El gobierno cubano vive en una burbuja, en una profunda realidad alternativa.
Una vez más la historia incursiona por caminos insospechados. Una vez más los acontecimientos contradicen y sorprenden a políticos y analistas. El pueblo cubano sale a las calles en no menos de cincuenta ciudades y pueblos a pedir libertad.
No es sorprendente que el gobierno de La Habana culpe de todo al imperialismo norteamericano y acuse a su propia gente de delincuentes, alborotadores, asalariados en dólares y, en el mejor casos, revolucionarios engañados.

Susanne Gratius, profesora del departamento de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad Autónoma de Madrid, tiene un acercamiento opuesto acerca de las razones de la explosión social:
SG. No me parece acertada la teoría del gobierno que dice que todo fue, como siempre, un montaje de Estados Unidos. No quieren aceptar que esta vez fue un estallido social. La gente está harta de los apagones, de que no lleguen las vacunas, de la crisis económica, de la situación social y de la vivienda. Son casi 30 años de período especial.
Ahora hay un gobierno más frágil. Escuché las cuatro horas y media de intervención de Miguel Díaz-Canel y de su gabinete. Interesante porque es la primera vez que salen a justificarse. Están a la defensiva. Es un cambio muy importante. Si esto hubiera ocurrido con Raúl Castro lo habrían resuelto de otra manera.
Es como si la caldera del descontento hubiese sobrepasado su contenido. es la pizca que transforma la paciencia en hartazgo y al hartazgo en rabia, que, finalmente, desbordó sus límites a primeras horas del último día del segundo fin semana de julio.
Manuel Cuesta Morua, disidente, socialista moderado, explica lo sucedido.
MCM. Definitivamente la del domingo 11 de julio fue una reacción espontánea. No hay manera en Cuba, dada la organización totalitaria del estado y de su servicio de inteligencia muy activo en conjurar, impedir, neutralizar y evitar manifestaciones organizadas. Aquí no hay espacio que no sea el de la espontaneidad de manifestaciones que se desarrollaron incluso en lugares donde no hay una comunicación activa entre la sociedad civil y los ciudadanos. Fue la expresión genuina de un malestar acumulado y de una demanda política clara. Cambios, libertad, elecciones libres.

De tal manera que las severas limitaciones económicas, fueron solo un detonante para otras cosas mucho más significativas desde el punto de vista político.
!Definitivamente! Repito el adverbio con mucha fuerza. Definitivamente fue un detonante de padecimientos acumulados: cortes de luz, falta de alimento, falta de acceso.
Aquí se siguió la lógica de las protestas en América Latina, del proceso de demandas puntuales a demandas estructurales de mayor calado como ha sido el caso de Chile, en donde el aumento de la tarifa del transporte desemboca en una constituyente; como en Colombia, en donde el aumento de impuestos conduce a una desestabilización política y a una reivindicación en favor de reformas claves para el país. Aquí en Cuba ha sucedido lo mismo. En ese sentido, seguimos nuestro destino. Ahora, un poquito más acelerado por el caminar lento que se despliega a su latinoamericanización.
Lo primero que surge es el margen de desigualdades estructurales. Cuba está dividida en clases, incluso en clases tradicionales que ya ni siquiera existen en algunas de las sociedades más desiguales del mundo. Las demandas de la sociedad apuntan a utilizar las necesidades puntuales para hacer reclamos generales de libertad, de transformación y de más democracia. Eso está claro en todos los mensajes.
Empero, sucede que el Gobierno no se ha enterado de la sacudida popular. Su noticiero de televisión y su sistema de comunicación, menos todavía. Es como si no supieran lo que ha acontecido en Cuba. El gobierno vive en una profunda burbuja, en una realidad alternativa.
No podemos olvidar en el análisis el embargo que pesa sobre Cuba porque ha durado más de seis décadas, sin generar los efectos deseados. A tal grado que el pasado 23 de junio Naciones Unidas abrumadoramente condenó el embargo, bloqueo o boicot, como buscan llamarlo.
SG. Siempre es un factor importante. Es cierto que Cuba no puede pedir créditos internacionales, que no está en el Fondo Monetario Internacional, inmersa en una situación de emergencia por las graves crisis económica y sanitaria.
Hay muchas limitaciones por el embargo, que no es un bloqueo, el bloqueo sería total. Es cierto que se trata de un factor a tomar en cuenta, pero a la vez es la perfecta excusa para justificar todo tipo de males. Se la ha utilizado desde los tiempos de Fidel a Raúl y ahora Miguel Díaz-Canel abusa de ella.
Sin embargo, creo que Cuba no es ninguna prioridad. O no lo fue hasta ahora. Porque Miguel Díaz-Canel dijo también que hay gente descontenta, dando todo tipo de explicaciones técnicas, presentándose como tecnócrata, ante gran parte de un pueblo que ya no les escucha.
No se puede olvidar que el gobierno cubano ha logrado siempre, hasta hoy, acallar las protestas, disolverlas para volver a la situación anterior a las crisis. Y ahora nos preguntamos: ¿Puede suceder algo distinto a partir del domingo?
MCM. Yo no sé si van a controlar la situación porque hay un antes y después de las protestas. Ya no es un movimiento pequeño, sino espontáneo, un estremecimiento profundo. Démonos cuenta de que aquí se han reunido demandas de variada naturaleza, culturales, de diversidad en la construcción nacional hasta peticiones claras de libertad de la ciudadanía.
