Cuba. La encrucijada de la oposición y la encrucijada del régimen
Es raro anunciar la entrevista con un opositor cubano y recurrir a otro que está preso, José Daniel Ferrer, quien hace un llamado desde la cárcel: «Los invito a que realicemos, dentro y fuera de Cuba, todas las acciones posibles, de orden cívico y no violento a favor de los derechos humanos», desde la prisión de Mar Verde, Santiago de Cuba, por el Dia Internacional de los Derechos Humanos, el 10 de diciembre. La lucha desigual no puede ocultar los anhelos libertarios. Antonio Rodiles es uno de los principales opositores cubanos. Habla aquí de la dramática realidad que vive el pueblo, sobre las dificultades que enfrenta la oposición y los caminos del debate para superarlas
Hay casos en los cuales, por desgracia, el lenguaje parece incapaz de dar cuenta en toda su magnitud de las circunstancias que se viven, y escuchándolo en una transmisión en vivo, hace algunos días, me da la impresión de que este es precisamente el caso de Cuba.
La situación nuestra es realmente muy lamentable de lo que estamos viviendo después de 62 años. Este es un país donde la única certeza que existe es que todo va a ir peor. Cuando en algún momento el cubano ha creído incluso por maniobras del propio régimen para perpetuarse en el poder, al final de todos los eufemismos, del reordenamiento, de la nueva empresa estatal socialista, todas esas cosas que ellos han lanzado en el plano de lo económico, porque en lo político no hay absolutamente nada. Todo lo contrario. 62 años después tenemos una inflación galopante, una escasez tremenda. La gente con su dinero no puede ir a ciertas tiendas donde solo existe un mecanismo diabólico de depósitos en moneda libremente convertible o moneda fuerte. Todo conduce a la conclusión que el país está en un hoyo profundo.
En otro de los temas que el régimen siempre ha usado como bandera, la salud pública, la escasez de medicamentos es tremenda. Estamos viviendo una situación muy difícil.
Por otra parte, desde el exterior se escuchan muchos discursos, “Solidarizamos con el pueblo cubano, los apoyamos” en una frase muy trillada. Los apoyamos y estamos con ustedes, pero en lo concreta no hay nada.
Así vemos ahora mismo que el régimen lo hace desde Nicaragua, claramente en un acuerdo, que van a abrir sin visas para poder viajar a Nicaragua. Y todos los cubanos se están alistando en este momento para intentar irse y están vendiendo de todo. O sea, estamos viviendo otro éxodo al estilo de los balseros, pero ahora vía Nicaragua. 27 años después del éxodo, los balseros, los cubanos, volvemos a vivir ese deja vu.
Mira José, es una cosa lamentable lo que se vive y se dice. Como tú decías, las palabras no cubren todo este dolor y angustia que vive la gente y, sobre, todo la frustración. Quiero enfatizar esta parte porque me parece tremendamente importante, la gente no solo se siente indefensa y frustrada con el castrismo, también está frustrada con los discursos vacíos inflados que recalcan, estamos con ustedes, pero eso no aterriza en nada.
Si hay algo que me ha impresionado es su diagnóstico sobre la oposición. Durante un tiempo prolongado, da la impresión de que ha sido una oposición que padece de una suerte de infantilismo político porque confunde aspiraciones con realidad: el Gobierno va a caer de la noche a la mañana por las protestas públicas. Y eso, dice usted, es uno de los errores que más daño le puede hacer al futuro de Cuba.
Y añado una frase un poco populachera de un amigo venezolano: los deseos no prenden. Quiero ser enfático, hay una responsabilidad por parte de los actores que estamos al interior de la isla, también de los políticos que están fuera de la isla. Como es sabido, nosotros no podemos generar los recursos y los medios para poder trabajar frente al castrismo, porque esto es un régimen totalitario. De hecho, no te permiten ningún ingreso, para tenerte esquinado y a partir de ahí, cuando recibes ayuda desde el exterior, te acusan de mercenario y todo lo demás. Tú eres periodista que llevas años cubriendo el tema Cuba, lo sabes perfectamente. Hemos hablado desde hace muchos años de la situación de la oposición. Y sabes que hay otros momentos en donde se ha visto un movimiento opositor mucho más articulado a lo largo y ancho del país. Hoy estamos en los momentos más bajos.
