecida de la escuela de Derecho.
Me dediqué a preparar mi memoria que escribía desde antes del golpe. Era bastante avanzada: una organización americana que no tuviera que ver con Estados Unidos. Yo decía que los países al sur del Río Bravo son distintos a Estados Unidos. No tenemos ni los mismos orígenes, ni la misma lengua ni la religión. Ellos son colonia irlandesa, gente blanca. No hablamos inglés. ¿Qué comunión puede existir entre ese país tan poderoso y estos que, aisladamente, son muy pobres? La única manera de que América pueda tener una presencia en el concierto internacional tiene que ser uniéndonos.
Ya la Comunidad Económica Europea consolidaba una alianza que después fue el Mercado Común europeo. Yo pensaba que esa era la fuerza de América Latina, que tenía que hacerse sentir con un perfil propio. Era transformar la OEA en un sistema americano, incluyendo por supuesto el Caribe, Centroamérica.
La terminé en tiempo ya en dictadura. Se la entregué al profesor socialista. Él me dijo un chilenismo: “usted es huevón o se hace” Pero profesor… Es que, si la apruebo me echan a mí y a usted. ¿En qué país está viviendo usted? ¿No sabe que hay un golpe de Estado? ¿No sabe que están los militares? Yo pensé que no era tan grave.
De nuevo, tengo que agradecer a otra persona, porque se distingue por sus nobles ideales. Yo estaba en un conflicto serio, tenía que hacer de nuevo una memoria que me había tenido tres meses trabajando en Santiago para que fuera aprobada. Me manda a llamar el director del Departamento de Relaciones Internacionales, un señor demócrata cristiano, Humberto Otárola. Me cita muy conspicuo a su oficina y me dice, usted ha tenido un problema que ha trascendido aquí en el Departamento de Relaciones Internacionales porque su profesor dice que no le puede aprobar la memoria porque le puede traer conflicto a él y a usted. La leí. Es una buena memoria, la apoyo. ¿Sabe porqué? El lema de nuestra universidad es por el desarrollo libre del espíritu. De manera de que aquí hay libertad de cátedra. Se puede decir lo que quiera. Del gobierno actual, de los pasados. Es una universidad, no es un regimiento.
A todo esto, yo ya tenía el bichito. Me iba a la biblioteca de la universidad a leer la escasa prensa que existía, pero me llamó la atención una foto en que aparecían cuatro abogados del Partido Comunista, que iban a presentar un recurso de amparo por Luis Corvalán. En la foto estaban los abogados entrando a la Corte de Apelaciones de Santiago. Estos tipos están locos. Me acuerdo de ellos y me quedó grabado. Pensé: hay gente que está luchando, dando la cara y son valientes porque se exponen a situaciones impensables.
En el Comité por la Paz en Santiago tenía una compañera que trabajaba en el comité. Mi amiga me dijo no hay espacio, está todo copado. Pero te doy un dato, en enero nace un nuevo organismo. El cardenal nos informó, así que preséntate el primero de enero de 1976, en Plaza de Armas 444. Te voy a presentar a Fabiola Letelier. Tempranito estaba ahí, mi amiga me presentó a la Fabiola y eso ya fue como un encandilamiento, porque me encantó la Fabiola por su generosidad, por esto de estrechar la mano, los abrazos a alguien que estaba solo en Santiago y que era del norte, de una oficina Salitrera al interior de Iquique. La Fabiola entendió perfectamente. Este tiene ganas de trabajar en derechos humanos, y lo primero fue reemplazar a los procuradores durante sus vacaciones y reemplacé a quienes después fueron los abogados de la Vicaría.
Cuando se acabó el trabajo me ofreció hacer los 504, que eran solicitudes de indulto, de extrañamiento para los presos políticos. Así que me dediqué a la bonita la tarea de presentar a la Comisión de Indulto. Había que conseguir una visa para la gente para que se iba al exterior. Hay cientos de exiliados a los que les hice el trámite para que pudieran salir del país.
