Hay que legalizar el cannabis, pero mejor que en Uruguay
En Uruguay se legalizó la venta, el cultivo y el comercio del cannabis. ¿Sería bueno que Holanda siguiera este ejemplo? Boris van der Ham, parlamentario del partido Demócratas 66 de centro izquierda, opina que sí, pero lo debería hacer de manera más inteligente que Uruguay. Un análisis de Boris van der Ham.

Naciones Unidas reaccionó ‘decepcionada’ sobre la decisión de Uruguay, pero por el momento no ha tomado medidas para expresar su contrariedad. Al mismo tiempo, partidarios y adversarios de la legalización del cannabis, criticaron duramente la política holandesa en este terreno. El diario holandés De Volkskrant informó, injustamente, que Holanda estaba muy atrasada en comparación con el resto del mundo.Por varias razones tiene sentido regular o incluso legalizar el cannabis, pero Holanda debe hacerlo de manera más sensata que Uruguay.
En 1961 Naciones Unidas aprobó el Tratado de Nueva York, en el que se prohíben todas las drogas en el mundo. Inmediatamente hubo quienes criticaron esta medida totalizadora. En 1963 el Parlamento holandés discutió el Tratado y se citó en la ocasión a la revista ‘The Lancet’ que expuso en un artículo que desde un punto de vista científico el cannabis no debería figurar en la lista de drogas prohibidas. A principios de los años setenta, el partido ARP (más tarde el demócrata cristiano CDA) aconsejó incluso legalizar el cannabis. Esa visión era totalmente acorde con la política de estupefacientes que el gobierno holandés había llevado desde antes de la Segunda Guerra Mundial. Tanto los liberales como los democratacristianos opinaban que un ‘sistema de regulación’ acerca de las drogas era mejor que una prohibición total. La idea era que el abuso y la adicción se podrían combatir mejor si se mantenían las drogas en la legalidad.
En 1976 el Parlamento holandés decidió ‘tolerar’ la venta de cannabis (ya no se podía legalizar, como consecuencia del tratado de la ONU de 1961). Ese paso fue considerado revolucionario, pero de hecho fue la continuación de una línea política sostenida.
Desde entonces esa política de tolerancia ha experimentado un enorme cambio. Actualmente, una persona solamente puede poseer 5 plantas de cannabis para consumo propio. Los así llamados ‘coffeeshops’, donde se vende el cannabis, están supeditados a severas reglas: la edad mínima de venta al público es de 18 años, no se puede vender ni consumir alcohol, no se puede hacer publicidad y las personas que llevan el negocio tienen que aprobar severas pruebas de integridad. Con todos estos reglamentos de hecho ya no se puede hablar de ‘política de tolerancia’. Las autoridades no toleran, sino controlan con rigor. Al mismo tiempo se presta ahora felizmente atención a los problemas de salud que se producen en jóvenes y vulnerables consumidores. Cannabis no es una droga dura, pero por ello no deja de ser dañina.
De hecho Uruguay ha legalizado formalmente la política holandesa. Se introduce incluso el ‘wietpas’, la tarjeta de cannabis, muy criticada en Holanda. El cannabis solamente se puede vender a los ciudadanos uruguayos.
Pero en el tema de la producción del cannabis La nueva ley en Uruguay es más amplia. En Holanda la producción ilegal ha desembocado en un aumento de la criminalidad organizada y por ende de los efectos negativos para la sociedad. Además de ello, no hay control de la calidad del cannabis y los dueños de los coffeeshops se ven obligados a negociar con criminales. Uruguay legaliza ahora el cultivo, mediante licencias a usuarios privados para que puedan cultivar el cáñamo individualmente o en grupo para venderlo a una suerte de club de cannabis.
Ese método se aplica en distintos estados norteamericanos, pero ha demostrado ser susceptible a abusos. Para productores ilegales es fácil meterse en el negocio con los clubes de cannabis y ya que el cultivo está en manos de aficionados la calidad es variable. A los cafés no les hacemos depender tampoco de cerveza cultivada por aficionados.
Por esa razón Holanda no debe seguir el ejemplo de Uruguay. De acuerdo con el antiguo sistema de reglamentos en Holanda nosotros deberíamos otorgar licencias a un número de cultivadores profesionales para que suministren el producto a los coffeeshops. De esa manera se puede garantizar la calidad, controlar la intensidad del cannabis y los dueños de los coffeeshops sabrían con seguridad con quienes tratan.
Pero el ministro holandés de Justicia, Ivo Opstelten, argumenta siempre que internacionalmente una legalización en ese sentido no es factible. Sin embargo, la reacción de Naciones Unidas a la decisión de Uruguay demuestra que la prohibición de 1961 no se aplica tan rígidamente. O sea: que Holanda regularice o incluso legalice el cultivo de cannabis. Pero que lo haga bien.