Sin embargo, son momentos en donde la bulla mediática hace creer que hay un movimiento opositor vigoroso, y no lo es. O sea, de momento, un grupo de jóvenes artistas al que se empieza a llamar Movimiento San Isidro, la gente cree que es realmente un movimiento amplio, con miles de personas, y no lo es. O también el movimiento 27 N, y la gente cree que realmente se trata de un movimiento amplio con muchos artistas, intelectuales, personas implicadas, y no lo es. El tema es por qué hemos llegado a este punto donde se supondría que debíamos tener realmente una articulación opositora mucho mayor, ya que en la década del 2010 realmente se veía una ola, un empuje tremendo y sin embargo eso se truncó.
Creo que esos son temas de discusión que tienen que estar en la mesa y que lamentablemente se evaden, no solamente por parte del activismo al interior de la isla, aunque la gente lo sabe, sino también por parte de los medios y los actores políticos. Si usted le pregunta al congresista Mario Ávila Salazar o al Senador Marco Rubio ¿cuál es el estado de la oposición? Van a decir el pueblo cubano está luchando y hay nuevos grupos de jóvenes. He discutido con algunos de ellos cara a cara y le he dicho que no estamos haciendo bien las cosas. Creo que mientras no exista una prensa que pueda cuestionarnos a todos sobre qué ha pasado, porqué estamos donde estamos, vamos a seguir en este círculo vicioso. Y ojo, eso no quiere decir para nada que la población cubana no reacciona. Cada vez reacciona más al desastre del régimen. Y eso se vio con el 11 de julio,
De tal manera de que la responsabilidad de aquellos que encabezan la oposición en Cuba es muy grande…
Tremenda. Ocurrió un 11 de julio y que no estuviéramos preparados para llevar esa molestia popular a un puerto con mucho más éxito, ha sido un error grave. La protesta anterior en Cuba ocurrió en 1994, o sea, 27 años antes. ¿Qué tiempo va a tomar que nuevamente el pueblo salga a la calle después de la reacción que ha tenido el régimen? Las palizas han sido brutales, han estado en todos los videos. Las condenas son completamente delirantes. 27 años para una persona que salió a protestar. A un joven por romper una foto de Fidel Castro creo que le están aplicando 11 años de prisión. O sea, todo eso nos dice que realmente el régimen aplica nuevamente el escarmiento para que la gente se controle.
Todos estos puntos tienen que estar en la mesa y deben tener una discusión seria, porque lo contrario, lo que ha ocurrido es que ciertas discusiones se han pasado a los medios de prensa o de lo de los periodistas profesionales a las redes sociales y, muchas veces, han convertido el debate en chismes y chanchullos. Eso nos hace mucho daño.
El régimen está en una encrucijada terrible porque se acaba la vida de lo que ellos llaman los históricos, y para nada tienen todo el escenario ajustado. Pero la oposición y la sociedad civil también tiene una encrucijada, porque tiene que debatirse en seguir con los mismos patrones y en el mismo comportamiento que no nos ha llevado a sacar a estos individuos del poder, o realmente reencuadrar y tener un debate serio para tratar de establecer una estrategia, o al menos esbozos de una estrategia que nos permita terminar con esta pesadilla.
¿Percibe usted, dada las circunstancias, que los principales dirigentes de la oposición tienen esa voluntad política para sentarse a la mesa a discutir en serio y a sincerarse, como usted lo ha llamado, para poder efectivamente tratar de llegar a un acuerdo? No digo que forme un solo conglomerado, pero que sea capaz, de hablar con una voz más o menos unitaria.
Yo creo que realmente el escenario y el mapa político cubano es suficientemente variado como para ver o vernos en distintas zonas. Sin embargo, sí creo en el tema de terminar con la tiranía. Hacen falta algunos puntos en común, como creo que tú mencionas, hacia donde tú diriges la pregunta. Pero para llegar a esos puntos en común me parece que tiene que existir esa transparencia, ese sincerarse y honestamente no lo estoy viendo ahora y es muy simple, lo tengo que decir muy claro. Cuando se está acá adentro uno se queda desprotegido en todos los sentidos, en del apoyo político, no existe el apoyo legal, económico y demás, y hay que recurrir a aliados que están en el exterior y muchas veces esos aliados vienen con sus propias agendas y es ahí donde empiezan los conflictos de lo que se necesita dentro y con qué se viene desde fuera.