Dos preguntas sobre la justicia de hoy. Quiero tratar aparte el tema de los desaparecidos. Chile parece ser de lejos el país que más justicia ha impartido por violación de derechos humanos. Esta tardía, pero, después de todo, normalización de la justicia es digna de ser destacada.
Ahora está de moda entrevistar a los abogados de derechos humanos por los 50 años. Para mí ha sido una pequeña ventana para dar a conocer una idea como la que plantea. Creo que hay muchos ojos y los chilenos no nos damos cuenta, que a veces se posan en Chile. Así fue el año pasado por la nueva Constitución, que era vanguardista, nos colocaba casi en el primer lugar en el mundo con el tema de la pluralidad entre hombres y mujeres, la paridad. Era una Constitución afincada en la temática de los derechos humanos, en la diversidad, en el cuidado de la naturaleza, es decir, una Constitución maravillosa la que se rechazó, a la que había que perfeccionar porque tenía algunos ripios. Chile también hoy día es mirado porque tenemos tal vez el presidente de la República más joven de todo el mundo. Tenemos un país bastante moderno en la diversidad sexual.
Pero hay un tema muy trascendente, el tratamiento judicial de la violación de los derechos humanos. He dicho ya sin ambages, sin miedo, que uno tiene que enorgullecerse de lo bueno de este país. Así como tenemos grandes artistas, literatos, gente importante en el mundo de la ciencia y de la política. Fuimos muy mirados por la experiencia del presidente Salvador Allende. El mundo estuvo atento a cómo se resolvía aquello de construir el socialismo a través de la vía democrática, por la vía electoral.
Chile es el país que más justicia está haciendo en el mundo entero respecto a la violación de los derechos humanos. Llegando a los 50 años hay dos caras, una de dulce y otra de agraz. ¿Cuál es la cara de agraz que da lata? Que lleguemos a los 50 años y recién estemos resolviendo temas de hace 50 años ¿Porqué esta tardanza? Hay gente que tiene muy metido en su conciencia de que la justicia tardía, no es justicia. Yo creo que igualmente es justicia.
La parte dulce es que estamos resolviendo el tema, no lo estamos escondiendo, los jueces están fallando. Cuando me hablan del negacionismo, el principal negacionismo lo tienen los medios de comunicación. En el mes de julio cayeron presos cerca de 70 agentes del Estado y eso no salió en ningún lado, ni en los matinales, ni en La Segunda, ni en La Tercera, ni en El Mercurio, ni en la televisión. Pese a ello es un dato significativo porque demuestra que este país se fortalece en el tema de los derechos humanos, que la justicia revalida su prestigio haciendo su tarea, que se condena a los que se portaron mal y actuaron criminalmente en contra de otros chilenos. Que está lleno ya Punta Peuco, que tuvo que abrirse otra cárcel, Colina (ambos presidios para violadores de derechos humanos)
Nos queda el caso Cóndor, donde vienen cerca de 20 tipos que van a condenar. Víctor Jara, donde ya lo vimos en la Corte Suprema y van a venir diez tipos más. Todavía tenemos 1400 casos en los tribunales de justicia. Eso no ha pasado en ninguna parte.
Es cierto, pero tenemos pendiente un tema crucial, el de los desaparecidos. Hablamos de mil seres humanos que no sabemos dónde están enterrados o en dónde fueron lanzados al mar ¿Cree usted que las Fuerzas Armadas saben el paradero de los cuerpos? ¿O es una suposición peregrina sin asidero en la realidad?
De acuerdo con todos los procedimientos que conozco de inhumaciones ilegales, de fusilamientos que hicieron los militares, después rinden su informe al superior y colocan todas las coordenadas: meridiano, paralelo, aquí sepultamos estos cuerpos. Por eso después les fue fácil levantarlos y lanzarlos al mar.
