Santiago Montobbio: una vida sostenida para y por la poesía
Escribir es un saqueo: el saqueo
de uno mismo. El alma irrumpe
y se vacía, su espíritu trasciende
hacia siempre o hacia nunca. Una paloma
alza su vuelo y en él todo se ha cumplido
y todo está perdido. Palabra, alma,
signo.
No son versos en busca del buen decir, son versos arrancados al alma propia, a las más hondas angustias, a las más sentidas ternuras, a la soledad, al silencio, a la oscuridad como a la luz. Recibimos al poeta catalán Santiago Montobbio
Nos trasladamos con Ingrid de Vries a un pueblo de pronunciacion enmarañada, Oegstgeest. La dueña de casa, Montse, catalana, que se esforzó por atendernos con particular esmero. Nos aguardaba con unos pasteles de alta respostería. Y no es exageración. Montobbio, que baja constantemente a las profundidades del alma para sonsacarle sus secretos, lleva su vocación con bondad y humildad.
La poesía de Santiago Montobbio alude constantemente a la muerte, a las angustias que aprisionan a los desesperados, al desamor. Y sin embargo, su poesía también destila ternura, buen humor, gritos de amor.
El cariño por Barcelona, su ciudad, lo lleva a la reflexión serena sobre las cuitas del momento. Como buen humanista quisiera encontrar los senderos que conducen al entendimiento y la dignidad.
Montobbio, no escribe poesía como profesional de las palabras. Lo hace porque no tiene otra alternativa. Es su sino y lo ha asumido con entusiasmo la mayor parte del tiempo y, con resignación, el resto.
Pero todo esto es una suerte de introducción que se alarga más de la cuenta, porque, al final, lo único que importa, es su poesía.
El poeta alude constantemente a la muerte en su poesía. Repoducimos aquí un fragmento de una conferencia ofrecida en la UNESCO, Barcelona, sobre el hombre y la muerte.
“Mal escrito. Falta vida” es un verso de Jorge Guillén que me llamó la atención cuando lo leí por primera vez en la adolescencia, y porque sentí que era un verso que encerraba una verdad. He recordado el verso de Guillén, que hace de la vida la fuente y sustancia de la poesía, y que ésta sea válida, precisamente porque he de acercarme desde la poesía a la muerte, hablar de la muerte desde la poesía o mi poesía, quizá desde mi último libro, y esto es algo que en principio no te agrada. Porque la poesía es la vida. Pero también es la muerte, precisamente porque es la vida, y pienso, tras este recuerdo del verso de Guillén y este primer sentimiento de sorpresa o de rechazo o desagrado, que seguro que la muerte está presente en mis poemas, y está entreverada en ellos con la vida, y que podría rastrear este presencia y maneras en que aparece en mi último libro, Los soles por las noches esparcidos. La muerte y aspectos sombríos de la existencia a los que ya me he referido, y que distinguen y son propios de mi poesía y a la vez resulta tan común, como hemos visto, que en ellos el arte ahonde, sobre ellos escriban los escritores, como nos recordaba Ribeyro. Pero que lo hagamos no implica que nos guste, o que a mí me guste, si he de hablar en primera persona, como me temo que debo. Escribes lo que sientes que has de escribir, y esto no quiere decir que te guste lo que escribes, o sobre lo que escribes, o sentir la necesidad de tener que escribir esto. Pero la sientes, y por esto esto escribes, sin pensar en si te gusta lo que escribes. Porque no te lo puedes permitir. Porque escribir es una necesidad y se te impone. Es un deber, y no cuenta que te guste».
Corrijo el nombre del destacado periodista, José Zepeda.
Felicidades a Jorge Zepeda por la magnífica entrevista que ha realizado a Santiago Montobbio, un poeta universal en este siglo XXI. Un abrazo desde México.