Muchas veces las personas, aunque sepan que hay cosas que se están haciendo en forma errada no se sienten con la fuerza de plantar bandera y decir, mira, no es por ahí, las cosas deben ser por acá o al menos está es nuestra línea. Eso ha venido ocurriendo desde hace mucho tiempo y ocasiona un daño terrible. Sin duda creo que a partir del final de Obama y sobre todo en el periodo de Trump, se quitó el foco del movimiento opositor al interior de la isla. Eso afectó mucho a los movimientos y las plataformas que se venían levantando en esa década, de las que yo fui parte después. Nuevamente se retoma el interior porque lo que da el ímpetu, es lo que ocurra acá, pero se retomó la atención con grupos que realmente no tenían una gran estructuración, incluso menor que la nuestra, que era de por sí débil. Y ahí ha empezado una dinámica que me gusta llamarla, burbuja. Se crean fantasías, falsas expectativas. Colapsa esa burbuja y viene otra. Quienes participan de esa dinámica, aunque saben que no tienen mucho detrás, respaldan esa idea. No se atreven o no desean decir, señores, alto, aquí las cosas no están como ustedes lo dicen. Aquí hay un problema. La cúspide del caso ha sido el de Junior García. Cuando se lanzó aquella convocatoria y se dijo que era la marcha por el cambio, esta persona recibe toda la presión del régimen. Un hombre sin experiencia de enfrentarse al régimen, a calabozos, a presiones y demás, en el momento cúspide decide escapar, algo que realmente para nada puedo apoyar. Pero entiendo que él sintió sobre sí un peso mucho mayor para el cual estaba preparado. Cuando pasa todo hay muchas personas que salieron a culpar a Junior como el principal responsable de lo ocurrido y han obviado a todos los actores políticos desde el exterior e incluso a toda la medios de prensa que crearon una situación fantasiosa. Nadie ha hecho una revisión de todo ese escenario y ha sido mucho más fácil culpar a Junior.
Se necesita una discusión profunda, más allá de toda esta vorágine de las redes sociales para entender por qué ocurrió lo que ocurrió y cuáles son las partes positivas y las negativas. Porque hay que reconocer que, de lo que ocurrió, hay un saldo positivo en visibilidad, movilización de algunos actores internos. Por ejemplo, la Iglesia en los últimos tiempos se ha implicado mucho más de lo que lo hacía anteriormente. Pero hay que tratar como lo hace un doctor cuando ve a un paciente y ubicar cada elemento en su magnitud y no esa exacerbación que hay en algunos casos.
El régimen cubano ha sido clarísimo, no está en discusión ninguna posibilidad de cambio. No nos vamos a ir. Y si hoy día tenemos a más de 500 presos políticos, mañana podemos tener a mil o a dos mil si es necesario. Y a la vista de las dificultades que tiene la oposición ¿debemos creer que el camino va a ser largo, doloroso y difícil?
Hay un elemento grande por el traspaso a la nueva generación del bastón de mando de Raúl Castro, que es el cacique actual. Ellos se encuentran en ello, pero el proceso para nada está concluido. También por todo lo que comentaba, el diagnóstico del escenario interno, la profunda crisis en todos los sentidos, el descreimiento hacia el sistema por parte de la población. Han tenido que recurrir, como lo mostraron el día 11, a la fuerza bruta. Esa fuerza bruta ha funcionado en Venezuela, en Nicaragua. Cada país tiene su especificidad. En Cuba la fuerza bruta también funciona, pero el nivel de desgaste del régimen es alto. Quizás se pudiera comparar con lo que pasó en la extinta Unión Soviética a finales de los años 80. Gorbachov en aquel caso optó por no reprimir. En China optaron por hacerlo en Tiananmen. El caso de Cuba es particular porque estamos a 90 millas de los Estados Unidos. Un exilio amplio y una cercanía. Y cuando explotan los problemas, ocurren estas estampidas de éxodo. Pero lo mismo puede ocurrir que con esa represión el desgaste puede llegar a que el sistema se vaya desmoronando. Pero para que ocurra esta segunda variante tiene que haber una opción de reemplazo, una oposición que le diga a la gente es por aquí y aquí hacia allá es que vamos a ir en todo este proceso. Quizás cuando ya no esté Raúl Castro, quizás en el medio. Pero si no hay apoyo a este elemento fundamental de la ecuación, que es la oposición interna, no va a ocurrir esa variante.
Y hasta ahora lo que he visto es que algunas veces, y con el peso que tienen las administraciones norteamericanas, se opta o por la detente, que se aplicó con el bloque comunista, que era una cohabitación; o se aprieta, aprieta y cierra, que con eso solo se cae. Ninguna de las dos funciona aquí.