Ahora, en este tema de los desaparecidos, uno tiene que asumir ciertas certezas. La primera certeza es que a la gente que lanzaron al mar creo que ya es imposible ubicarla a menos que estemos a pasos de alguna nueva tecnología, porque la tecnología ha ayudado bastante. Hay gente entonces que definitivamente ya no la vamos a encontrar. Pero tengo la esperanza que todavía encontremos gente sepultada en tierra, más allá del retiro de televisores que ordenó Pinochet el año 78. Pinochet ordenó levantar los cuerpos e instruyó a todas las unidades militares que tuvieran cuerpos sepultados que lo levantaran (La Operación Retiro de televisores, se trató de alrededor de 150 personas. La Corte Suprema, el 2009 estableció que la orden fue dada directamente por Pinochet) ¿Qué es lo que no podía saber Pinochet en esa época? Es que donde se depositaron los cuerpos y se levantaron, siempre quedaron astillas, restos óseos en la tierra. La tecnología de hoy permite de ahí sacar ADN. Así se logró identificar a la gente de La Moneda que fueron llevados a Peldehue, fusilados, explosionados (13 de septiembre de 1973). Durante cinco años estuvieron bajo tierra sus huesos y después los levantan, los meten en sacos y los echan al mar. Pero ahí se descubrió que donde estaban apozados quedaron astillas y con la ayuda de la tecnología se pudo identificar a las personas.
De los que lanzaron al mar no sé si los huesos son capaces de soportar la humedad, el trabajo de los animales que hay en el océano.
Los militares tienen la información. Ahora el tema es que oficialmente no la van a entregar. Se han hecho todos los esfuerzos ante las instituciones armadas y no lo quieren hacer. Lo máximo que se ha logrado de los militares son dos cosas. Una es el reconocimiento que hizo el general Juan Emilio Cheyre («El Ejército de Chile tomó la dura pero irreversible decisión de asumir las responsabilidades que, como institución, le cabe en todos los hechos punibles y moralmente inaceptables del pasado». Diario La Tercera, 5 de noviembre del 2004). Y el compromiso solemne que hizo después en la mesa del diálogo, cuando dice nunca más una solución violenta, nunca más un golpe de Estado, nunca más un compromiso del Ejército, en soluciones violentas. Es una declaración protocolar, simbólica, pero al fin y al cabo esas cosas valen porque hay que darlas a conocer también el día de mañana. Tienen un significado.
Lo otro es que los militares hacen algo desconocido en América: adjudicarse 200 víctimas. El Ejército dice, nosotros somos responsables de 200 víctimas con nombre y apellido que fueron lanzadas al mar. Es absolutamente inédito para la historia de Chile.
Ahora, la Mesa del Diálogo trajo un fruto que es lo más valioso que se haya hecho en Chile en materia judicial. Surgen los jueces con dedicación exclusiva. Mientras duró hubo mucha verdad, muchas confesiones, 400 procesamientos en tres años, mucho más que en los 27 años anteriores. Iban a toda marcha y la Corte Suprema los paró. Sospechosamente los detuvo y colocó a ministros de corte encargados de los juicios. Los ministros tenían que ir en la mañana a hacer su tarea, escuchar alegatos, dictar fallos y en la tarde, si les quedaba un tiempo libre, a lo mejor se dedicaban a estas causas. Es distinto, porque el juez con dedicación exclusiva está 24 horas del día preocupado de la causa del desaparecido y más encima debía, una vez al mes, rendir cuenta de lo hecho. Entonces era una institución que estaba destinada a tener éxito.
Es evidente que en 47 años usted ha escuchado las declaraciones más terribles de los familiares de las víctimas de la dictadura. ¿Escuchó alguna vez el arrepentimiento de alguno de los culpables?
Alguna vez sí lo escuché. En el caso degollados (tres militantes comunistas fueron torturados y degollados por carabineros del organismo de inteligencia, DICOMCAR el 29 de marzo de 1985), por ejemplo, hubo dos tipos que se arrepintieron de lo que habían hecho y trataron de pedir perdón a los familiares por la actividad que habían desarrollado. Pero lo normal es que no haya arrepentimiento.