Segundo. Estoy invitando a mucha gente a que consulte la historia cubana. Jamás ha ocurrido una demanda tan intensa, extensa y de tal calado. Ni en la década del 50, ni en la lucha que desembocó en la revolución de 1959, mucho menos durante la Colonia. Se trata de una expresión horizontal, que emana desde abajo y que plantea exigencias que involucran a sectores diversos, aunque hay una mayoría de jóvenes.
Como ya contabilizan gente seria, las protestas se dieron en más de 50 ciudades o pueblos de Cuba.
Ya veremos cómo se puede ir articulando un movimiento de reforma y de cambio profundo. Aquí lo que toca es una agenda política concreta y definida para canalizar los reclamos de la sociedad cubana.
No creo que el silencio de las calles se traduzca en el silencio de los cambios. Por ahí hay que esperar muchos acontecimientos.
Pasemos a lo del Gobierno. Usted lo dijo claramente, el gobierno vive en una burbuja, pero ahí están las palabras del presidente cubano el día domingo: la calle es de los revolucionarios, que están dispuestos a todo, que hay que parar a los gusanos, a los contrarevolucionarios pagados por el gobierno de los Estados Unidos. En el fondo de todas esas palabras hay un discurso callado que dice lo siguiente: No pasarán.
MCM. Si. Tiene tal gravedad que realmente me asustó el silencio de las Naciones Unidas, sobre todo de su Consejo de Derechos Humanos. Desde Radovan Karazic, expresidente serbiobosnio, ningún jefe de Gobierno o de estado ha llamado desde el poder a combatir a la otra parte de la sociedad. Es muy grave. Luego ha tratado de ir rectificando, pero con su nula visión de Estado no se da cuenta de la magnitud de lo dicho.
Hay que apelar a los milagros para ver que esto no haya desembocado en una masacre de civiles en Cuba, porque las manifestaciones eran a lo largo de toda la isla y brotaban como esporas en muchos rincones.
Ciertamente el mensaje es, no pasarán, pero ¿Quiénes no pasarán? fue el pueblo el que se manifestó en las calles. No fueron los funcionarios convocados luego por el Estado, que los montaron en guaguas, los rearmaron ilegalmente con palos. no fue la policía. Y en algún punto, a través de los órganos de represión, lograron cortar las manifestaciones en muchos lugares por razones que son obvias. Pero quien no pasará es el mismo pueblo que el gobierno dice representar.
Esos son los riesgos que se corren cuando se designan a personas sin capacidad de estadista y cuando no son electas, porque si lo fuesen, en las próximas elecciones, uno tiene la ventaja de elegir a gente que tenga una mejor visión, una capacidad y una competencia mucho más demostrada. Pero ciertamente el mensaje es, no pasarán. Pero esta vez no son grupúsculos. Esta vez le están diciendo no pasarán al mismo pueblo.
SG. El gobierno no se lo esperaba. Tampoco se lo esperaban otros, como en Chile. Llega tarde a Cuba, pero lo hace en el momento perfecto. Ese cóctel explosivo de la crisis sanitaria, la económica, lo social, los apagones, se junta todo. Y cada vez más gente pierde el miedo. Es un factor que no teníamos antes.
En las cuatro horas y media de justificaciones las palabras más utilizadas son, tranquilidad y orden. Siempre fue el máximo objetivo de este gobierno. Y bueno, han perdido un poco el control y eso hace una diferencia importante.
Dónde está la Unión Europa.
SG. La Unión Europea siempre ha tenido un papel clave. Ha firmado un acuerdo de diálogo político y cooperación que ahora es cuestionado por el Parlamento Europeo. Hay un debate que se reabre tras las protestas. ¿Hay que tener una relación normal con este gobierno autoritario?
Por ahora tenemos las palabras de Josep Borrel, Alto Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y de Seguridad.
«Si queremos ser sinceros y queremos saber las cosas como son, esta situación, que se ha ido empeorando dramáticamente en los últimos meses, también tiene que ver con decisiones que tomó el señor Trump en los últimos días de su mandato. Como prohibir que las familias de Miami mandaran, como venían haciendo desde hace años, transferencias a sus familias en Cuba. Eso ha significado cortar de la noche a la mañana muchos recursos que recibían las familias cubanas. Eso también tiene una influencia. Sería francamente poco honesto no reconocerlo».
Me consta que Manuel Cuesta Morua es optimista, por eso se metió a hacer política en busca de mayores niveles de libertad para Cuba. Ahora, ese optimismo ¿ha aumentado después del domingo?
MCM. Es un aumento exponencial. En mis conversaciones con otros ciudadanos, algunos me han dicho, “yo esperaba que esto ocurriera dentro de más o menos cinco años, porque la percepción era de que todavía la sociedad cubana no estaba preparada, 62 años después, para activar demandas en el espacio civil y sobre todo, demandas de naturaleza política. Recuerde que la visión que ha prevalecido dentro y fuera de Cuba es de que lo único que quiere el pueblo es comer mejor, vestir mejor y tener los recursos necesarios para hacerle honor a un pueblo fiestero y bailador.
Sin embargo, todos los hechos ocurridos han demostrado cuan equivocados estábamos en la percepción, primero, de la madurez de la sociedad cubana. Segundo, de su naturaleza pacífica. Porque todas estas demandas y todas las protestas fueron pacíficas, hasta tanto no se convocó irresponsablemente al combate.
De manera que mi optimismo se incrementa.