Me parece que las presiones son importantes porque estos individuos, como tú decías, han dicho “de aquí no salimos”. Si no hay un apoyo resuelto a la oposición y a la sociedad civil, no pasa nada. O sea, uno empieza a parecerse a Corea del Norte y en ese sentido tiene que existir esta discusión y llamar las cosas por su nombre.
Yo estuve durante el período del 11 de julio en Miami, me agarró la el período de la pandemia y observé desde allá la dinámica y los discursos inflados, los golpes en el pecho, “se nos acaba la paciencia”, pero al final no ocurrió nada. Incluso se llegó a pedir una intervención militar, cuando se sabía que no existía esa opción. Eso le hace un gran favor al régimen para que monte todos sus argumentos y movilice a toda su tropa, ya sea afectiva o las brigadas de respuesta rápida. Es lo que vimos ahora en relación con el 15 de noviembre. En resumen, para que ocurra la opción del desmoronamiento del sistema tiene que existir una estrategia clara y bien pensada.
Más allá del discurso y de las palabras, poca cosa hay respecto del apoyo a la oposición en Cuba. Y hay sectores que siguen apoyando al régimen cubano, principalmente de América Latina.
Ha disminuido y espero que cada día más. Por otra parte, las incoherencias alimentan a esos sectores, no solamente fuera del país, sino aquí mismo, aunque la mayoría se mueven con miedo. Cuando tienes discursos de este tipo montados ya en la demagogia, o cuando tú tienes actores políticos del exterior, o los medios que le dad respaldo, cuando son individuos que tienen un discurso ofensivo, que calumnian, que difaman, que usan un lenguaje realmente soez, todas esas cosas le están poniendo en bandeja de plata al régimen para que les hable a jóvenes, a personas mal informadas o que están todavía en el capullo del castrismo, decirles, este sería el reemplazo. Yo me puedo montar en la mente de alguno de esos jóvenes porque los conozco. Y ellos dirán bueno, a mí no me gustan estos individuos, esto es un desastre, pero aquello que me muestran, tampoco. Eso, mezclado con el miedo, da el resultado de la inmovilidad o la complicidad con el régimen.
A mí realmente me llama la atención cómo todo los portales cubanos que tocan el tema diario no sean capaces de entrar en estas discusiones, y saben lo que está pasando por detrás del telón. Les llegan referencias, discuten o hablan de esos puntos, pero no ponen a debate. Si la prensa castrista es un desastre por todo lo que sabemos, la prensa que tiene que hacerle frente deja unos agujeros enormes y eso no nos ayuda.
¿Es usted un pesimista?
Para nada. Yo pienso que estamos en un momento de gran incertidumbre lo que me genera optimismo, porque de los momentos de grandes incertidumbre es que en la humanidad se han hecho grandes giros y creo que estamos en la necesidad de hacer un gran giro. Pero para que surta efecto, tiene que venir la revisión de lo que estamos haciendo. Si no ocurre, si se mantiene esa inestabilidad en la que hemos estado durante tanto tiempo, aquella frase, que iba a ser premonitoria del libro de Andrés Oppenheimer, La hora final de Castro, va a seguir a la espera. Hace ya casi treinta años de esa frase y parecía que venía, precisamente en un momento de gran incertidumbre. Estamos en un momento similar y por lo tanto hay que implementar acciones que sean efectivas, de lo contrario se vuelve a lo mismo. Y quién sabe cuando tengamos un momento similar al de ahora.
¿Qué esperaría usted concretamente de la Unión Europea?
Que deje de ser cómplice y que se acaben los discursos que no sirven de nada. Se necesita, primero que todo, que las empresas que vienen a Cuba a usar una mano de obra esclava, que es lo que pasa con el trabajador cubano y que hace parte de violaciones básicas. Eso me parece fundamental, que las naciones tengan capacidad de sancionar a individuos que vengan acá a aprovecharse de muchachitas, que vienen a ejercer la prostitución en muchos casos hasta con menores de edad. Todo eso está callado. Todo eso se deja a un lado.
Urge es que la Unión Europea, que se suponía que tenía dentro de sus contactos su aceptación a la sociedad civil cubana y a la oposición, no ha ocurrido nunca. Los acuerdos de cooperación de la Unión Europea con otros países se firman y se sostienen mediante también mediante el intercambio con los actores de la oposición y de la sociedad civil. Eso no ocurre en Cuba. Esa excepcionalidad que le dan al castrismo tiene que terminar de una vez por todas y no me sirven más los discursos y no me sirven más los documentos firmados y las declaraciones. Creo que es fundamental que ya se tomen esas acciones concretamente