¿Se está construyendo realmente una sociedad democrática sana, respetuosa de las leyes, de los derechos humanos tras la dolorosa historia de la dictadura?
Creo que la nuestra es una sociedad más empoderada en los derechos humanos. La gente sabe que tiene derechos. Antes no los ejercía y hoy sí. Esa es la diferencia entre el chileno de ayer y el actual. Estamos más protegidos que en el año 1973. Los abogados de entonces, los que trabajaban en el Comité por la Paz, lo hicieron con puro corazón, empeño y mística, pero sin ningún conocimiento en los derechos. Los derechos humanos no se enseñaban en la universidad. En cambio, los jóvenes de hoy, lo puedo decir porque fui jefe de la práctica de la Corporación Judicial, a la que van los jóvenes para poder recibirse de abogado, que vienen egresados de la universidad. Fundamos el consultorio especializado en Derecho Humano y la gran sorpresa es que fuimos el consultorio más demandado por los universitarios y la sociedad. Esa es una muy buena noticia para Chile. Algo se ha sembrado para que tengamos esta cosecha. Estos jóvenes me traen escritos basados en la Corte Africana de Derechos Humanos, la Europea, la Corte Interamericana. Tenemos una gran escuela de derecho humano. No conozco a muchos de ellos, pero me agrada de que exista un verdadero batallón de jóvenes que asumieron esta tarea. Les va a costar mucho más a las eventuales dictaduras del futuro poder conseguir sus propósitos con gente que se va a enfrentar a ellos, y que está muy bien preparada.
El mundo de derechos humanos les ha legado a las nuevas generaciones algo decisivo: pueden dormir tranquilos, porque las eventuales dictaduras del futuro saben que hay crímenes que se van a perseguir, cualquiera sea el tiempo que haya transcurrido y el lugar donde se hayan cometido.
En Chile ya nadie se admira que estemos a 50 años de distancia investigando hechos tan antiguos, ni la derecha habla de ¡por qué siguen estos juicios! El tema quedó transversalmente incorporado en la sociedad como un elemento cultural importante.
Nos falta superar algo tremendamente importante, la gran desigualdad. De esa lacra no puede menos que florecer el desencanto, el desagrado, la apatía. ¿De dónde sacan tanta fuerza los sectores de la ultraderecha? De la desinformación, porque no se da a conocer que se han metido a 70 presos en julio, que antes se metieron 30. Son juicios grandes con 40, 50 agentes que se detienen. En la medida que la gente no sepa esto, que esté desinformada, vamos a tener un rechazo como el que tuvimos en el tema constitucional, en el que se informaba por medios que decían que le iban a quitar las casas, las pensiones. Puras mentiras, porque precisamente los medios de comunicación juegan un papel importante, pero desinforman y muchos generan una conciencia pervertida en la población.
Señor Nelson Caucoto. No. Ha sido solo un gusto. Ha sido un honor escucharle. Le agradezco mucho sus declaraciones.
Para mí es un agrado porque, que bueno que los chilenos que viven fuera puedan saber lo que pasa realmente en este país, porque si leyeran El Mercurio y algunos otros medios no van a saber nunca que la justicia está funcionando, que todos los días caen presos. La semana pasada vimos una cartelera en Derechos humanos: Primer caso, Operación Cóndor se vio en la Corte Suprema. El martes, Víctor Jara se vio en la Corte Suprema. Tercer día, la dirección clandestina del Partido Socialista. Jueves, el caso de la Intendencia. No alcanzaron a llegar a la Intendencia 11 jóvenes que simplemente los mataron. Aquí la gente no tiene idea que está pasando, menos lo van a hacer quienes están en el exterior. Por eso es bueno llevar esta voz hacia los chilenos que viven fuera.